Amor a la sociedad y a la autoridad

Aunque hay personas en quienes se subraya alguna característica con la cual se dificulta la sociabilidad, ante alguna circunstancia más exigente, buscamos la ayuda de alguien. Unas de esas características pueden ser por exceso o ´por defecto, por ejemplo: autosuficiencia, resistencia al cambio, conformismo, o timidez, inseguridad, aislamiento.

También es probable que todas esas características todos las tengamos, aunque aparezcan solamente ante circunstancias muy concretas. Sin embargo, es aconsejable estar atentos y descubrirlas pues pueden impedir la buena comunicación y dificultar las relaciones humanas. Y en la sociedad no seremos elementos de cohesión.

Conviene detenernos en los beneficios de pertenecer a la sociedad, pues tenemos una tendencia natural a ella. Además, no se trata de una sociedad abstracta sino muy concreta y no una sino muchas. La más cercana es la familia nuclear e inmediatamente después la familia extensa. Luego aparecen los grupos cercanos de personas con quienes se está bien, pueden ser vecinos o personas simpáticas, y las buscamos. Siguen la escuela, la empresa donde trabajamos, el club deportivo, etc. Estamos sumergidos en ámbitos sociales.  

También hay personas menos afines y ante ellas podemos tener reacciones inadecuadas como el rechazo, la agresión o el aislamiento. Si reflexionamos, puede resultar una buena ayuda para conocernos mejor y descubrir cuándo mostramos cierta cobardía o agresividad, también paciencia o fortaleza para dialogar y limar asperezas. Para desempeñarnos bien, es preciso ser elementos positivos en nuestras sociedades.

Generalmente en toda sociedad en donde estamos inmersos hay unidad, pues coincidimos en el mismo territorio, la misma raza, los mismos estudios, la misma profesión, etcétera. Pero es signo de inmadurez sorprendernos ante las diferencias, sobre todo aquellas que nos molestan o nos parecen insufribles. Para superar estas reacciones es importantísimo distinguir la unidad de la uniformidad.

La unidad es condición para conservar la sociedad. Puede ser espontánea o voluntaria. Es una unidad que nos gusta, nos convence y la fomentamos. La uniformidad es irreal, aunque en algunos colectivos se requiera, como sucede en el ejército, o en un equipo deportivo. Pero en la vida ordinaria la uniformidad es una afrenta al modo de ser de cada uno, la fomentan los dictadores.

Un dictador es la persona que liderea a un grupo y para asegurar la sumisión los uniforma, no acepta las iniciativas, no acepta las diferencias, no respeta la libertad personal, desea dominar y evitar toda iniciativa que no sea la suya. Un dictador es tirano, pero todos tenemos algo de tiranos y hemos de detectar esos intentos, para erradicarlos.

La idea es valorar la unidad de los distintos en las sociedades a las que pertenecemos. Aprender de otros modos de actuar es un enriquecimiento imponente. Tener en cuenta las diferencias que nos gusta, nos facilitan las relaciones. Pero hay diferencias que no nos gustan y en ellas hemos de trabajar para ampliar nuestra perspectiva y nuestra comprensión.

Si no entendemos las diferencias, podemos caer en injusticias como ver culpables a los distintos. Eso es injusto. Otro asunto es la valoración ética, quien actúe contra la moral requiere corrección, sea semejante o diferente.

También se debe evitar la marginación de los diferentes. Ir a las causas y preguntarnos si marginamos porque nos resulta problemático entender sus planteamientos. Se trata entonces de salir de la zona de confort y estar dispuestos a aprender de todas las circunstancias. Es interesante tratar de apreciar otros enfoques. Si están bien aprendemos algo nuevo. Si no están bien enfocados puede ser doble el aprendizaje pues descubrimos la causa de la desviación y además buscamos el modo de corregir esas posturas.

No tener miedo a discrepar, no buscar agradar a todos. Al tratar de resolver los antagonismos crece la capacidad de comprensión y la capacidad de exponer a otros nuestros puntos de vista. Este modo de actuar abre diálogos con horizontes muy amplios. También abre a nuevas amistades.

Al entablar el diálogo con quienes tienen posturas diferentes es necesario cuidar de tomar el papel del maestro y no dejar exponer a la otra persona. Por respeto también el otro debe explicarse.

Para evitar estas polarizaciones, en toda sociedad hace falta el papel de la autoridad. Es autoridad quien más sabe, quien tiene más experiencia por lo vivido o por lo estudiado, quien destaca para ayudar a todos. En la actualidad hay bastante rechazo a la autoridad, tal vez porque ni quienes la ostentan ni quienes la reciben han entendido bien su importancia. Puede suceder que se ha confundido con el autoritarismo que es la caricatura de la autoridad.

Quien es autoritario o es ignorante o es tirano o es inseguro. Esas causas hay que afrontarlas y eliminarlas adecuadamente para no desvirtuar el papel de la autoridad.

Es importante no tener miedo a ejercer la autoridad, es necesario revalorarla. Es causa de unidad y de integración de los demás. Una persona en quien se ha delegado la autoridad ha de ganarse la confianza de todos logrando la buena marcha y la armonía.

Todos los miembros de una sociedad hemos de ser agradecidos por las actividades de los demás. Combatir la desunión evitando críticas o difundiendo sospechas. Acometer las dificultades y tratar de eliminar, en lo posible, los sufrimientos de los demás. Fomentar la cercanía y respetar la autoridad.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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