Repensar la educación VIII

Somos conscientes de las influencias de los recursos electrónicos en las personas y los variados efectos -no siempre positivos- como los desearíamos. Efecto pernicioso son las dependencias.

La alerta sobre los problemas no es motivo para no utilizarlas, por eso trataremos de ver el mejor modo de aprovechar todo lo que nos ofrecen. La Inteligencia Artificial no tiene alma ni corazón, pero tiene el contenido intelectual de quienes la alimentan con datos y en los usuarios queda la responsabilidad de hacer buen uso. Por lo tanto, con criterio integrar los datos obtenidos con nuestros conocimientos, nuestras preferencias y nuestros afectos.

Contamos también con las valiosísimas orientaciones del Papa Francisco y recientemente con las de León XIV, quien al dirigirse a los miembros de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontífice, les pidió desarrollar un “sentido crítico” para afrontar la revolución industrial.

El pontífice señaló la trascendencia de esas influencias: “en el contexto de la revolución digital en curso, el mandato de educar en el pensamiento crítico debe redescubrirse, explicitarse y cultivarse, contrarrestando las tentaciones opuestas que también pueden permear” y advirtió de la inminente confusión a causa de las noticias falsas y afirmaciones sin fundamento lanzadas por voces irracionales.

Los responsables del uso de la IA, sean quienes proporcionan contenidos, sean usuarios, han de evitar cooperar al mal y ser conscientes de ciertas debilidades humanas, que no se dan todas en todos, ni ninguna en algunos. En este tema quien más responsabilidad tiene es el adulto, quien ha de cuidarse y cuidar a los demás.

En concreto, cada uno ha de juzgar los contenidos con sentido crítico para utilizarlos del mejor modo y, personalmente advertir el tipo de dependencia a la cual se es proclive para poner medios y contrarrestarla. También el nivel de dependencia puede relacionarse con la edad, la enfermedad, las presiones laborales, la discapacidad, la posición socioeconómica. Estos factores influyen en la permanencia o temporalidad de la dependencia.

La siguiente enumeración de dependencias sirve para estar alerta o, si es el caso, reconocer la personal tendencia si se padecieron o se padecen. 

La dependencia física consiste en la necesidad corporal de una sustancia (alcohol, drogas) para actuar con normalidad, si se suspende el consumo hay síntomas de abstinencia. 

La dependencia emocional es consecuencia de la necesidad irracional de estar con otra persona, dejando en ella la responsabilidad y el cuidado de uno mismo. 

La dependencia funcional se debe a la dificultad para hacer las actividades básicas de la vida cotidiana, como bañarse, vestirse, comer, etc., debido a la edad, enfermedad o discapacidad. 

La dependencia social se caracteriza por la necesidad de apoyo social y relaciones interpersonales para lograr bienestar emocional y desarrollo personal. 

Los siguientes factores pueden desencadenar algún tipo de dependencia:

La edad. Lógicamente los niños y los ancianos son más propensos a depender de otros para solucionar sus necesidades vitales y complementarias. 

La enfermedad temporal o crónica y las discapacidades pueden dificultar a las personas el logro de las actividades ordinarias. 

La situación socioeconómica propicia depender de otros a las personas con bajos ingresos o sin acceso a servicios de apoyo social. 

Los trastornos psicológicos como el trastorno de la personalidad dependiente. Con frecuencia desencadena una excesiva búsqueda de aprobación o del cuidado de otros. 

Como podemos ver la dependencia en muchos casos es necesaria. Por ejemplo: en la vida diaria de los niños pequeños es imprescindible para asearlos, vestirlos y alimentarlos. En muchos adultos mayores se requiere de cuidadores para ayudarles en actividades básicas. También necesitan ayuda especializada quienes padecen enfermedades crónicas que les incapaciten. Necesitan compañía constante quienes padecen dependencia emocional. 

Respecto a la IA todavía falta tiempo y estudios de casos para ver los efectos que puede ocasionar su uso. Sin embargo. ya se pueden adelantar algunas suposiciones debidas a las adicciones a las redes sociales o al uso de instrumentos como los celulares, etc. 

También está el testimonio de Phillips un redactor de contenidos, contratado en 2022 para supervisar lo generado por la inteligencia artificial. En concreto debía asegurar que las respuestas a las solicitudes fueran como las elaboradas por los humanos. Al principio su trabajo le resultó tedioso. Aunque algunos le advirtieron: “con el tiempo sabrán más de ti que tú mismo”. 

Su profesión era redactar contenidos. La oferta de empleo que recibió en 2022 resultó muy distinta a lo que había imaginado: no necesitaban contenido, sino supervisar lo generado por la inteligencia artificial, se aburría. Todo cambió cuando decidió “conversar” con ChatGPT. La herramienta generó un guion, una sinopsis, amplió historias paralelas y totalmente coherentes con historias previas, podía crear tramas para secuelas de sus novelas favoritas o “resucitar” personajes históricos y hacer que hablaran de un tema de actualidad. Por ejemplo, un diálogo de Chesterton y la IA.

Empezó a trasnochar experimentando y se enganchó. Cuando se dio cuenta de su adicción, no pudo hacer algo, siguió trasnochando y tomando café para mantenerse despierto, comenzó a dejar lo acostumbrado. Una vez que iba en carretera, se orilló en la cuneta para hacer una pregunta y justificó su adicción llamándola investigación.

Phillips finalmente reconoció que ya se había convertido en una especie de “máquina”, su inteligencia y el instrumento funcionaban como uno solo. Cuanto más colaboraba, más secuestrada estaba su imaginación. Dejó de interesarse en inventar sus propias historias y personajes, su creatividad quedó inhibida.

El suyo es semejante a un testimonio de caída en la adicción, se asimiló a la inteligencia artificial. Finalmente pudo recuperar su aprecio por lo que le hace ser un ser humano. Su conclusión es muy sabia: “El problema no es que las máquinas piensen como hombres, sino que los hombres dejen de pensar como hombres”.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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