Política abierta al mundo

Esta semana inició con una conmemoración inigualable, la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe y la impresión de su imagen en la burda tilma de Juan Diego. Evidencia inexplicable, palpable a todos. Suceso denominado “el Acontecimiento Guadalupano”.

Evidencia científicamente palpable, sorprendente y sin explicación. Evidencia palpable a todos, no sólo a los mexicanos sino a toda persona de cualquier nacionalidad, no sólo a los católicos sino a los de cualquier creencia o incluso sin ninguna. Y en 2031 esa evidencia cumplirá 500 años. Evidencia que algunos quisieron desaparecer y allí permanece.

Si los cumpleaños “redondos” -25, 50, 75, 100 años se festejan con muestras fuera de lo común, 500 años ha movido a variadísimas iniciativas. Conviene resaltar una que tiene una gran repercusión, precisamente porque puede beneficiar a muchísimas sociedades de nuestro planeta Tierra.

El 9 de octubre pasado, la Revista digital “Vida Nueva” dio a conocer cinco retos para los políticos mexicanos, propuestos por la Academia de Líderes Católicos, el 8 de octubre, en la Universidad La Salle de Nezahualcóyotl, Estado de México. El compromiso es de tal trascendencia y de resultados tan benéficos que es de desear se sumen muchas más personas. Anhelamos una mejora radical y tenemos la capacidad de llevarla a cabo.

Desde ahora hasta el 12 de diciembre de 2031 contamos con nueve años para trabajar en esta noble tarea: Responsabilidades políticas y sociales las tenemos todos. Principalmente quienes ejercen esas tareas de modo profesional -alcaldes, legisladores, senadores, diputados, gobernantes, etcétera. Pero no es menos importante la actividad de los ciudadanos en una estructura democrática. Allí todos tenemos voz y voto, somos corresponsables.

El director de la Academia, José Antonio Rosas, expuso los siguientes cinco puntos:

1.       Conservar las costumbres de los pueblos, en especial lo referente a la casa, alimentos, transporte, entretenimiento y lo que de eso se derive.

2.       Evitar excesos provocados por la riqueza o por su apariencia, especialmente en lo referente al vestido y a la comida. Además de no hacerse de bienes que excedan lo adecuado para vivir dignamente.

3.       Excluir el uso de nombramientos o títulos con la finalidad de conseguir trato preferencial.

4.       Dedicar tiempo para ayudar a personas excluidas o vulnerables, y dar un rostro más social a las obras de beneficencia.

5.       Crear espacios de hermandad, diálogo y amistad cívica con la finalidad de desterrar el odio, la polarización y la división.

Es importante captar el espíritu de cada uno de esos puntos, para descubrir el modo personal de trabajarlos.

En el primero se trata de revalorar las costumbres y las tradiciones que obviamente vinculan con los recursos naturales. Todo ello lleva a fortalecer el sentido de pertenencia y consecuentemente al cuidado y preservación de dichos recursos. Además, se evitan imposiciones de costumbres buenas en otros lugares, pero inadecuadas en ese sitio. Este aspecto es una muestra del respeto a la pluralidad.

El segundo nos lleva a evitar cualquier deseo de sobresalir apoyándonos en algún tipo de apariencia, que en el fondo es una mentira para apabullar y someter a los demás. También es un freno contra la avaricia pues todo aquello que resulta superfluo propicia un desajuste para quien tiene menos, y aunque se cuente con el poder adquisitivo, esos bienes ya no están al alcance, los tiene quien no los necesita.

El tercer punto fundamentalmente busca eliminar cualquier deseo indebido de trato preferencial. Peor aún si el modo de desenvolverse es a base de apariencias que en último caso propician la afectación y la mentira.

El cuarto es un deber para con quienes carecen de oportunidades adecuadas a su modo de ser que cae dentro de grupos minoritarios y, por ese motivo, han carecido de una educación adecuada a sus posibilidades o a sus limitaciones. También es necesario hacer de esas personas seres autónomos, no dependientes de la beneficencia.

El último aspecto incluye los tiempos de esparcimiento y de actividades informales donde la personalidad se explaya de manera espontánea. Allí se fomentan los encuentros con personas lejanas. Son sitios para compartir la herencia cultural y propiciar el diálogo que no se daría en otros sitios.

Estas actividades son para que todos las tomemos en cuenta, de manera personal. Y los ciudadanos además han de pedir el apoyo de los políticos para que ofrezcan espacios para realizar esas actividades, que con toda seguridad nos harán mejores personas, y por eso, mejores ciudadanos.

Es de desear que una vez puesto en marcha el proyecto, se planee una supervisión periódica que mida los resultados y mantenga el empuje.

Y como el Acontecimiento Guadalupano no es sólo patrimonio de México, sino de la humanidad, desde aquí ampliar las metas y llevarlas a todo el mundo. La Tierra está sedienta de una movilización de esta magnitud. Aprovechemos esta encrucijada que nos ha tocado vivir.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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