El vacío ideológico no existe, se llena con bien o con mal

Aunque pareciera que por la abundancia de medios de comunicación, y por los millones de mensajes que se transmiten a diario por las redes estamos viviendo en la abundancia intelectual más grande de la historia, esto más bien parece un espejismo, porque en realidad son también millones los mensajes que simplemente se reenvían, muchas veces inclusive sin el debido análisis sobre el fondo de su contenido, y a final de cuentas hay ciertas ideas que van formando unas corrientes ideológicas que son las que van modelando la agenda del pensamiento contemporáneo, aparentemente más libre y amplio que nunca, pero en el fondo tal vez más dirigido, o al menos más confuso que en otros tiempos.

El gran antecedente es la imposición de lo que se llamó el estado laico por parte de la Revolución Francesa, supuestamente para dar libertad de pensamiento y evitar la imposición de una religión, principalmente del catolicismo a la sociedad, de la separación de la Iglesia y el Estado, pero en realidad siempre tuvo como objetivo primero la sujeción total de la Iglesia al Estado como lo demuestran las diferentes legislaciones, incluyendo por ejemplo nuestra Constitución de 1917, para después ir poco a poco buscando su desaparición como lo intentó el presidente Calles en México, porque como no puede existir ese vacío de ideas la expulsión de la idea de Dios en la sociedad civil tenía que ser llenada por otras, que serían fácilmente manipuladas por los estados en sus sistemas educativos, con la finalidad de evitar los contrapesos que en su momento significaba la Iglesia, y ahora después de tantos años nos parece lo más normal, y la sociedad acepta cualquier moda de pensamiento que nos llegue del pasado o del presente, de culturas cercanas a nosotros o por el contrario muy lejanas pero que por ser exóticas tienen una gran aceptación, pero si se trata de ideas cristianas ni siquiera se le da el trato igualitario que merecería, no como religión, sino simplemente como expresión de un pensamiento y una filosofía que por siglos fue la rectora de la  civilización occidental, y de los valores que de ella se derivaron y han sido la base inclusive de muchas legislaciones y desde luego de los principales valores morales que han regido esta sociedad.

Pero poco a poco, y como siempre sucede, una minoría audaz, pero poderosa y con sus propios objetivos fue minando estos valores y principios  y sustituyéndolos por otros que van más de acuerdo al placer, a la comodidad, a la practicidad y todo basado sobre un relativismo que va aceptando todo excepto esos valores profundos que nos regían con anterioridad, porque la gran mayoría cómodamente instalada en su estatus de confort, o no se fue dando cuenta de lo que sucedía, o simplemente no le interesó, o más aún no tenía la suficiente convicción en la trascendencia de esos valores para defenderlos y como decía el Lic. Anacleto González Flores:“y en torno a ellos (a los principios) debe trabarse la más ardiente de las batallas, debe librarse el más reñido de los combates y debe entablarse la más formidable y acalorada de las discusiones, porque batallar, luchar y discutir alrededor de los grandes pensamientos, es lo mismo que batallar, luchar y discutir en torno de los grandes destinos del género humano”. Y hoy vemos a esos nuevos principios a los cuales se les llama derechos ser llevados inclusive a las leyes, para imponerse a la sociedad y amenazar a quienes se pronuncien por defender a la familia en su constitución tradicional de padre, madre e hijos, a combatir la ideología de género como una imposición que va contra la más elemental observación biológica y a defender la vida contra el aborto,  e inclusive hay quienes pretenden que se modifiquen o se mantengan en silencio las enseñanzas que aparecen en la Biblia, el libro más publicado y que ha sido la guía moral durante siglos, y que se lleve  a la cárcel a los sacerdotes, a los padres de familia,  o simplemente a los que se atreven a enfrentar éstas ideas contra estos supuestos nuevos derechos.

Todo esto es lo que se ha derivado del abandono del campo de la vida intelectual, educativa, política, empresarial, social, de los que al menos estadísticamente formaban la mayor parte de los ciudadanos de este país, que eran los católicos, que mal entendiendo el laicismo como renuncia a la defensa de sus principios ellos mismos los fueron abandonando, para adoptar los pensamientos de moda, y hoy tenemos como fruto de esa actuación un país enfrentado en casi todos los campos, dividido y en plena crisis política, social, económica, de seguridad y con un sentimiento de intranquilidad ante un futuro totalmente incierto aún a  corto plazo.

Lo anterior nos mueve a hacer una reflexión en primera persona sobre nuestras propias convicciones, sobre lo que hemos hecho o dejado de hacer, y hasta qué punto estamos dispuestos a comprometernos para dentro de las posibilidades de cada uno y con los medios a nuestro alcance trabajar para dar no solamente viabilidad a este gran país, sino reales perspectivas para convertirlo en la nación de progreso y justicia que debe ser.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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