El lenguaje del pincel: Natalia Orozco

Natalia pertenece a una familia de gran sensibilidad estética. Son artistas pensantes y por lo mismo en todo lo que les rodea encuentran similitudes, diferencias, relaciones, contraposiciones. Por eso todo les dice algo y a su vez necesitan darlo a conocer de un modo exquisito. Veo en esto la capacidad de mostrar la verdadera estética, la que eleva a las personas, y les otorga momentos de gozo sublime.

Natalia lo concreta y por medio del pincel habla y dice mucho. Tuve la oportunidad de escucharla en dos sesiones organizadas por la Escuela de Líderes Católicos Latinoamericanos. Fueron varios artistas y nos abrieron sus respectivos mundos: de las letras, la música, la pintura. Intérpretes y compositores, una gama variadísima.

Conozco mucho de su trabajo y lo gozo. En una de las sesiones a las que hice alusión, ella manifestó no tener facilidad de palabra. Es posible, a veces las ideas son ricas y densas, entonces es muy complejo mostrarlas en el lenguaje hablado. Pero mostró fragmentos de su obra pictórica y la fue explicando. Evidentemente es impactante captar cómo un espacio plano, limitado, puede contener universos que se expanden. En una de esas dos sesiones, nuestra compatriota nos dijo estar radicando en Chile.

Natalia Orozco se expresa y muy bien. En la calle de Salvador Novo, en Coyoacán en el Centro de Artes Vivas, tiene una exposición de sus recientes cuadros. La inició el 6 de octubre y termina el 3 de noviembre. La tituló “Entre pasos” y apostilla: todo inició con un primer paso y la decisión de continuar.

Su tiempo es contemporáneo, de una intimidad compartida. Nos podemos identificar todos. Todos lo hemos vivido. Ella ofrece su solución. Muestra unas pisadas, una tras otra. Piensa, reflexiona, camina, un paso y otro. Mira hacia adelante. Son dos salas, dos ambientes. En la parte inferior de las paredes hay huellas con palabras que animan a caminar. ¿Por qué? Porque el universal fenómeno de la pandemia nos detuvo. Y luego, cuando se fue, nos paralizó. Y había que salir.

Invita a entrar una pintura de una calle rectilínea flanqueada por ambos lados por muros ocres, cenizos, más sombreados al principio, más iluminados y pequeños al final. Allí la luz se impone. Al principio dos personajes y sus sombras. Al final, más pequeño, alguien y su sombra, pero el camino es más claro, más cerca de la luminosidad.  

Patricia Restrepo, Directora de la Sala de exposiciones, capta muy bien el sentir de la artista y la explica de una manera tan nítida que introduce y contagia el gozo del maravilloso mundo de la expositora.

En la primera sala, una de las huellas dice “compañeros en soledad”. Y es verdad nos acompañan las mismas impresiones, compartimos, pero no salimos. Y se debe salir. Y así, cada huella interpela, sugiere, cada espectador puede identificarse y contar su experiencia.

En el primer muro todas las pinturas carecen de color. Trazos negros sobre blanco. Son la muestra del encierro. El mundo se encogió. Las tareas se sobrepusieron, se encimaron, todo se comprimió y todo interpelaba. Ansiedad, parálisis y complejidad. Llegó el momento de abrir la puerta…

Poco a poco en los siguientes muros aparece el color, aunque no deja de dominar el ocre o las tonalidades de gris. Varias pinturas muestran lanchas atadas.  Su función es transportar, pero están vacías y nadie las ocupa.

En el tercer muro hay una pintura interesante, como todas las demás. Un largo embarcadero sin barcas, solamente una al inicio sin conductor ni ocupantes. A la mitad del sitio, de pie y de perfil, mirando al infinito, un alguien bien plantado, como decidido a permanecer allí…

En varias de las pinturas se refleja la maravillosa cordillera nevada, característica del longi largo país chileno. Y la atracción del más allá de las puertas cerradas.

En la segunda sala se plasman los paisajes y las callejuelas, los habitantes y sus construcciones, del viaje emprendido a Italia. Por supuesto, la reina de las bellas artes, Florencia. Y la riquísima creatividad del Renacimiento, inagotable, permanente, sugerente, fértil. Y el mensaje contundente: DESPUÉS DE LA PESTE SURGE EL RENACIMIENTO. Así surgirá algo grande después de la pandemia.

Muy cerca del final de la exposición, hay un cuadro que representa un conjunto de flores en tonalidades rosáceas. Algo así como la explosión del verano.

Al final un autorretrato y el poema de Benedetti: “No te rindas aún estás a tiempo, de avanzar y comenzar de nuevo.

Aceptar tus sombras, externar tus miedos,

liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,

continuar el viaje,

perseguir tus sueños,

destrabar el tiempo,

correr los escombros y destapar el ciclo.

No te rindas por favor no cedas

Aunque el frio queme

Aunque el miedo muerda

Aunque el sol se ponga y se calle el viento

Aún hay fuego en tu alma,

Aún hay vida en tus sueños,

Porque cada día es un comenzar,

Porque esta es la hora y el mejor momento.

Porque no estás solo, porque yo te quiero.

Gracias, Natalia. Con tu pincel eres académica de la lengua, tus expresiones nos eran necesarias.

No se la pierdan, quedan pocos días, si acuden será el tiempo mejor aprovechado.

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