En una semana marcada por escándalos, excesos y abusos de la clase política gobernante, fue presentado ante el Congreso de la Unión, el paquete económico 2026 que marca el rumbo que Claudia Sheinbaum pretende dar a los mexicanos, durante su sexenio.
Los datos no dan margen a ser ambiguos ni permisivos con quienes están al frente del país y no asumen su responsabilidad sobre el manejo del dinero que todos los mexicanos, vía sus impuestos, aportan para el desarrollo de la Nación.
El documento tiene al menos tres elementos que evidencian la irresponsabilidad del gobierno federal ante los mexicanos: más deuda; insuficientes recursos para atender la inseguridad, y otra vez, el riesgo del rezago en el sector salud.
Y no, no son asuntos menores, porque la deuda compromete el futuro de las siguientes generaciones y el rezago en salud y la falta de seguridad, significan la pérdida de vidas humanas.
De acuerdo a los datos oficiales, el 14.4% de los ingresos estimados provendrán de la deuda pública, lo que significa un estimado histórico de casi 20 billones de pesos, cuyos intereses superarían los 1.3 billones. Sin embargo, la mayor parte de estos recursos serán destinados a la entrega directa de dinero y no a la inversión productiva, lo que tiene afectaciones a mediano y largo plazo.
La forma de medir la pobreza ha “blindado” la popularidad del oficialismo y replegado a la oposición temerosa de ser acusada de estar contra el pueblo beneficiario de los programas sociales que, sin indicadores de medición, se han convertido en el instrumento perverso de generación de votos, pero no en un mecanismo de desarrollo y progreso. Por tanto, el gobierno, ansioso de mantener sus clientelas electorales, prefiere el gasto que la inversión, cancelando con ello muchas de las oportunidades para el porvenir de las infancias.
El costo de la deuda representa el 13.4% del gasto total y 4.1% del PIB, lo que supera por mucho los presupuestos destinados a educación y salud, que son el 3.3% y 2.6% respectivamente. Así es que hablar de atender sectores estratégicos o prever riesgos futuros, no está en el escenario del oficialismo.
Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el sector salud fue sin duda uno de los más golpeados. El camino que sigue el gobierno de la Presidenta con A es prácticamente el mismo: abandono y más abandono: Los datos oficiales arrojan las carencias de 50 millones de mexicanos que se encuentran sin servicios de salud oportunos y dignos.
Por eso, no, no puede estar bien un presupuesto público que no prioriza la salud de los mexicanos, que deja a los niños con cáncer sin quimios y que no invierte en el mantenimiento de sus hospitales. Las imágenes no mienten: elevadores sin funcionar, quirófanos inundados, pasillos que cuentan las tragedias de las familias que buscan salvar a sus seres queridos, salas de espera en las que sucede de todo. ¿No fueron suficientes las muertes ocurridas en el obradorato por negligencia e irresponsabilidad gubernamental?
La asignación del 2.6% del PIB, queda muy lejos del parámetro internacional de la OMS, que recomienda al menos el 6 por ciento. La consecuencia directa: perpetuar las carencias sociales.
Diversos estudios de instituciones y especialistas, entre ellas, el Instituto Mexicano para la Competitividad, A. C. han evidenciado las vulnerabilidades del paquete económico: entre ellas los recortes significativos en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.
No, no puede estar bien un presupuesto público que no prioriza la seguridad de los mexicanos, en un país cuyo territorio hoy dominan los grupos criminales enquistados como nunca en el gobierno. Baste ver lo ocurrido en las últimas semanas: las instituciones con mayor reconocimiento en la materia, se encuentran en una profunda crisis que evidencia la fallida estrategia.
Los escándalos que conducen sin dudar al ex presidente López Obrador, a su Jefe de Gabinete, a su Secretario de la Marina, a su Secretario de Gobernación, a sus amigos gobernadores, a sus hijos y los amigos de sus hijos, nos muestran el verdadero rostro del gobierno que lo único que transformó fue la justicia en impunidad.
Ya no es suficiente para el oficialismo, presumir la “disminución de los homicidios”, cuando otros rubros como las desapariciones asoman la verdad que se pretende ocultar.
Por eso, lo acepte o no el gobierno de Claudia Sheinbaum, la presentación del paquete económico es la muestra de que el segundo piso se sigue construyendo bajo los escombros de la transformación, en la que los mexicanos terminan cargando los enormes costos sociales, económicos y políticos de quienes no han entendido su responsabilidad en el ejercicio público y su compromiso con la Nación.
En resumen: NO, el paquete económico NO es bueno, no se puede justificar las enormes sombras que contiene, por las pequeñas luces del sometimiento y la complicidad con las que algunos se deslumbran. Las ambigüedades no ayudan a construir un mejor país.
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