Ideologías

¿Sabemos de qué hablamos cuando se mencionan las ideologías? Sepamos o no conviene reflexionar sobre un asunto sumamente importante, pues incide en aspectos vitales. En la actualidad, hay tantas ideologías que es prácticamente imposible darnos cuenta de cómo, por ellas, podemos cambiar la razón de ser de nuestra vida. Por eso, no podemos dejar de detenernos en este asunto.

La palabra ideología proviene de dos vocablos: idea y logos. Logos es explicación. Idea veremos más adelante cuándo se produce en la persona y por lo tanto: qué es.

La idea es un concepto acuñado en la Teoría del conocimiento. Esta ciencia filosófica nos explica el proceso mediante el cual la persona capta el entorno donde se desenvuelve. De modo coloquial se puede explicar así: por medio de los sentidos la persona se pone en contacto con lo que le rodea. Cada sentido aporta su objeto propio y se producen datos que en la mente forman una imagen.

Si la persona está frente a un mueble la vista captará el color, la figura, el tamaño. Al tocarlo el tacto mostrará la textura, la dureza, la resistencia. El oído aportará el grosor del material o los distintos materiales por el sonido que producen al pulsarlos. El olfato si desprenden algún olor. El gusto si se lleva a la boca el material del que están hechos.

Cada dato que extrae de un objeto cada sentido, se unen para formar la imagen que a su vez, en la inteligencia produce un concepto. El concepto de modo inmaterial corresponde al objeto que se está conociendo. Por lo tanto, el concepto dentro de la persona que conoce equivale a la realidad conocida. Puede ser una persona o una cosa, pero totalmente relacionada con la realidad.

La idea es la valoración que hace la persona del concepto y precisamente por la singularidad que aportan las apreciaciones personales, se puede continuar en la vinculación con la realidad o se puede producir la desvinculación, con lo cual, en la segunda disyuntiva, la veracidad del realismo se desdibuja e incluso se puede sustituir por la inventiva humana que llega a negar las evidencias de la realidad. En este extremo prevalece la opinión sobre lo real y surge la ideología.

Por esta desvinculación, la verdad de lo que cada cosa es ya no importa, lo que se impone es la primacía de lo que se piensa, de las opiniones que ya no respetan el ser de las cosas sino el pensar. La verdad ya no importa, lo que importa es la opinión. Por eso se habla de la post verdad. Y en la post verdad se privilegia la mentira.

Cuando se privilegia el pensar sobre el ser, el siguiente paso es dar entrada al individualismo, pues se abre la puerta a que cada quien piense lo que quiera, ya no hay un punto de partida común, ya no se respeta la verdad, cada opinión personal se vuelve un mundo independiente, aunque se puede imponer a los demás cuando se tiene cualquier tipo de autoridad.

Las ideologías rompen con la ciencia pues antes rompieron con el realismo. De allí surgen dos polos opuestos e irreconciliables: el realismo que admite la verdad, el bien y la belleza objetivos, y los idealismos que abren la puerta a la verdad de cada quien, a la moral de cada quien y a la belleza propuesta por cada uno.

Los ideólogos buscan el poder para imponer su mundo, sus ideas, sus puntos de vista. Imponen su verdad, imponen su moral: dicen lo que es bueno o malo, al margen de una legislación. Tampoco existen cánones de belleza, cada quien señala lo bello a su gusto.

Obviamente a las ideologías les estorba la religión. También las legislaciones les estorban. El interés de cada ideología es la de imponer al mayor número de personas su propio punto de vista, su verdad y su moral contar con seguidores que admitan sus puntos de vista para explicar la realidad. Así surgen antagonismos irreconciliables.

La filosofía realista busca explicar el mundo, la realidad que nos rodea, quién es el ser humano, mantener lazos con lo que nos rodea. Las ideologías buscan la transformación para satisfacer los propios puntos de vista, ofrece teorías al margen de lo real. A lo largo de la historia podemos encontrar la tendencia a imponer los propios puntos de vista.

Han sido ideologías la Ilustración francesa, la masonería, el positivismo, los nacionalismos, el evolucionismo radical, el liberalismo, el comunismo marxista, el psicoanálisis freudiano, el feminismo radical con la promoción actual de la ideología de género, el ecologismo antinatalista, el globalismo. Muchas veces esas posturas permanecen modernizándose.

La mayoría de las ideologías son materialistas, y su visión del mundo y del ser humano empobrece y es errónea. Son anticristianas si les influye la Ilustración francesa. También aumentan su fuerza cuando se reniega de la identidad de Occidente.

Occidente supo valorar el pensamiento griego, el derecho romano y el cristianismo. Surgieron los monasterios y las universidades; se desterró la esclavitud antigua; fomentó las artes, llevó sus adelantos a América, promovió la ciencia y propició la revolución tecnológica e industrial. Ahora por decadencia ha renegado de su pasado, también por ignorancia o por las malas influencias del combate anticristiano, del comunismo marxista, del positivismo, del evolucionismo radical, de la masonería, de la segunda ola del feminismo, de la ideología de género.

A las ideologías les molestan la verdad, el cristianismo, el derecho. Y los seres humanos podemos hacer mal uso de nuestra libertad. Lo efímero es efímero. Pero cualquiera de nosotros puede acomodarse o promover el cambio.

Para recuperar la verdad y los valores hay que erradicar las ideologías. Para eso existen las grandes instancias educativas: familia, escuela, iglesia y medios de comunicación. En las editoriales, en las grandes y pequeñas pantallas, en el urbanismo, en el deporte, en las agrupaciones, en las lecciones del pasado, en la iniciativa de cada uno es necesario impulsar el combate.

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