La raíz profunda del caso de Torreón

Para rematar, aparecieron publicadas informaciones sobre supuestos o reales nexos de la familia con el narcotráfico del norte del país.


Raíces profundas


Del atentado que se produjo hace unos días en el Colegio Cervantes, en Torreón, se ha escrito en casi todos los sentidos.

Ajenos al auténtico concepto de la ética profesional, algunos medios informativos han explotado el lamentable atentado como fuente de información morbosa, que es la que más vende, sin pudor alguno.

Así, los medios que han dado cuenta del trágico episodio, empezaron por dar a conocer la noticia, ilustrada con muy poco edificantes fotografías que nada aportan al lector, aunque sean realistas y pretendidamente objetivas.

Después aparecieron las notas sobre la supuesta o real influencia de un videojuego violento, sobre la mentalidad del menor, influencia que llevó al niño a matar a su maestra, herir a varios compañeros y finalmente suicidarse.

Como el asunto seguía siendo material demandado por los lectores, nacieron nuevos ángulos. Uno de ellos, que las armas usadas por el menor eran de su abuelo y estaban siempre al alcance del nieto.

Luego surgió la historia de la familia, que si el papá enviudó y después abandonó al niño, y los efectos que ello pudo haber tenido en la conducta final del muchacho.

Y para rematar, aparecieron publicadas informaciones sobre supuestos o reales nexos de la familia con el narcotráfico del norte del país.

Bien. Todo eso efectivamente pudo tener alguna influencia sobre los enfermos mecanismos mentales del chico que cometió el atentado, pero la raíz profunda, la causa final y medular del hecho no está a esa profundidad, sino a una mucho mayor.

Está en el terreno, atingentemente abonado cada día desde muchos ángulos, de la destrucción de los valores morales, tanto personales como familiares y sociales; está en el ámbito de la lucha ambiciosa por el bienestar a costa del bienser, y en el lecho de la arena movediza en la que se hunde, cada día más, la lógica de la convivencia y el bien común.

El caso del chico de Torreón dejará de ser noticia pronto, si no es que ya ha ocurrido eso. Lo que no desaparecerá, a menos que dejemos de ser indiferentes y actuemos en nuestros propios círculos familiares y sociales, es el deterioro, la decadencia, la corrupción de la estructura de valores de las personas, que avanza velozmente en todo el mundo.

 

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