La migración no es un fenómeno nuevo: es tan antigua como el ser humano que deja un territorio, cruza un umbral y busca un lugar donde asentarse, soñar o simplemente vivir con dignidad. Como afirma el organismo International Organization for Migration (IOM), “la migración internacional ocurre cuando las personas cruzan las fronteras estatales para vivir en otro país durante un periodo mínimo determinado”.
Para México y el mundo, migrar importa hoy más que nunca: los desplazamientos humanos se entrelazan con los valores de la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, que forman parte también de la tradición de la Doctrina Social de la Iglesia, y con el ideal de un país que sólo puede construirse si se asegura que cada persona tenga la posibilidad real de desarrollarse, moverse y pertenecer.
Este artículo abre una serie de ocho entregas que buscan aportar un marco general para entender qué es migrar, cómo, por qué; y sobre todo, cómo podemos influir –y mucho– en esa realidad desde nuestra comunidad, desde México. Aquí se presenta el primer capítulo: el marco general, los conceptos clave, la metodología de rigor y el mapa de la serie.
El propósito es doble: primero, proporcionar al lector –especialmente jóvenes Millennials y Centennials– un análisis profundo, riguroso y actual sobre la movilidad humana, en un lenguaje claro, cercano pero sin perder precisión. Segundo, desde una visión ética (respetando la legalidad y los valores cristianos de fraternidad, justicia y solidaridad) incitar a la reflexión: ¿cómo podemos ser actores conscientes en un mundo marcado por la migración?
Durante este informe se recorrerán los datos globales, latinoamericanos y nacionales, las categorías que se usan hoy, los desafíos más urgentes y las respuestas posibles. En este primer artículo, nos detenemos en presentar qué es migrar y por qué importa hoy. En los siguientes entregables exploraremos —entre otros temas— las causas profundas, las rutas y realidades de los migrantes mexicanos, la condición de los refugiados, los desplazados internos, la dimensión económica, cultural y política de la movilidad, así como las respuestas de la sociedad y del Estado.
Migración internacional
Según las definiciones más aceptadas por Naciones Unidas, una persona migrante internacional es alguien que cambia su país de residencia habitual. Por ejemplo, la base de datos de la United Nations Department of Economic and Social Affairs (UN DESA) define que “international migration is broadly defined as a change in residence from one country to another”.
La IOM añade que la definición no presupone el estatus legal de la persona migrante, el motivo o la duración exacta, aunque suele utilizarse como referencia que la estadía en el país de destino sea al menos de un año. ¿Por qué importa? Porque es la forma más visible y debatida de movilidad humana: ocurre en un mundo cada vez más interconectado donde fronteras, tecnologías, economías y flujos de personas se entrecruzan.
Migración interna
Mientras tanto, no toda migración cruza fronteras internacionales. La migración interna es el desplazamiento de personas dentro del mismo país, de su lugar habitual de residencia a otro. En México, por ejemplo, los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indican que más de 15 millones de personas se han movilizado internamente por razones familiares, laborales, educativas o de seguridad. La migración interna es relevante porque en muchos contextos supera numéricamente a la internacional, y plantea desafíos de integración, desarrollo territorial y justicia social.
Refugiados y solicitantes de asilo
El concepto de refugiado se refiere a personas que huyen de su país de origen por persecución, conflicto o violación de derechos humanos. Según la United Nations High Commissioner for Refugees (ACNUR/UNHCR) al cierre de 2024 había unos 42.7 millones de refugiados en el mundo.
Un solicitante de asilo es quien ha presentado una petición de protección internacional y cuya solicitud aún no ha sido decidida. La migración forzada —refugiados, desplazados internos, personas en trámite— es una de las dimensiones más urgentes de la movilidad humana. Por ejemplo, la cifra global de desplazados internos al final de 2024: 73.5 millones.
Desplazados internos
Los desplazados internos (IDPs, por sus siglas en inglés) son personas que se han visto obligadas a huir de sus hogares por las mismas razones que los refugiados, pero no han cruzado una frontera internacional. Permanecen dentro de su país. Estos movimientos son críticos desde la perspectiva humanitaria y de desarrollo.
Tal como señalan los expertos del portal Migration Data Portal, la claridad de qué entendemos por “migrante internacional”, “duración”, “residencia habitual” afecta la medición y los contenidos de política pública. Por ello, se priorizan definiciones alineadas con la Recomendación de 1998 de la ONU, que señala que un migrante internacional es “cualquier persona que cambia su país de residencia habitual”.
¿Por qué importa hoy migrar?
Según la UN DESA, para 2024 el número estimado de migrantes internacionales en el mundo era de aproximadamente 304 millones de personas. Eso es casi el equivalente de la población combinada de varios países grandes; uno de cada veinticinco habitantes del planeta. Aunque en porcentaje esto representa menos del 5 % de la población mundial, el volumen absoluto no es menor.
Además, según ACNUR, al final de 2024 había 123.2 millones de personas desplazadas por la fuerza (refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos) en el mundo. Estos números muestran que movernos ya no es excepción, sino parte del tejido global.
En el caso de México, la migración importa directamente: históricamente un país de emigración masiva hacia los Estados Unidos, México ahora también es país de tránsito, de destino y de retorno. Por ejemplo, los datos más recientes señalan que en 2022 México recibió 76 000 nuevos inmigrantes de largo plazo, 12 % más que en 2021.
En el ámbito interno, INEGI reporta que más de 15 millones de personas se han desplazado dentro del país, por motivos familiares, laborales, educativos o de seguridad. Esto nos muestra que migrar no es solo cruzar fronteras: sucede también “adentro”, en el propio México.
Desde el humanismo trascendente , cada persona migrante lleva consigo dignidad, historial, familia, aspiraciones. Migrar puede implicar vulnerabilidad —por la legalidad, por la discriminación, por la explotación— pero también esperanza, trabajo, reconstrucción. Y en un país como México, con altos niveles de intra-movilidad, retorno y tránsito, entender la migración es entender cómo construimos comunidad, vecindad, solidaridad.
Además, la migración constituye una oportunidad: para que las sociedades sean más diversas, justas e inclusivas. Para que reconozcamos que “otro” no es un problema, sino un igual en camino. En el mundo global, ya no podemos concebirnos como “isla” cerrada: lo que sucede en la frontera, en el trayecto o en la ciudad de destino, también nos afecta como comunidad nacional.
Migrar es historia de la humanidad: nuestra especie ha estado en movimiento desde sus orígenes, cruzando territorios, reinventándose, adaptándose. Pero migrar también es historia de nuestro presente y será parte del futuro: cifras como los más de 300 millones de migrantes internacionales, sumados a los millones de desplazados internos, dan cuenta de que este fenómeno es central en nuestro tiempo.
En México, la migración nos habla de cambio, de nuevas posibilidades, pero también de retos: de cómo entendemos la movilidad humana, cómo protegemos derechos, cómo fomentamos que cada persona tenga posibilidad de desarrollarse. Desde la conciencia que lega la Doctrina Social de la Iglesia, la migración exige que miremos al migrante como hermano, que defendamos su dignidad, que construyamos soluciones que integren y no excluyan.
Este primer artículo nos ha dado el marco, las definiciones y la metodología para acompañar la serie de ocho entregas. Hemos planteado las grandes preguntas que nos guiarán y hemos contextualizado por qué migrar importa hoy. El reto para ti y para mí: seguir leyendo, seguir preguntando, y aprovechar este conocimiento para influir. Porque no basta saber: #YoSiInfluyo.
En próximos artículos nos adentraremos en las causas, en las rutas, en el papel de México, en la dimensión de refugiados y desplazados, y en las respuestas éticas y políticas que podemos fomentar. Te invito a seguir este recorrido y a preguntarte: ¿cómo puedo contribuir a que la migración sea digna para todos?
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