Aprender del equipo de nado sincronizado

La Selección Mexicana de Nado Sincronizado tuvo una gran actuación en la Copa del Mundo de esta especialidad; ganaron tres medallas de oro y una de bronce en diversas pruebas. A raíz de la primera medalla, las cuentas del Gobierno las felicitaron, lo que provocó una airada protesta. Es que apenas unas semanas antes se supo que las integrantes de la Selección estaban vendiendo trajes de baño para solventar los gastos del viaje al evento, pues la CONADE, el organismo encargado de pagar estas competencias de alto nivel, les había negado el apoyo. El caso llamó la atención de Carlos Slim y de su yerno Arturo Elías Ayub, quienes se encargaron, a través de Fundación Telmex, de financiar los vuelos y el avión.

En la mañanera del lunes, el titular del Ejecutivo retomó el asunto destacando que seis de las diez integrantes del equipo eran miembros de las Fuerzas Armadas y que por tanto recibían apoyo. Y acabó con sorna afirmado que también estaban militarizando el deporte.

Dejando de lado que un gobernante electo democráticamente presuma la “militarización” de cualquier aspecto de la vida nacional, hay que subrayar el cinismo de la declaración porque si las militares reciben un sueldo —cosa que no se sabe en realidad porque podrían gozar de algún permiso sin goce de sueldo para los entrenamientos— eso no es ni un apoyo a ellas como deportistas ni un apoyo al equipo. Pues además de las 10 integrantes, las deportistas de este nivel tienen entrenadores que deben viajar con ellas para lograr los resultados, además de una serie de apoyos previos para lograr esa excelencia en su desempeño.

A pesar de que esto se suma a lista interminable de ocurrencias de la conferencia de la mañaneras, nos revela una verdad que como sociedad debemos abrazar: si nos organizamos podemos hacer mucho sin la intervención del gobierno. Esta es una verdad que puede parecer una obviedad, pero que no lo es para un país que sólo ante la comprobación de la ineficacia del gobierno en el terremoto de 1985 descubrió que podía sola fue que logró fracturar el sistema político hegemónico.

Es una sociedad que no ha superado del todo la tendencia a depender de otros. Y ahí se ha afianzado el gobierno actual. Se inspira precisamente en ese modelo hegemónico buscando revivir la dependencia de los individuos de las dádivas. Los ejemplos van más allá de las becas para estudiantes y las pensiones para adultos mayores pasan por el desmantelamiento de programas que creaban apoyos indirectos o infraestructura incluso en las mismas escuelas o como la respuesta a desastres naturales con el apoyo a la reconstrucción de áreas comunes a todos no necesariamente las viviendas. Lo que no se da en mano, no cuenta para el actual titular del Ejecutivo.

Esa dependencia evidentemente busca aterrizarse en clientelismo electoral, como veremos de manera todavía más descarada en las próximas elecciones; pero también tiene otro efecto social: el conformismo, esa especie de resignación a esperar a que el gobierno resuelva y dé… y si no da, pues ni modo. Cuando la CONADE les quitó las becas a las nadadoras por no apoyar a Kiril Todorov, acusado de corrupción y desconocido por organismos internacionales del deporte, las nadadoras se rebelaron de dos modos: a ser rehenes del encubrimiento de corrupción y al conformismo de que el gobierno les diera los medios económicos para continuar con sus metas. 

Primero recibieron apoyo de una empresa de trajes de baño para comercializar un diseño exclusivo para obtener recursos y posteriormente los mencionados empresarios que se ocuparon de los gastos cuando les ganó el tiempo.

Esta situación nos hace patente el poder de la determinación de aquellos que se niegan a someterse a los caprichos del gobierno y cómo cuando se crea la sinergia adecuada y los empresarios se involucran de varios modos se puede dar un paso adelante y dejar el nombre de México muy alto.

Es momento que los ciudadanos, como las nadadoras, valoremos cuánto hemos tenido que hacer ante la ineficiencia del gobierno actual en los asuntos que nos importan y empecemos a configurar el México que queremos con un gobierno menos intrusivo, es decir, uno que al contrario del actual dé mayor libertad a las empresas, reduzca al mínimo los trámites tanto para abrir empresas como para el desarrollo de las mismas. Un gobierno que si ha de intervenir sea creando las condiciones para que haya más empresas porque estas son las generadoras de empleos y del verdadero bienestar económico.

Un gobierno que retome los múltiples programas de apoyo al emprendimiento que fueron cancelados desde inicios de este sexenio y que son indispensables para que miles de jóvenes encuentren el camino de crecimiento personal además de un camino de crecimiento económico. Evidentemente ese gobierno menos intrusivo deber ir de la mano con la recuperación de la certeza jurídica que también ha desaparecido.

Los ciudadanos no sólo tenemos que esperar pacientemente a que termine este sexenio cruzando los dedos y deseando que en la votación Morena pierda, sino que como las nadadoras que hoy nos llenan de orgullo debemos empezar tener claro el México que queremos. Esto no sólo para exigir a quienes sean candidatos que ofrezcan medios para que ese México se cristalice sino que será más fácil sacudir el conformismo y la mediocridad que como la humedad se extiende entre ciertos sectores, porque sin ilusión por el futuro, la posibilidad de que en las elecciones regrese el fantasma del abstencionismo será más alta… lo cual es casi garantía de la continuación del actual partido en el poder. Aprendamos del esfuerzo y la determinación por culminar sus sueños del equipo mexicano de nado sincronizado.

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