¿AMLO desesperado?

En varios videos y escritos aparecidos recientemente en las redes sociales se comentaba que las furias, denuestos, burlas y demás despropósitos mostrados por AMLO en sus últimas mañaneras son señales claras de que está desesperado porque nada le sale bien en su gobierno. Le sacan de quicio -afirman quienes creen ver al presidente angustiado- las manifestaciones de médicos y enfermeras; las manifestaciones de los trabajadores de la salud que ponen en evidencia el desabasto de medicinas y la falta de atención en los hospitales del gobierno le hacen sentir su fracaso total en ese renglón y lo enojan muchísimo. Y lo mismo se dice respecto a los fracasos y desaciertos evidentes en cuanta acción de gobierno ha emprendido esta administración federal. El presidente está alocado por el sentimiento de frustración y fracaso de su gobierno, se comenta.

Yo me permito disentir. Los desastres causados por su gobierno, lejos de acongojarlo, lo llenan de orgullo y satisfacción. Lo que económica, social, educativa y culturalmente es visto como un desastre ante los ojos de la sociedad, para AMLO es el resultado de un proyecto bien planeado y ejecutado. Lo que la ciudadanía considera ser el fracaso de su gobierno es el éxito de todos los planes de López Obrador, presidente. Es un fracaso, un desastre querido, buscado. Su visión de un gobierno exitoso es la de un gobierno que destruye el país que gobierna. Entre más instituciones, más organismos y más obras de servicio social queden enterradas entre los escombros que deje su gobierno y los acólitos de la Cuarta Transformación, AMLO considerará haber sido un presidente más exitoso. El creciente número de enfermos sin acceso a los servicios de salud creados por gobiernos anteriores es una medalla de honor en el retorcido mundo de este presidente y de sus seguidores. La supresión de la NOM para ciertas enfermedades, para que los enfermos no puedan exigir cuidados hospitalarios al gobierno, también debe de haber suscitado gran alegría en el corazón del presidente. Del mismo modo como la destrucción del aeropuerto de Texcoco, y las asombradas quejas ciudadanas que ello causó, lo llenaron de orgullo. Fueron motivo de celebración regocijada en Palacio Nacional la cancelación del Seguro Popular, las desautorizaciones forzadas e irracionales de nuevas empresas que podrían ser fuente de trabajo para las familias mexicanas, la destrucción de la selva maya, la construcción de una refinería que, además de que no refina, nunca tendrá éxito en un mundo que corre hacia el abandono de las energías sucias, etcétera, etcétera. El último jolgorio de triunfo que debe estar celebrando el Presidente es estar dejando a la ciudadanía sin medicinas y doctores.

Los exabruptos, los insultos, las mofas y las mentiras que conforman el menú diario de la mañanera no son señales de angustia y tristeza presidencial, sino un histriónico y cínico artilugio para seguir creando las condiciones propicias para terminar su proyecto de devastación de México.

El nombre del rancho de AMLO en el sureste -su refugio y contento, donde encuentra él su reposo- nos dice todo respecto a lo que él ambiciona para su país.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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