El futuro democrático de México sigue en vilo

Ante la inminente derrota a la que Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados se perfilaban este martes en torno a la reforma constitucional político-electoral con la que buscaba dar un golpe certero al Instituto Nacional Electoral (INE) y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) e imponer un modelo electoral a modo del actual gobierno federal, el coordinador del grupo parlamentario del partido oficial, Ignacio Mier Velazco, tuvo que mover sus hilos para bajar de la agenda del Pleno el tema e intentar ganar tiempo para sumar votos a su favor.

Esta fórmula ya se implementó con buenos resultados en este mismo periodo de sesiones cuando con la colaboración de muchos diputados del PRI, quienes traicionaron su palabra y compromiso de no beneficiar leyes que lastimaran a la sociedad, votaron a favor de la reforma constitucional que prevé la militarización de la seguridad pública hasta 2028.

Hoy Morena entró en su laboratorio para buscar las fórmulas que atinen a desatorar su amenazado proyecto transformador que busca regresar al pasado, a los tiempos en los que el Ejecutivo hacía y deshacía a capricho las reglas electorales.

Sin embargo, hoy existe un elemento fundamental que parece ha calado hondo en la decisión de muchos legisladores: la exigencia ciudadana de NO TOCAR AL INE.

La voz de la sociedad civil, que al unísono resonó en todo el territorio nacional en la Marcha por la Democracia en la que millones de ciudadanos demandaron a los legisladores no dar ni un paso atrás en la vida democrática del país, al parecer ha sido escuchada por los diputados de la oposición quienes hasta hoy han refrendado su compromiso de no aprobar ninguna ley regresiva, como la propuesta por el Ejecutivo.

La batalla no está ganada. Seguramente hay fuerzas que buscarán arremeter contra los diputados de oposición para ponerlos contra las cuerdas a fin de cumplir un capricho y un plan de transformar al México de hoy en el México de los 70 cuando todo era controlado por una camarilla que obedecía ciegamente a la voluntad del gobernante en turno.

La ciudadanía no puede bajar la guardia y permitir que el plan A, B, C o los que el gobierno y sus partidos tengan debajo de la manga se concreten. Es necesario que las mexicanas y los mexicanos libres sigan participando en las acciones surgidas desde la sociedad civil, como la de mantener un marcaje personal a los legisladores a fin de insistirles que su compromiso es con México y no con un grupo de poder, que son los representantes del pueblo y es únicamente a este al que se deben y recordarles que sus decisiones marcaran no solo a esta generación, sino a muchas más.

El futuro de México sigue en vilo, el aparato de gobierno no descansará, los ciudadanos tampoco debemos hacerlo.

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