¿Líder emergente o ficción política?

La figura de Ricardo Salinas Pliego ha vuelto a colocarse bajo el reflector nacional. Sus intervenciones públicas, sus disputas con actores del gobierno federal y su creciente presencia en el debate político han generado preguntas sobre el papel real que el magnate pretende desempeñar en el panorama electoral mexicano. 

A la par de su influencia empresarial y mediática, Salinas ha moldeado un discurso directo y confrontativo que ha sido leído por algunos sectores como un acercamiento estratégico al terreno político, mientras que otros lo interpretan como parte de una narrativa personal construida desde el poder económico y la visibilidad digital.

Un magnate con más de un siglo de historia familiar empresarial

Ricardo Salinas Pliego es una de las figuras empresariales más influyentes de México. Su presencia en sectores clave — comercio, medios de comunicación y servicios financieros — lo ha convertido en un actor con peso propio dentro del entramado económico y social del país. 

Su imperio empresarial tiene raíces que se remontan a inicios del siglo XX, cuando su bisabuelo, Benjamín Ricardo Salinas Westrup, fundó una compañía dedicada a fabricar catres metálicos utilizando varillas desechadas por la Fundidora Monterrey.

La asociación familiar dio origen a la reconocida tienda Salinas y Rocha, que más tarde sería un referente del comercio nacional. En 1930, su hijo Hugo Salinas Rocha se incorporó al negocio, potenciando la producción de muebles y, posteriormente, emprendiendo la creación de Elektra a principios de la década de 1950. 

En un inicio, Elektra se dedicó a la manufactura de transmisores para radio y televisión, antes de consolidarse como una de las cadenas más populares en la venta de muebles, línea blanca y productos electrónicos.

Mientras Elektra crecía, Salinas y Rocha enfrentó dificultades severas, especialmente a partir de la crisis económica de 1995 y la devaluación del peso. Su debacle marcó un punto de inflexión que permitió a Elektra adquirir en 1999 el 94.3% de la empresa, incluyendo sus activos y centros de distribución. En aquella subasta participaron también competidores como Carlos Slim Helú y los propietarios de Famsa, Viana y Hermanos Vázquez.

Desde 1987, Ricardo Salinas Pliego asumió la presidencia de Grupo Elektra y lideró estrategias que ampliaron la empresa hacia los servicios financieros, incorporando banca y créditos dentro de sus tiendas. En 1993, la compañía colocó su primera Oferta Pública en la Bolsa Mexicana de Valores, marcando un nuevo capítulo de expansión financiera.

Ese mismo año, Salinas Pliego adquirió TV Azteca a través de la subasta de Imevisión, como parte del grupo Radio Televisora del Centro. La operación se realizó con un préstamo de 29.7 millones de dólares otorgado por Raúl Salinas de Gortari, hermano del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari.

Del consejo presidencial a la ruptura: su peso en la esfera política

Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Salinas Pliego fue invitado a conformar el Consejo Asesor Empresarial del presidente, un espacio de diálogo frecuente entre ambos. El empresario, considerado por Forbes como el tercer hombre más rico de México, asistía de manera regular a reuniones privadas en las oficinas de TV Azteca, convirtiendo esos encuentros en una práctica recurrente.

Aunque es ampliamente conocido por su papel en Grupo Salinas, menos visible ha sido su incursión en la industria petrolera. Desde el sexenio de Enrique Peña Nieto, Salinas Pliego fundó Typhoon Offshore, S.A.P.I. de C.V., una empresa creada en 2013 con operaciones en Ciudad del Carmen y oficinas en la misma dirección que TV Azteca. Registros públicos lo señalan como presidente de esta compañía, cuyos vínculos con Grupo Salinas fueron documentados por The Wall Street Journal desde 2015.

La relación entre López Obrador y Salinas Pliego se mantuvo cercana hasta aproximadamente 2022, cuando se fracturó por lo que el empresario describió como “una cadena de mentiras”. En entrevista con El CEO, afirmó que el expresidente incumplió un acuerdo para resolver su deuda fiscal, lo que calificó como una “traición” que marcó su distanciamiento definitivo.

De acuerdo con el empresario, la ruptura también tuvo un componente ideológico. Su desacuerdo con los nuevos libros de texto impulsados por Marx Arriaga fue, según dijo, el último detonante.

Un conflicto multimillonario con el SAT

La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió que Nueva Elektra del Milenio debe pagar más de 67 millones de pesos en impuestos pendientes, un fallo que se suma a otras resoluciones adversas para Salinas Pliego.

El máximo tribunal desechó siete amparos interpuestos por Elektra y TV Azteca, que en conjunto representan más de 50 mil millones de pesos en adeudos fiscales, acumulados entre 2008 y 2016. Entre ellos destaca un recurso por más de 33 mil millones de pesos que no obtuvo el “interés excepcional” necesario para su revisión.

La reciente decisión, aprobada con base en un proyecto de la ministra Lenia Batres, estableció que el SAT tiene facultades para fiscalizar a empresas individuales pertenecientes a grupos consolidados, criterio que obliga nuevamente a Nueva Elektra del Milenio a responder por adeudos específicos.

Aunque estaba prevista la discusión de otro amparo relacionado con TotalPlay, este fue pospuesto a solicitud del ministro presidente Hugo Aguilar.

Un personaje polémico en redes: discurso opositor y presencia digital

Conocido popularmente como “Tío Richie”, Ricardo Salinas Pliego ha construido una presencia dominante en redes sociales, donde su estilo sarcástico, confrontativo y directo le ha granjeado una comunidad amplia y polarizada. Habla de economía, política y temas cotidianos, alternando críticas al gobierno con contenido más coloquial.

Su tono irreverente lo coloca frecuentemente en debates abiertos, donde sus respuestas provocan tendencias virales. Esta presencia digital ha intensificado la percepción de que podría ser un actor político relevante, especialmente entre sectores críticos al gobierno federal.

Desde el gobierno se le atribuye, incluso, haber influido en movilizaciones recientes como las protestas de la llamada “Generación Z”, además de presuntamente utilizar TV Azteca para amplificar estas expresiones de descontento.

Su postura pública hacia la administración federal es abiertamente crítica: acusa al gobierno de autoritarismo, persecución política y amenazas al Estado de derecho. Asegura que sus empresas no invertirán mientras no cambien las condiciones políticas y jurídicas del país.

¿Antesala de una candidatura en 2030?

Durante septiembre pasado, Ricardo Salinas Pliego emitió un mensaje frente a la bandera de México y un estandarte de la Virgen de Guadalupe convocando al país a unirse a su Movimiento Anticrimen y Anticorrupción (MAAC). El discurso fue interpretado como un gesto político de alto calibre.

Su narrativa ha llevado a algunos analistas a compararlo con perfiles como Javier Milei o Donald Trump: empresarios con recursos, estilo confrontativo y fuerte presencia mediática, que capitalizan el descontento social.

Los rumores crecieron cuando el 24 de noviembre modificó su biografía en X para incluir la frase: “El Estado no es la solución, es el problema”, lo que desató especulaciones sobre aspiraciones rumbo al 2030.

Incluso figuras políticas como Jorge Romero Herrera, dirigente del PAN, han declarado públicamente que no descartarían una candidatura de Salinas Pliego si él decidiera participar.

A este contexto se suma la venta o inminente salida de sus activos deportivos. Reportes periodísticos señalan que Mazatlán FC habría sido vendido en aproximadamente 60 millones de dólares al Club Atlante, y que Puebla FC está en negociaciones con un fondo de inversión estadounidense. Estas decisiones han sido interpretadas como señales de que el empresario estaría preparando una transición hacia un rol político más activo.

Entre narrativa política y espectáculo mediático

Las señales emitidas por Ricardo Salinas Pliego no construyen una ruta política formal, pero sí delinean un fenómeno que mezcla liderazgo empresarial, presencia mediática y confrontación discursiva. Su participación digital, amplificada por la estructura comunicacional que controla, le permite instalar temas, marcar posturas y tensionar al poder político vigente. 

Sin embargo, el impacto de estas acciones aún se mueve en un terreno ambiguo: puede interpretarse como la búsqueda de un espacio de representación para sectores críticos del gobierno o, por el contrario, como un ejercicio de marca personal que capitaliza la polarización nacional.

En un país donde la política y el espectáculo con frecuencia se entrelazan, la figura de Salinas opera como símbolo de esa frontera difusa. Su influencia crece no por estructuras partidistas, sino por la capacidad de generar conversación pública. La pregunta que queda abierta es si estos guiños representan un proyecto político en formación o si permanecen como parte de un juego narrativo donde la visibilidad, más que la intención electoral, es el motor central.

Te puede interesar: Un aniversario que vuelve a poner a prueba la participación ciudadana 

@yoinfluyo

Facebook: Yo Influyo

comentarios@yoinfluyo.com

Compartir

Lo más visto

También te puede interesar

No hemos podido validar su suscripción.
Se ha realizado su suscripción.

Newsletter

Suscríbase a nuestra newsletter para recibir nuestras novedades.