Contrastes

La gran tragedia de Acapulco ha causado una gran tristeza en los mexicanos viendo cómo un fenómeno meteorológico puede cambiar radicalmente la situación de un lugar de un momento a otro, y con ello la vida de cientos de miles de personas.   

Ante una realidad tan dramática hemos visto una variedad de actitudes por parte de las víctimas, de los testigos, de los medios de comunicación, de la sociedad y de las autoridades ante un drama de enormes dimensiones.

Es muy difícil saber cómo actuaríamos ante una situación como esta los que la vemos a distancia, vemos la desesperación y angustia de muchos de los protagonistas y víctimas de la tragedia y no podemos imaginar el dolor aún mayor de los que han perdido a seres queridos que no podrán ser reemplazados por nadie.

Entendemos que ante una situación extrema debatiblemente se puedan justificar ciertas acciones, pero el saqueo total de muchos bienes que no son de primera necesidad no se pueden justificar, y ponen en riesgo el equilibrio social de una comunidad, ya que son actitudes que se pueden extender a otros casos de menor gravedad.

La actuación de las autoridades en general ha sido calificada de mucha ineficiencia y hasta cierta pasividad, y algunas decisiones como la tomada al inicio por el presidente de dejar que solamente el ejército y la marina acudieran en ayuda de las víctimas resultó totalmente rebasada por la realidad, contrastando con acciones que  la sociedad mexicana que se ha caracterizado por una solidaridad de acudir en auxilio de los lugares en donde los fenómenos de la naturaleza han afectado a la población local enviando ayuda mediante muchas organizaciones ciudadanas.

Sería muy lamentable que una tragedia como la de Acapulco y sus alrededores sirviera para fines políticos, cuando que debe de ser una oportunidad para que todos los mexicanos, gobiernos, empresas y sociedad, cada uno según sus posibilidades y obligaciones contribuyan en forma desinteresada primero a mitigar las necesidades más esenciales de la población, y después a trabajar en un programa de rehabilitación de uno de los centros turísticos más emblemáticos de México.

Esperemos que esta dolorosa experiencia sirva para que en un futuro y cuando ciertas situaciones sean previsibles se alerte con la debida difusión y fuerza a la población para que dentro de lo viable tome medidas preventivas y los daños sean los menores posibles, y que la acción de las autoridades y de todas las instituciones involucradas trabajen de la manera más coordinada y mejor posible para la titánica obra de la reconstrucción de Acapulco.

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