Solamente los seres humanos -animales racionales- son educables. Los demás animales por ser irracionales no son educables, pero sí se amaestran a base de adiestramiento. El adiestramiento consigue desarrollar hábitos después de repetir muchas veces un mismo, acto por eso, el animal reconoce el traste donde come o el lugar donde duerme, etc.
Los seres humanos también pueden adquirir hábitos semejantes a los de los animales, a base de repetición usan con precisión los cubiertos para comer u otros instrumentos para realizar con precisión algunas actividades. Pero lo más importante en los seres humanos es que aprenden porque tienen inteligencia y voluntad, y con estas dos facultades espirituales dan sentido a sus aprendizajes, los aceptan y los practican.
La unidad de intenciones en la persona puede facilitar muchas actividades reiterativas o cansadas porque se proponen alcanzar una buena finalidad. Por ejemplo, si una persona se entrena para una competencia deportiva tiene que repetir rutinas hasta lograr la flexibilidad o la velocidad requerida. Una persona que desea tocar un instrumento tendrá que ejercitarse hasta usarlo con precisión.
La educación incide en todos los aspectos de la persona, es gradual precisamente porque se adapta a la edad y a los conocimientos previos. Por eso la enseñanza institucional está tipificada según la edad y los conocimientos adquiridos. Además, cuando la educación es grupal es necesario atender a las relaciones y a la ayuda mutua. Pero siempre hay encuentro educando y educador y este aspecto relacional humaniza mejor el proceso educativo.
La relación humana es importantísima pues además de incidir en unos conocimientos específicos enseña a dar sentido a sucesos vitales como el dolor, el sufrimiento, el cansancio, la ayuda incondicional y todo el campo riquísimo de la sociabilidad, de la sensibilidad y de las creencias o incluso la fragilidad. Todo ello es posible entre seres humanos, no con instrumentos.
Incluir la vulnerabilidad en la educación es un gran tema que fomenta la sociabilidad porque se aprende a dar sentido a los límites que cada persona tiene y a la importancia de la ayuda mutua. Es un modo de entender y valorar las diferencias. Estos aspectos disponen a la paz, la abnegación, la comprensión y el encuentro con los demás. Todos necesitamos resolver desde aspectos materiales y prácticos hasta los más íntimos y personales como las creencias.
Otra circunstancia que explica la necesidad de personalizar la educación es la velocidad de cada quien para aprender. Además, hay fragilidades, límites, afinidades y extrañezas. La educación ha de responder a esas circunstancias de modo particular, es el tema de la comprensión, de la acogida, de la compasión, de la misericordia, de la congruencia.
Dosificar el esfuerzo es otro aspecto muy personal y parte del autoconocimiento y del conocimiento de los demás, también de saber las fortalezas y las debilidades propias y ajenas. Muchas veces a estos aspectos se les da prioridad sin tener en cuenta las circunstancias personales. El resultado es muy peligroso pues el rendimiento a toda costa puede romper a las personas y provocar profundas heridas y enemistades.
La eficiencia por encima de todo se puede pedir a una máquina, a un instrumento, pero no a una persona. Este aspecto es muy importante, especialmente cuando se alcanza un desarrollo muy grande en la tecnología. Y ese es un asunto actual. Incluso puede propiciar el absurdo de fomentar competencias entre los humanos y las máquinas.
La educación, especialmente en la adultez ha de insistir en la importancia de cuidar la cordialidad, la amistad y el amor en las relaciones humanas. La educación capacita a la persona para distinguir quienes son los destinatarios adecuados de esos sentimientos. Sin embargo, se puede presentar un panorama general.
La cordialidad es absolutamente necesaria, especialmente ha de practicarse en circunstancias donde las personas están o se sienten vulnerables. En estos sitios es desaconsejable pensar en robots para resolver esos servicios y capacitar al personal haciendo énfasis en esa actitud. Sería el caso de las zonas de admisión de pacientes en los hospitales, o de zonas de información en aeropuertos, por citar pocos.
Hay muchos tipos de amistad, pero es conveniente propiciarla entre personas que trabajan en una misma institución. Por ejemplo, difundiendo los logros y abriendo horizontes amplios sobre la trascendencia de ser parte de tales resultados. De este modo se aprecia el lugar que cada uno ocupa sin envidiar a otros o buscar desplazarlos. Esto fortalece a la persona y aumenta su autoimagen. Logra una autorrealización centrada y no individualista.
La amistad es un tipo de amor pertinente y cada persona ha de descubrir las adecuadas manifestaciones en el trato con los demás. Una manera de medir lo pertinente de la relación es el respeto con otros vínculos que esa persona tenga. Si una amistad deteriora o destruye los vínculos legítimamente construidos en alguno o en los dos es una deformación de la amistad y acarreará muchos problemas personales y sociales. En este terreno la educación ha de incidir en lo más profundo de las personas para que tengan un desempeño social centrado y honesto.
El amor conyugal es único y exclusivo. La honestidad y el cuidado es una prioridad de la pareja. Sin embargo, los demás han de ubicarse bien y cuidar el trato para no interferir, debilitar o peor destruir ese vínculo. En este aspecto las relaciones se han debilitado precisamente porque la educación ha ignorado el tema o lo ha trivializado. Es muy grave destruir una familia porque el mal ejemplo cunde y así se debilita la unión y la sociedad también pierde cohesión.
Hay etapas en la vida que están tipificadas y aparecen deseos de rejuvenecer inadecuadamente o de romper con lazos establecidos simplemente para demostrarse la capacidad de atraer. No les sucede a todos de forma vehemente, pero de cualquier modo si ese desajuste aparece en una persona amiga, precisamente la verdadera amistad consistirá en ayudarle a retomar sus compromisos y a recuperar la sensatez y el cariño por el cónyuge y sobre todo para evitar el mal ejemplo a los más jóvenes y peores males derivados de las malas decisiones.
Es importante que la educación dé más importancia a estos temas. Por supuesto es imprescindible en la familia, pero también en las instituciones educativas y en la sociedad con sus recursos tan poderosos como son los medios de comunicación y de entretenimiento.
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