Reiteramos para reflexionar: Los productos de la IA nos subyugan no por lo artificial, sino por la inteligencia que está detrás de los contenidos. Si alguien se deja esclavizar no es por la tecnología, sino por la inmadurez de quien descuida su capacidad de perfeccionarse por lo humano y para lo humano.
Desgraciadamente si esto sucede a muchos, el impacto de la tecnología puede ser contraproducente. Pero muchos es la suma de cada uno y es tan valiosa cada persona humana que alguna desconcertada nos tiene que mover a sacarla adelante. La educación es el modo propio de ayudar a los seres humanos.
Sin embargo, la educación es eficaz solamente cuando el educando es activo y adopta esa influencia, la cultiva y la aumenta. Esto es absolutamente cierto en la adquisición de las virtudes. El proceso para adquirirlas corona las metas de la educación, pero el educador solamente las muestra, las recomienda, las exalta, pero quien las hace posibles es la persona que se propone adquirirlas.
Solo con las virtudes se puede mostrar el logro del proceso educativo. Solamente las personas virtuosas pueden hacer buen uso de los recursos tecnológicos Quien carece de virtudes es proclive a un desordenado sometimiento.
Para solucionar este problema cada persona ha de querer colaborar sólidamente con la educación recibida e incluso buscar otros modos para enriquecerla. Independientemente de los múltiples modelos al alcance, todo ello ha de converger en la adquisición de virtudes.
Los educadores tienen ante sí una gran responsabilidad. Esa responsabilidad ha de iniciarse con ellos mismos, porque también pueden deslumbrarse y sucumbir. Algunos expertos en AI confiesan la cercana posibilidad de esclavizarse. Esto nos ha de alertar y admitir el peligro que todos tenemos, pero más los jóvenes que siempre han contado con este recurso.
La Antropología nos dice quién es el ser humano, sus límites y sus capacidades. Sobre todo, interesa conocer sus alcances y eso nos reubicará de modo realista, sin exageraciones ni alabanzas que terminan en decepciones. Las lecciones de la naturaleza humana son bellas pues siempre ofrecen panoramas adecuados a la realidad.
La virtud es un hábito perfectivo que se añade a la inteligencia o a la voluntad. El modo de añadirse es por repetición constante de actos de la misma especie de tal modo que se llegan a realizar fácilmente y sin esfuerzo. Periódicamente, la persona que adquirió la virtud ha de revisar si continúa practicándola. Si encuentra que desapareció o se realiza esporádicamente debe proponerse recuperarla volviendo a ejercitarse como lo hizo cuando la adquirió.
El poder de adoptar virtudes nos muestra la superioridad de las personas sobre las otras criaturas pues es capaz de mejorarse superando los obstáculos en un recorrido arduo y prolongado. La virtud adquirida garantiza rectitud de vida y dificultad para actuar mal.
La actividad humana tiene tres ámbitos: la especulación, la acción y la producción. La especulación es posible gracias a la facultad de la inteligencia que capta la realidad y comprende como es. La acción es posible por el impulso de la voluntad que mueve a las demás facultades humanas para conseguir sus metas. La producción es la actividad con la cual las personas transforman de modo inteligente los objetos y los sujetos para lograr una mejora.
Cada uno de estos tres campos se perfecciona con unas determinadas virtudes.
Las virtudes especulativas son la inteligencia, la ciencia y la sabiduría. Es necesario advertir que la palabra inteligencia también es el nombre de una facultad humana y la palabra ciencia corresponde también al nombre que se da al conjunto de conocimientos de algún área del saber. En este caso inteligencia y ciencia son el nombre de dos virtudes.
La virtud de la inteligencia inclina a la persona a buscar la verdad y alcanzarla. También sensibiliza para detectar y desechar todo lo que pueda obscurecer u ocultar la verdad.
La virtud de la ciencia es la que cuida que las explicaciones y las conclusiones de algún estudio o planteamiento se elaboren y concluyan de modo verdadero.
La virtud de la sabiduría es la virtud de más alto nivel respecto a las otras virtudes especulativas. Con esta virtud se llega a lo más profundo del saber y además es la base de todos los conocimientos verdaderos.
Para adquirir estas tres virtudes especulativas es necesario proceder con mucho cuidado, sin precipitarse para evitar cualquier posible confusión.
Las virtudes de la acción son la sindéresis, la prudencia, la justicia, las pasiones, la fortaleza y la templanza.
La virtud de la sindéresis consiste en la natural inclinación de hacer el bien y evitar el mal.
La virtud de la prudencia se caracteriza por actuar con medida y oportunidad.
La virtud de la justicia radica en la voluntad y consiste en dar a cada quien lo debido.
Las pasiones pueden ser del apetito concupiscible: tiende a lo placentero o del apetito irascible: tiende a lo difícil. Las del apetito concupiscible son el amor y el odio, el deseo y la aversión, la alegría y la tristeza. Las del apetito irascible son la esperanza y la desesperación, el temor y la audacia, y la ira.
La virtud de la fortaleza da firmeza y estabilidad, también paciencia y perseverancia.
La virtud de la templanza produce moderación.
Las virtudes de la producción son las artes del bien útil, las virtudes del bien deleitable y las artes del bien honesto.
Las artes del bien útil buscan satisfacer las necesidades primarias como son el alimento, el vestido, la habitación y el alivio de las enfermedades.
Las virtudes del bien deleitable procuran el descanso de la persona y divertirla.
Las artes del bien honesto consisten en embellecer con el lenguaje y con las matemáticas.
Este es un panorama de superación apto y propio de las personas. Pero no excluye aprovechar la ayuda de la tecnología.
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