En encuestas, muchos jóvenes dicen “no me interesa la política”.
Pero en las calles, redes sociales, comunidades escolares y causas sociales, la Generación Z es la más activa y visible.
La paradoja es clara:
- menos confianza en partidos,
- menos identificación con ideologías,
- menos participación en estructuras tradicionales,
pero - más protesta,
- más activismo,
- más vigilancia,
- más consciencia social,
- más presión sobre líderes e instituciones.
Para la Gen Z, la política no es votar cada tres años:
es vigilar, denunciar, grabar, viralizar, exigir y acompañar causas de justicia.
La participación ciudadana es un deber moral para la construcción del bien común. La Gen Z encarna ese deber, aunque no siempre con los métodos tradicionales.
La desconfianza base: partidos y gobiernos no representan sus ideales
Encuestas del Latinobarómetro y del Pew Research Center indican que:
- solo el 9% de los jóvenes confía en partidos políticos,
- menos del 20% cree que su gobierno “trabaja por el bien común”,
- la mayoría considera que “la política está capturada por intereses privados”,
- y 3 de cada 4 jóvenes cree que la corrupción es “endémica”.
No ven en los candidatos coherencia, honestidad, visión humanista, compromiso con la justicia social, políticas reales para jóvenes.
La Gen Z no es apática: es desconfiada. Y la desconfianza es una forma de lucidez social. “No es que no me importe la política. Es que no le creo a ningún político.” — Mariana, 22 años, estudiante de derecho
La calle como plataforma política: marchas, protestas, causas
La Gen Z participa en:
- marchas feministas,
- protestas por violencia e inseguridad,
- movilizaciones ambientales,
- marchas por desaparecidos,
- protestas estudiantiles,
- movilizaciones por derechos humanos.
Su participación es emocional, visual, colectiva, y ocurre en dos espacios simultáneos:
a) La calle Donde muestran número, cansancio y convicción.
b) Las redes Donde amplifican, narran, documentan y vigilan.
Un ejemplo claro es la participación de jóvenes en marchas feministas en México:
el 60% de las asistentes en 2023 tenía entre 15 y 29 años. La política para la Gen Z es acción, no discurso.
Activismo digital: el nuevo espacio cívico
La Gen Z domina el activismo en redes:
- crean hashtags,
- producen videos explicativos,
- denuncian injusticias,
- difunden casos de abuso,
- organizan colectas,
- conectan causas locales con movimientos globales.
Este fenómeno se conoce como “politización de la vida digital”. Según DataReportal, el 70% de la Gen Z mexicana participó en activismo en línea en el último año.
Ejemplos de activismo digital juvenil:
- #MeTooUniversitario
- #JusticiaPara… (casos particulares)
- defensa de causas ambientales
- denuncias de corrupción local
- voluntariados coordinados vía TikTok
El activismo digital es criticado como “activismo de sofá”, pero en la Gen Z suele ir acompañado de participación real.
La vigilancia ciudadana: cámaras en la mano, sistema bajo escrutinio
La Gen Z documenta todo: abuso policial, acoso, violencia, corrupción, fallas de servicios públicos, negligencias. Su herramienta política principal es el celular. Documentar es para la Gen Z un acto de justicia. Como señala el académico Zygmunt Bauman, “la cultura digital convirtió a los jóvenes en testigos permanentes del mundo”. Y ahora también en monitores éticos, una forma moderna de participación ciudadana.
Nuevos liderazgos: horizontales, temporales y sin caudillos
La Gen Z no sigue líderes tradicionales. Prefiere:
- influencers éticos,
- divulgadores de ciencia,
- activistas locales,
- creadoras feministas,
- organizaciones civiles,
- liderazgos juveniles honestos.
Y rechaza:
- líderes autoritarios,
- caudillos,
- figuras mesiánicas,
- discursos de odio.
El liderazgo para la Gen Z es horizontal y rotativo, no jerárquico ni permanente. “No necesitamos un líder. Necesitamos que el sistema deje de fallar.” — Diego, 19 años, activista ambiental
La participación juvenil
Los principios humanistas coinciden sorprendentemente con la forma en que la Gen Z se involucra:
- Dignidad humana: su lucha contra violencia, machismo, impunidad.
- Solidaridad: colectas, rescates comunitarios, apoyo digital.
- Subsidiaridad: organización desde abajo, jóvenes creando soluciones.
- Bien común: activismo ambiental, derechos humanos, seguridad.
- Participación: exigencia a instituciones para mejorar el país.
La Gen Z no lo llama así, pero vive muchos de estos principios diariamente.
La política institucional: ¿por qué no conecta con ellos?
a) Lenguaje distante Los discursos políticos no hablan su idioma:
usan tecnicismos, retórica vacía, promesas genéricas.
b) Falta de coherencia Los jóvenes detectan hipocresía con facilidad.
c) Corrupción estructural La ven, la viven, la estudian y la sufren.
d) Propuestas irrelevantes Los políticos hablan de economía macro; los jóvenes hablan de renta, salud mental, seguridad, transporte público y acceso a empleo digno.
e) Campañas arcaicas La comunicación política tradicional no funciona con ellos.
¿Votan? Sí, pero selectivamente
La participación electoral de la Gen Z no es baja: es condicional. Votan cuando sienten:
- amenaza a derechos,
- causa relevante,
- candidato coherente,
- instituciones confiables,
- presión moral por el país.
Según el INE, la participación de jóvenes aumentó en 2018 y 2024. Votan no por ideología, sino por dignidad, justicia y efectividad.
“Yo no creo en la política, pero no quiero que mi país se caiga a pedazos. Entonces me meto, protesto, denuncio, voto, hago algo.” — Andrea, 21 años, estudiante y voluntaria
Su frase resume la esencia de la Generación Z: menos fe en el sistema, más responsabilidad personal para cambiarlo.
La Generación Z:
- no confía en partidos,
- no cree en políticos tradicionales,
- no tolera la corrupción,
- no aguanta discursos vacíos.
Pero al mismo tiempo:
- protesta,
- vigila,
- documenta,
- denuncia,
- exige,
- vota,
- se organiza,
- crea movimientos.
La Gen Z es profundamente política, pero a su manera, con un sentido ético que recuerda el llamado cristiano a transformar la sociedad desde el bien común y la verdad.
No pretenden “tomar el poder”. Pretenden que el poder deje de fallar. Y esa es, quizás, la forma más seria y madura de participación política de nuestra época.
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