La crisis del agua en la Ciudad de México

El agua es indispensable para la vida, es una verdad innegable, sin embargo, como muchas otras cosas sólo cuando no se le tiene a la mano es cuando se piensa en ella. El país, y en especial la Ciudad de México, están enfrentando un severo problema de sequía que ha llevado a que las reservas de agua estén en su punto más bajo de la historia del país.

La gestión del agua no ha sido prioridad en las últimas décadas para los gobiernos de la Ciudad de México. Muestra de eso es que las fugas en el sistema originan que se pierda hasta el 40 por ciento del agua, así de simple y así de grave. Así de simple porque el camino a la mitigación de la crisis está claro, se tendría que invertir masivamente en lograr esas reparaciones en tiempo récord.

Así de grave porque no hay voluntad política de hacerlo y el gobierno actual, que es la carta de presentación de la candidata presidencial oficialista, está entrampado en proteger su imagen, y, digna imitación del gobierno federal, han bajado los recursos presupuestales dedicados a atender este tema y tampoco han movido recursos para atender la emergencia. Se niega incluso que haya alguna, aunque cualquiera que observe las avenidas y calles podrá contar tres, cuatro y cinco pipas que están llenando cisternas de edificios, hospitales, hoteles, lo que no sucedía con esa regularidad hace un par de meses.

La negación del problema es tal del gobierno actual que incluso la candidata Clara Brugada en el debate del domingo pasado ni siquiera toca el tema entre sus propuestas principales. En cambio, el candidato del Frente Amplio por México, Santiago Taboada, ha insistido en el tema enfatizando la necesidad de la reparación de fugas y la reutilización del líquido.

Algunos expertos señalan que esos dos buenos primeros pasos, pero es un tema un complejo. Y nos estamos acercando a un punto de no retorno porque se está abusando para paliar esta crisis de la extracción de agua del manto freático, y esto acelerará la llegada del Día Cero.

El Día Cero es el nombre que se pone a la fecha en la que se calcula que una ciudad será incapaz de contar con agua. Ciudad del Cabo, Sudáfrica, en 2018 enfrentó ese desafío, fue la primera urbe del planeta. Se afrontó el problema con una campaña intensa que involucró el racionamiento severo del agua, con la cooperación de toda la población, y con una campaña seria de parte del gobierno. No se trató de un asunto fácil pues el país tiene graves tensiones y divisiones que no han sido del todo resueltas. Sin embargo, la ciudad logró con voluntad ciudadana y liderazgo gubernamental superar la crisis, y según se dice, aprender la lección.

En la Ciudad de México y la zona hay muchos habitantes que están preocupados por el tema del agua porque ya tienen que pedir pipas o porque escuchan los datos que dan expertos que alertan sobre el tema; pero hoy por hoy nadie sabe cuándo es el Día Cero, ni si en verdad nos acercamos a ese escenario, o si hay posibilidades de hacer algo que revierta la crisis. Algunos individuos habrán hecho algunos ajustes a su patrón de consumo; pero se nota la falta de dirección y de indicaciones claras de parte del gobierno que exigiría una crisis de este tamaño. Paradójicamente, el margen de maniobra en el ahorro del agua en la Ciudad de México es muy alto pues es una de las ciudades con mayor consumo por habitante.

Esta paradoja no surge de la nada, justamente porque el gobierno lleva décadas cerrando los ojos el tema del agua, no sólo no repara fugas; sino que han dejado de lado las campañas serias que podrían incidir bajar los niveles de consumo de los habitantes. Es cierto, por otro lado, que resultaría un poco cínico de parte del gobierno exigir a los ciudadanos cuidar el agua cuando el 40 por ciento se pierde por fugas. Pero si en verdad nos dirigimos al Día Cero la única posibilidad es el trabajo en conjunto de habitantes y gobierno para lograr que la poca agua disponible nos dure lo más que se pueda para superar la crisis y cambiar de manera radical la gestión del agua en esta ciudad que alguna vez fue un lago.

Al agua se le llama el vital líquido por algo, y si por cuestiones de cálculo electoral el gobierno de Martí Batres continúa negando el problema y no toma medidas, estará atentando contra la vida de cada uno de los habitantes de la ciudad que gobierna. Y por ello, los ciudadanos deben ser muy cuidadosos al dar su voto en las próximas elecciones porque la viabilidad de la capital del país está en juego.

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