Generación Z: los jóvenes que no recuerdan el mundo sin internet

Son tus alumnos de prepa, tus sobrinos universitarios, los jóvenes que te atienden en una startup o en un call center. La llamada Generación Z —también conocida como centennials o zoomers— es el grupo de personas nacidas aproximadamente entre mediados de los años 90 y principios de la década de 2010. Distintas instituciones la ubican, con ligeras variaciones, entre 1995–1997 y 2010–2012

A diferencia de los millennials, que tuvieron infancia analógica y adolescencia digital, la Generación Z no recuerda el mundo sin internet, sin redes sociales ni sin smartphones. Son, en sentido estricto, nativos digitales

A escala global, se calcula que rondan los 2 mil millones de personas, alrededor de una cuarta parte de la población mundial. En México, un país con edad media cercana a los 29–30 años y con más del 43% de sus habitantes menores de 25, se estima que unos 30 millones de personas pueden considerarse parte de la Generación Z

Es decir: no son una “moda juvenil”, sino el rostro del presente y el motor del futuro inmediato. Lo que piensen, sueñen y exijan estos jóvenes tendrá impacto directo en la vida política, la economía, la cultura y la manera en que entendemos la familia y el trabajo. Para la Doctrina Social de la Iglesia, que subraya la dignidad de cada persona, el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad, comprenderlos es una cuestión ética y no solo sociológica.

¿Dónde empieza y termina la Generación Z?

No hay un “acta de nacimiento” oficial de las generaciones, pero sí consensos de trabajo:

  • Pew Research Center suele definir a la Generación Z como quienes nacieron a partir de 1997
  • Otras fuentes, como análisis demográficos y de mercado, la ubican entre 1995 y 2009, o bien 1995–2010. 

Lo que sí está claro es su posición en el “árbol generacional”:

  • Baby boomers: nacidos aprox. 1946–1964.
  • Generación X: 1965–1980.
  • Millennials (Gen Y): 1981–1996.
  • Generación Z: 1995/97–2010/12.
  • Generación Alfa: quienes nacen desde principios de la década de 2010 en adelante. 

En la práctica, hoy la Gen Z incluye a adolescentes desde unos 13–14 años hasta jóvenes de 27–28. Son quienes están:

  • En secundaria, bachillerato y universidad.
  • Entrando a su primer empleo formal o emprendimiento.
  • Empezando a votar y a movilizarse políticamente.
  • Viviendo todavía con sus padres en la mayoría de los casos.

¿Por qué son relevantes? Tamaño, peso y contexto

Informes recientes estiman que la Generación Z representa alrededor del 25% de la población mundial y será cerca del 27% de la fuerza laboral global hacia 2025

En México, los datos demográficos muestran un país todavía joven: 43.8% de la población es menor de 25 años y la edad promedio es de 29 años. En ese grupo se concentra buena parte de la Gen Z mexicana, que pronto será:

  • La mayoría en universidades y centros de formación.
  • La base de la fuerza laboral en menos de una década.
  • Un bloque de votantes clave en cualquier elección.

Para la economía mundial, distintas consultoras calculan que la Generación Z será la cohorte con mayor poder de consumo de la historia, con un gasto global proyectado en 12.6 billones de dólares hacia 2030. Eso significa que modulará mercados completos: desde cómo compramos comida y ropa, hasta qué tipo de productos financieros, culturales y tecnológicos sobrevivirán.

Un entorno formativo distinto al de sus padres

Pero su relevancia no es solo numérica. A esta generación le tocó crecer en un contexto radicalmente diferente:

  • Digitalización total: internet, smartphones y redes sociales desde la niñez.
  • Crisis económicas (2008, inflación reciente).
  • Pandemia de COVID-19, con escuelas cerradas y educación en línea.
  • Violencia estructural en países como México, donde muchos se identifican como una “generación que nació en la guerra del narco”. 
  • Aumento de la conciencia sobre la salud mental, con UNICEF hablando de una “emergencia silenciosa” para esta generación. 

Estos elementos han marcado profundamente su visión de la vida, del país y del futuro.

En medios y redes se usan varios nombres:

  • Generación Z o Gen Z: la etiqueta más usada en estudios académicos y demográficos
  • Centennials: hace referencia al cambio de siglo (muchos nacen antes y otros después del año 2000).
  • Zoomers: mezcla irónica entre “boomers” y “Z”; popular en redes, aludiendo a una generación que “hace zoom” en todo: pantallas, contenidos, velocidad.

Aunque parecen detalles de marketing, los nombres reflejan algo importante: una generación muy consciente de su propia identidad, que se nombra a sí misma y se mira en el espejo de los medios, las series, el anime, los influencers y el activismo digital.

¿Qué los diferencia de los millennials y otras generaciones?

Los millennials fueron la primera generación que adoptó masivamente internet, pero muchos recuerdan los disquetes, el módem ruidoso o una infancia sin celular. La Gen Z, en cambio, no conoció ese mundo: para ellos, buscar algo en Google, subir una historia a Instagram o hacer un TikTok es tan natural como respirar. Eso provoca diferencias claras:

  • Toleran menos la burocracia lenta y los procesos análogos.
  • Aprenden de forma más visual e interactiva (videos, tutoriales, memes).
  • Son extremadamente hábiles para navegar entre plataformas y lenguajes digitales.

A la vez, viven desafíos muy concretos: sobrecarga informativa, dependencia del teléfono, exposición permanente a comparaciones sociales y desinformación.

Los estudios de Pew Research señalan que la Gen Z es la generación más diversa racial y étnicamente en países como Estados Unidos, más que los millennials y Gen X. 

En México, esto se traduce menos en cambios porcentuales de composición étnica y más en una mayor visibilidad de identidades: jóvenes indígenas que se articulan en redes, comunidades afromexicanas que reclaman ser vistas, diversidad sexual y de género que se asume con menos miedo. Para ellos, la palabra “inclusión” no es un discurso de moda: es una expectativa ética básica.

En temas sociales —igualdad de género, racismo, diversidad sexual— la Generación Z suele ubicarse más hacia posiciones progresistas que las generaciones anteriores. Prefieren sociedades más abiertas, con derechos ampliados para minorías y un Estado más activo frente a problemas estructurales. 

Sin embargo, al mismo tiempo muestran una gran desconfianza hacia partidos políticos e instituciones tradicionales. No se sienten representados por “la clase política de siempre”. Allí entra el principio de subsidiariedad: quieren decisiones más cercanas a su realidad, donde su voz cuente, no solo cada seis años en la urna.

En México, la fotografía cambia cuando ponemos rostro y voz a estos jóvenes. La investigadora Esmeralda Correa, de la Universidad de Guadalajara, resume así su realidad: “El tema de la violencia es un tema con el que los jóvenes de esta generación nacieron y crecieron”. 

Sienten que la inseguridad, la extorsión y las desapariciones forman parte del paisaje cotidiano, no de una película. En entrevistas recientes tras las marchas de la llamada “Generación Z” en Ciudad de México, varios jóvenes explicaban por qué salían a la calle. Un estudiante de 20 años contaba que tanto su familia como amigos que tienen pequeños negocios en la ciudad viven bajo la amenaza de la extorsión. Su reclamo es simple y brutal: las autoridades saben quiénes son, pero no hacen nada

Detrás de esas voces hay un grito profundo por justicia, seguridad y Estado de derecho, valores totalmente coherentes con el corazón de la Doctrina Social de la Iglesia: sin respeto a la vida y a la ley, no hay bien común posible.

Rasgos introductorios de su perfil: qué vemos “a simple vista”

Sin adelantar los artículos siguientes (que entrarán a detalle en educación, valores, economía o vida familiar), podemos trazar un perfil básico de la Generación Z:

  1. Nativos digitales hiperconectados
    • Crecieron con smartphones y redes sociales.
    • Consumen e incluso producen contenido en video, memes, podcasts.
    • Se informan a través de plataformas digitales, no de medios tradicionales. 
  2. Más educados, pero no necesariamente con mejores oportunidades
    • Hay más acceso a educación media y superior que en generaciones pasadas.
    • La competencia es feroz: un título no garantiza empleo digno, menos aún vivienda o retiro asegurado. 
  3. Sensibles a la salud mental
    • Hablan abiertamente de ansiedad, depresión, burnout.
    • UNICEF y otras organizaciones advierten de una “emergencia silenciosa” en salud mental juvenil, pero también resaltan que esta generación está dispuesta a buscar ayuda y “reimaginar su realidad”. 
  4. Comprometidos con causas, escépticos de los discursos vacíos
    • Se movilizan por clima, derechos humanos, seguridad, igualdad.
    • Prefieren la acción concreta (voluntariado, marchas, proyectos) a las grandes palabras sin resultados. 
  5. Fuertemente marcados por la violencia (en México) y la incertidumbre global
    • Para muchos jóvenes mexicanos, la guerra contra el narco, los feminicidios y las balaceras no son noticias lejanas, sino parte de su biografía. 

Una mirada desde los valores: ¿qué nos pide la Generación Z?

Vistos desde la Doctrina Social de la Iglesia y los valores de la sociedad mexicana, los rasgos de la Generación Z son un llamado a la responsabilidad intergeneracional:

  • Su énfasis en salud mental subraya que la dignidad humana incluye el bienestar emocional. No basta que un joven “no se muera de hambre”; también tiene derecho a esperanza, paz interior y sentido de vida.
  • Su demanda de seguridad y justicia es un recordatorio de que sin Estado de derecho, la solidaridad se vuelve frágil: no basta la buena voluntad si las instituciones fallan.
  • Su sensibilidad hacia el medio ambiente, la desigualdad y la inclusión sintoniza con el llamado a cuidar la Casa Común y a defender a los más vulnerables.
  • Su dominio del mundo digital plantea desafíos éticos serios: uso responsable de la tecnología, protección de datos, combate a la desinformación y a los discursos de odio.

En palabras sencillas: no son una generación “de cristal”, sino una generación que está intentando sobrevivir —y transformar— una realidad mucho más compleja que la que conocieron sus abuelos.

Hablar de “Generación Z” no es solo una etiqueta sociológica; es ponerle nombre a millones de historias concretas: el chavo que programa apps desde la colonia popular, la joven que cuida a sus hermanos mientras estudia en línea, el universitario que marcha por seguridad, la chica que abre un emprendimiento en Instagram para sostener a su familia.

Frente a ellos, las generaciones mayores —padres, abuelos, empresarios, autoridades— tenemos dos opciones: encerrarnos en el prejuicio (“no aguantan nada, viven pegados al celular”) o abrir un diálogo honesto, reconociendo sus miedos y sus talentos.

Si tomamos en serio los principios de la Doctrina Social de la Iglesia —dignidad de la persona, solidaridad, subsidiariedad y bien común—, la respuesta es clara: la Generación Z no es un problema que resolver, sino un aliado indispensable para construir un México más justo, pacífico y humano.

Los siguientes artículos profundizarán en su contexto formativo, su educación, sus valores, sus relaciones, su papel en la economía y en los movimientos sociales. Pero para empezar, bastan dos certezas:

  1. Ya están aquí.
  2. Su futuro es, también, el nuestro.

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