El mal como estrategia

Somos conscientes de tener una finalidad en todos los asuntos. Sin una meta no nos moveríamos. Este dato salta a la vista al observar cualquier tipo de actividad. Las criaturas irracionales tienen impresa la finalidad de sus actos para conseguir unos resultados necesarios. Por ejemplo, la conservación de la especie, o para beneficiar el clima, etcétera.

Respecto al fin, lo natural es buscar una finalidad buena. Sólo el bien mueve positivamente a actuar. Los irracionales tienen integrado el fin y el bien, no fallan. En los seres humanos la integración de esos dos factores requiere de la deliberación y de la decisión libremente elegida.

Este modo de proceder del ser humano se mueve entre dos polos: actuar bien y elegir bien, provocando bienes, o actuar mal al elegir con error, provocando males. Es el riesgo de la libertad. Por tal motivo, las personas han de prepararse para elegir lo mejor. De allí la importancia de la educación y de la ayuda mutua.

La educación fomenta las virtudes y estas facilitan la actuación en el bien. La educación advierte el peligro de equivocarse cuando nos dejamos llevar por las pasiones que ciegan la inteligencia y propician elecciones viscerales, precipitadas o inducidas por desavenencias que buscan descalificar a los otros, sin calibrar la posibilidad de buscar propuestas mejores a las propias.

Esta es la razón por la que conviene contar con el consejo de personas doctas, de moverse en ambientes sanos, de seguir el ejemplo de personas honorables. Así podremos frenar los posibles descaminos y evitar actuaciones que nos hagan daño y dañen a los demás.

Sin embargo, desgraciadamente hay estructuras del mal. Tenemos experiencia de ellas, las sufrimos, y a veces colaboramos con ellas directamente o indirectamente.

Directamente puede ser porque formamos parte de grupos corruptos que consiguen beneficios a costa de los demás. Hay quienes diseñan estas estructuras y usan su capacidad para beneficiarse injustamente a costa de los demás. Generalmente los seguidores no miden las consecuencias y cuando quisieran alejarse ya no es posible por los compromisos tan estrechos que guardan entre sí.

Los que iniciaron una participación indirecta, puede deberse a imperiosas necesidades y la sociedad en que viven no les ofrece oportunidades. Se involucran pensando que aquello será esporádico, pero desgraciadamente casi siempre ya no pueden desvincularse.

Por esta razón las estructuras sociales han de ofrecer variados beneficios a todos sus miembros. Es una responsabilidad muy grande la de crear instituciones que puedan ofrecer ayuda a personas en graves carencias. Es imprescindible adelantarse y evitar que por falta de recursos  honestos algunos inicien el descamino.

Las estructuras del mal provocan guerras, fraudes, calumnias, violencia. El mal lleva al sin sentido. Provocar el mal como una finalidad es llevar a la humanidad a su propia destrucción.

En la medida de nuestras posibilidades hemos de frustrar cualquier proyecto que fomente el mal aunque sea pequeño. El mal endurece, atrapa y acarrea desgracias. Desune.

Nunca es tarde para rectificar. La felicidad está en el bien. Cada uno ha de construir de acuerdo a su puesto, a sus conocimientos, a sus relaciones. Indudablemente a los gobernantes les compete fomentar una comunidad sana, oportunidades variadas para todos los estratos de la sociedad, pero todas sanas. También le compete estar al tanto de los desmanes para atajarlos. Ha de contar con medidas correctivas y preventivas. , su primera obligación es con los miembros de su familia y las amistades, luego con todos.

Quienes tengan capacidad de asociarse para diseñar instituciones, lo deben hacer, ese ingenio y esas posibilidades no pueden ni deben reprimirlas, las tienen para su provecho y también para beneficiar a otros. De alguna manera los talentos son para el beneficio individual y social.

Ante las finalidades que se persiguen hace falta congruencia. Si queremos vivir en paz es absurdo fomentar la guerra. Si queremos buen trato hemos de enseñar a todos en qué consiste respetar, ayudar, armonizar. Si queremos justicia hemos de ser justos y respetar lo de los demás.

Los ciudadanos han de actuar buscando el bien

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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