Lecciones de la democracia

Morena logró el triunfo en 11 estados de la República, pero solo lo consiguió en siete de las 16 alcaldías. Las 9 restantes fueron rescatadas por la oposición.


Euforia electoral


La jornada electoral del pasado día 6 fue, a la vez, una lección de democracia elemental y una alerta con la mira puesta hacia el futuro mediato.

Cierto, la ambición totalitaria, dictatorial y vindicativa del Movimiento Regeneración Nacional no alcanzó la meta rabiosa que perseguían quienes se han empeñado en apostar a la división de los mexicanos.

Morena no alcanzó en la Cámara de Diputados la llamada mayoría absoluta o calificada que le permitiera elaborar una constitución a modo para perpetuar al mesías tropical; pero sí conserva la mayoría simple en el Congreso de la Unión.

Enseñanza número 1 de la lección democrática: tu voto sí puede cambiar las cosas.

Salió a votar más gente que nunca, a pesar de la pandemia, de la intimidación sembrada por los enemigos de la vida combinados con el narco y a pesar, también, de la pobreza sustancial de las propuestas partidistas. Pero no basta. Medio padrón se quedó sin votar.

Enseñanza número 2: el trabajo de generación de conciencia cívica no fue suficiente. Lo hecho es importante, pero lo es más –y mucho más relevante– lo que queda por hacer en ese ámbito.

Por otra parte, el partido en el poder logró el triunfo en 11 estados de la República, pero solo lo consiguió en siete de las 16 alcaldías. Las 9 restantes fueron rescatadas por la oposición.

Enseñanza número 3: se dio el primer paso. El importante está por ser ejecutado, y consiste en hacer buenos gobiernos que convenzan a los capitalinos que es más sólido y benéfico distribuir la riqueza y abrir oportunidades de trabajo, que distribuir la miseria y repartir limosnas ”sociales”.

La alerta es evidente: quienes hoy celebran que “ganaron” y que Morena “perdió” olvidan que no se trata de un concurso de belleza ni de un partido de futbol.
Se trata del futuro de la capital y del país. Se trata de proponer nuevas bases, sólidas y aglutinantes, para que todos hagamos crecer a México. O se logra una solidez así, o en 2024 se dará la debacle final de la democracia.

En ese sentido, en vez de hablar de manera pueril, irresponsable y peligrosa de una ciudad partida en dos, la del este y la del oeste, como ocurría en Berlín, bueno sería comenzar a trabajar desde todas las cabezas de alcaldía por la unidad de los capitalinos hacia una meta común: una vida democrática, libre y mejor para todos.

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