El caso de Taxco, una serpiente que se come la cola

La violenta muerte de Camila, menor de ocho años, y el posterior linchamiento de quien se consideró la principal responsable de su asesinato conmocionó no sólo a Taxco, sino a todo el país. El hecho en sí que resulta terrorífico, pero resuena todavía más por las implicaciones que tiene respecto al tejido social y el funcionamiento de las instituciones en Guerrero y a nivel federal.

Este tipo de eventos, por desgracia, se han repetido con variaciones, y si ocurren y vuelven a ocurrir en cierta medida es porque las consecuencias de estas acciones son más graves en lo mediático que en la realidad de la impartición de justicia. Por supuesto, esta lectura pasa por el grado de descomposición social que facilita el pasar por encima de las instituciones ante la frustración con las mismas, y el poquísimo poder de contención social que las autoridades locales tienen en realidad.

La imagen de la serpiente que se come la cola es muy apropiada para representar esta situación. La presencia de esta serpiente, por ahora, no se da de esta manera tan descarnada en todo el país, pues el nivel de funcionamiento institucional de los poderes locales en cada estado es diferente y en cada ciudad es diferente. De hecho, hacía finales de enero Taxco se había vuelto un pueblo fantasma porque los enfrentamientos entre dos bandas rivales del crimen organizado paralizaron todas las actividades, el caldo de cultivo ya estaba ahí. Y por supuesto, las muestras de que la gobernadora Evelyn Salgado es solamente una figura decorativa crecen ante las continuas crisis que se dan en Guerrero.

Resulta importante reflexionar sobre estos acontecimientos porque son una especie de lección de cómo se articulan o fallan en la articulación los poderes ejecutivo y judicial. El poder ejecutivo, sin importar el nivel de gobierno, es el que crea e impulsa las condiciones para cualquier acontecimiento; es el que hace uso legítimo de la fuerza o no para contener las acciones violentas; es el que impulsa la cohesión social o no; es el que instrumenta el funcionamiento de la fiscalía (que en el papel son autónomas pero que no han superado la inercia de años de depender de los ejecutivos) y con todas esas acciones, facilita que el poder judicial pueda actuar en consecuencia.

El poder judicial también tiene sus propias trabas, vicios, errores y corrupción en sus funciones independientes; pero se trata de un juego en equipo en que si el delantero no recibe balones de los medios pues no habrá posibilidades de meter goles. Al igual que el futbol donde lo que cuenta con los goles anotados, en el imaginario colectivo la impartición de justicia sólo se da cuando el judicial logra condenas (o en su caso exoneraciones) y se olvida todo lo anterior. Y los últimos años los goles en justicia son cada vez más escasos y eso facilita explosiones como el linchamiento que momentáneamente se sienten como un “triunfo” porque se palpa el “castigo”, es visible; aunque esté despojado de cualquier sentido real de la justicia, de la presunción de inocencia, de la investigación de los hechos y cancela por completo el camino de la reparación (se entiende que es irreparable la pérdida de la vida de una niña, pero es parte de este complejo tema), el arrepentimiento y la reinserción social.

Este significativo evento pasó desapercibido en la campaña de Claudia Sheinbaum, en la que incluso se difundió un video replicando la canción inicial de la popular serie Friends donde bailaba con Clara Brugada, Omar García y Ernestina Godoy, tratando de convencer lo bien que se llevan. Las redes señalaron lo poco atinado de la difusión en medio de la indignación por los hechos. Xóchitl Gálvez fue más prudente y emitió un mensaje acorde, claro, siendo oposición siempre se tienen mayor libertad, aunque también demuestra de mayor sensibilidad por los temas trascendentes.

Ambas candidatas, así como todos aquellos que en este elección aspiran a puestos en poder ejecutivo de todos los niveles de gobierno, sí deben tomar en serio los aspectos de desgaste que este tema ofrece a la vista, porque se necesitan acciones desde el poder federal, pero también desde todos los gobiernos locales para contener el desgaste del tejido social, para apuntalar a las policías locales, para mejorar sustancialmente a las fiscalías y para otorgar mayores facilidades al poder judicial para que la impartición de justicia sea una realidad que nos sólo traiga consecuencias a los que cometen cualquier crimen, sino que cumpla su función de “advertencia” para inhibir situaciones similares. Es urgente cortar la cabeza a la serpiente.

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