Gracias, AMLO, por los nuevos mirreyes

Las becas a los jóvenes con el gobierno de AMLO se han vuelto un derecho y no un estímulo. Mientras tanto el presupuesto a los emprendedores se ha esfumado.


Becas jóvenes


Entre tantas imágenes y noticias que la mal llamada cuarta transformación –¿a poco no suena bonito llamarla así?— ha proporcionado en los últimos meses ninguna le había dolido tanto a esta ñora como la de los escuincles, perdón las bendiciones de alguien por ahí, que exhibían el dinero en efectivo que habían recibido como parte las becas a estudiantes que se dieron la semana pasada: Un muchacho afuera de un tabledance, otro con billetes encima de la cabeza, una chica subida en una especie de cuatriciclo con el precio a plazos. Se decía que muchos habían ido a pagar la mensualidad de un celular de última generación o que se habían lanzado por el sixpack de cervezas…

Las becas a jóvenes estudiantes no son una novedad. Se han dado desde hace veinte o más años, pero entre las novedades iniciadas por el mi-mujer-me-reclama-todas-las-noches-que-el-rey-no-pida-perdón-todavía-y-así-sus-ventas-del-libro-no-suben está, primero, que la exigencia a mantener un buen promedio se ha esfumado, simplemente se dan con el bonito mérito de existir. La beca se vuelve así un “derecho” y no estímulo.

Esto contrasta con lo que sucedía antes, por ejemplo, en el Conacyt donde quienes recibían becas para estudiar postgrados –esta ñora conoce a varios amigos de su ñor que estudiaron así— y parte del “intercambio” era que esos becados regresaran a México a aplicar sus conocimientos y si no volvían tenían que reintegrar el monto de lo recibido. Ahí los becados entregaban algo a cambio. Según lee la ñora en esta nueva etapa del Conacyt los futuros becados tendrán que entregar muñequitos vudú o cartas astrológicas que demuestren su compromiso con la transversalidad socializada de los saberes milenarios; pero esa es otra historia.

En el caso de las becas a estudiantes, el cambio más grave saltarse la tarjeta de débito y entregar billetes de altas denominaciones. Esta ñora ignora si las siguientes entregas se harán así o si fue sólo esta vez.

Dar billetes no fue una casualidad, fue maquivélicamente –¿a poco no le salen muy bonitas las palabras largas a esta ñora?— planeado por el efecto psicológico que tiene en los más jóvenes. Cuando un joven recibe la tarjeta esta es un instrumento “para”, hay una “distancia” para obtener el beneficio. Al recibir billetes el mismo dinero se vuelve el beneficio. Se jugó alevosa y tramposamente con la mente de esos chicos. No hicieron nada por recibir el dinero, no tendrán que hacer nada por recibir el siguiente y pueden acostumbrarse al dinero fácil y creer que es su derecho.

De ahí el tufo que salía de esas fotos donde lo que emulan es lo que ha sido destacado en películas y series como una de las peores imágenes de los jóvenes mexicanos: los mirreyes. Sí, esos chicos que no tienen freno, que viven en la inmediatez, que se valoran a sí mismos y a los demás en función del dinero. En su caso sí de las tarjetas negras, platino y demás porque se trata de otro nivel socioeconómico que los ha rodeado. Los mirreyes se gastan sin freno el dinero que han ganado sus padres o abuelos, esos falsos becarios se gastan el dinero que los mexicanos pagan con sus impuestos.

Si esta ñora fuera mamá de alguno de esos escuincles, perdón, bendiciones, estaría sumamente enojada de que el me-paso-los-acuerdos-de-guardia-civil-por-el-arco-del-triunfo lo menospreciara así convirtiéndolo en cliente permanente de sus programas sociales y no le estimulara para ser mejor estudiante, para innovar en la ciencia, para empezar un negocio. Y es el tono de todo el gobierno, porque esta ñora se entera de que el poder legislativo ha enterrado el programa de apoyo a los emprendedores, porque qué osadía pedir que la gente trabaje por lograr salir adelante, mejor le damos directamente, es el lema.

Esta ñora quiere pensar que esas fotos reflejan casos aislados que se publicitaron precisamente por lo escandaloso que resultan. Esta ñora confía en que esos jóvenes, pasada la emoción de tener en sus manos los billetes, hayan decidido utilizarlos en compra de útiles, pago de pasajes, pago de ropa o libros… pero si no es así, el daño hecho al dar dinero fácil a la juventud mexicana, a largo plazo, será más contundente y más profundamente corruptor que cualquier otra de las ocurrencias de esta transformación de cuarta. Esta ñora está profundamente asombrada de lo bajo que se dejando caer a este país.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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