López Obrador sólo ha usado al pueblo para sus mezquinos intereses de poder.
Para cambiar el rumbo que lleva el país con la muy mal llamada cuarta transformación, se necesitaba la acción de los partidos de oposición.
López Obrador es una versión corregida y aumentada de dos demagogos profesionales: los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo.
La mayoría que tiene actualmente Morena en la Cámara de Diputados es artificial, la obtuvo con trampas y compró a diputados de otros partidos.
El día 8 y el mes de marzo y todo el año son para cultivar y exigir el respeto a la mujer, por su dignidad de ser humano, primero, y por ser mujer, después.
La administración actual no es de derecha ni de izquierda. Es ciertamente populista, porque el populismo lleva siempre el sello de quien manda.
Joe Biden y Kamala Harris tienen el control total del Congreso y del poder judicial.
Las revoluciones retrasan, cuando no impiden, el desarrollo integral de los pueblos. Además dejan muchas personas muertas, despojadas, deshonradas y humilladas.
Es justo señalar que López Obrador mientras más se obsesiona por llevar adelante sus planes, sus erráticas acciones lo arrastran por otro derrotero, totalmente distinto y hasta contrario.
La historia de la Independencia de México es más compleja y rica y de lo que usualmente conocemos y comienza con la expulsión de los jesuitas.