En el Diccionario de la Lengua, de la Real Academia Española, se define la palabra REQUIEM como: “Composición que se canta con el texto litúrgico de la misa de difuntos, o parte de él.”, y, en el lenguaje popular utilizamos dicha expresión cuando no solo alguien, sino también algo, ha muerto.
Pues es el caso que este lunes 2 de junio de 2025, los mexicanos podemos estar cantando en un elegante latín el canto gregoriano del Réquiem del compositor de origen italiano Giordanni Verti escrito tras la muerte de su compatriota Alessandro Manzoni, y que comienza con la expresión “Requiem aeternam dona eis, Domine”, es decir, “Dales el descanso eterno, Señor”.
Y me refiero, en el caso que nos ocupa, o debe ocupar a todos los mexicanos, a la muerte de la división y el equilibrio de poderes en el estado mexicano.
En el sexenio anterior, el entonces presidente, así en letras pequeñas, López Obrador, intentó hacer reformas legales que iban en contra a lo dispuesto en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (la Constitución), lo que fue impedido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (la Corte), como máximo representante del Poder Judicial de la Nación, comprobando la eficiencia del equilibrio de poderes establecido desde la Constitución Federal de 1824, cuando se estableció la primera República Federal de México a través de una estructura sustentada en los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Este hecho reavivó la ambición del creador y dueño de la autollamada cuarta transformación, y desde entonces estableció su estrategia de apoderarse de los tres poderes de la unión y con ello poder cambiar a su voluntad la Constitución, que históricamente incluso atenta a “Los Sentimientos de la Nación”, que fueron dictados por José María Morelos y Pavón entre el 26 de noviembre de 1812 y el 9 de febrero de 1813 y redactados por Andrés Quintana Roo, documento leído el día 14 de septiembre de 1813 en la apertura del Congreso de Anáhuac, documento considerado el antecedente histórico del constitucionalismo mexicano.
Así es que desde el pulpito presidencial llamado “mañanera” durante el periodo de campaña en 2024, el presidente se dedicó descaradamente, y en flagrante violación de las leyes vigentes, a pedir el voto para sus candidatos con la cantaleta de lograr la mayoría calificada en el Congreso de la Unión.
El resultado ya lo sabemos, a pesar de no haber logrado los votos necesarios para la obtención de la ansiada mayoría calificada, a través de artilugios leguleyos y una oposición pasmada por lo que estaba ocurriendo, las autoridades responsables, en este caso irresponsables, les otorgaron eso que el pueblo de México les había negado en las urnas.
Con esa mayoría obtenida a la mala, las propuestas de López avanzaron en el constituyente permanente, reformaron la Constitución para apoderarse del Poder Judicial a través de un sistema de elección popular, obvio manejado desde el gobierno federal y sus sucursales en los estados.
El domingo 1 de junio se dio por primera ocasión, y sinceramente espero que por única, una elección atípica de quienes habrán de conformar el Poder Judicial, y será atípica no sólo por lo que se elige, que por cierto esto no ocurre en el resto del mundo más que en Colombia y es un verdadero fracaso, se instalarán menos de las casillas de una elección ordinaria, los votos no se contarán en las casillas lo que desde ahí habrá dudas en la legalidad de los resultados de la elección, se estableció que los Partidos Políticos no podrían participar de la elección pero Morena descaradamente ha invertido en “sus candidatos” y organizado una gran movilización para llevar a votar a aquellos a quienes les han repartido listas de por quién deben hacerlo, los candidatos fueron seleccionados en teoría por los tres poderes de la unión, pero en dos de ellos finalmente no importo en lo más mínimo capacidad e idoneidad para ocupar el cargo y se designaron por una sospechosa tómbola. Así las cosas, en esta sin duda, nada democrática elección.
Hay que entenderlo, no siempre el voto popular tiene la mejor decisión, en el caso del Poder Judicial había que depurar lo que ya había, combatir frontalmente la corrupción que pudiera haber existido, pues sin duda ahora habrá mucha, pero mucha más. A funcionarios públicos especializados hay que elegirlos en forma distinta a lo que dice la reforma, no se necesita el más popular, sino el más capaz.
Si alguien tiene duda de los errores que puede tener una votación sin las reglas y las motivaciones adecuadas, recordemos como en la plaza pública de Jerusalén, hace casi 2 mil años, se juzgó a un Hombre del cual el juzgador dijo “no veo culpa en este hombre”, pero la turba manipulada le exigió ejecutarlo a cambio de soltar a un connotado delincuente.
Es mi opinión, desde el 2 de junio de 2025, los mexicanos deberemos de entonar el réquiem por la división de poderes en nuestro país al haber logrado la 4t el poder absoluto, habremos perdido esa forma de gobierno republicana, que bien o mal, con claroscuros, teníamos en México; y sin pretender ser un ave de mal agüero, puedo asegurar que el futuro del estado de derecho no es bueno, vendrá la incertidumbre, la desconfianza en la impartición de justicia y sobre todo, nada garantizara que las elecciones para renovar el Congreso de la Unión en el año 2027 y en el caso de Baja California y otras entidades federativas el ejecutivo local, sean verdaderamente democráticas, pues no habrá un Poder Judicial que finalmente imparta justicia.
Solo queda a la sociedad organizarse, para juntos, solidariamente y buscando el bien común, enfrentar la adversidad que se nos viene.
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