La Guadalupana en Notre Dame

En este mes se cumplen seis años de aquel terrible incendio que, en abril de 2019, devoró en París la catedral de Notre Dame, poniendo en riesgo de que se perdiera para siempre una de las más valiosas joyas de la arquitectura universal.

La imponente catedral de Notre Dame situada en una isla del rio Sena.

La imponente catedral de Notre Dame que, así como por el rio Sena han pasado millones de litros de agua; de igual manera la catedral de Nuestra Señora ha sido no solo testigo sino incluso protagonista de importantes acontecimientos de la historia.

Día de luto aquel en que el mundo entero, gracias a los prodigiosos medios de comunicación, fue testigo directo de la tragedia viendo cómo, en el momento mismo en que ocurría, se desplomaba la emblemática aguja del sacro recinto.

Seis años después de aquella pesadilla queda tan solo un amargo recuerdo.

Gracias a la generosidad de personas que tienen el corazón bien puesto, Notre Dame fue restaurada y abierta al culto público en un día significativo: 8 de diciembre de 2024, fiesta de la Inmaculada Concepción.

Aquí encontramos un significado muy especial: Era justo que un magno templo dedicado a la Madre de Dios abriese sus puertas el día en que la Iglesia festeja como la Madre de Dios fue concebida sin la culpa original.

Ahora bien, algo que muy pocos de nuestros amigos lectores saben es que allí, en Notre Dame, existe una capilla dedicada a Nuestra Señora de Guadalupe.

Fue el 26 de abril de 1949 cuando el entonces arzobispo de Paris, Cardenal Emmanuel Celestino Suhard, entronizó en dicha capilla a nuestra Guadalupana.

Una imagen elaborada con mosaicos en los talleres del Vaticano y que fuera bendecida por el Papa Pío XII.

Aquel histórico acontecimiento contó con la presencia de un numeroso grupo de peregrinos mexicanos entre los que de manera muy especial destacaba Monseñor Luis María Martínez, arzobispo de México.

A partir de tan histórico momento, la imagen guadalupana tomó posesión de Notre Dame, una catedral que –como antes dijimos- está dedicada a la Madre de Dios.

El tiempo pasó y se volvió toda una tradición que los mexicanos que viajaban a Francia y visitaban París, entrasen a orar en la capilla guadalupana de Notre Dame.

Hace algunos años, quien esto escribe tuvo el privilegio de visitar Notre Dame antes del incendio y  tuvimos oportunidad de ver como allí se encontraba una pintura del cada día más venerado San José Sánchez del Rio, niño martirizada durante la persecución callista contra la Iglesia.

El tiempo sigue corriendo como corriendo sigue también el agua del río Sena que refresca Notre Dame. 

Y concluimos con una anécdota que muy poco se ha difundido y que debiera hacernos reflexionar: A pesar del voraz incendio que puso en riesgo mortal a Notre Dame, el único lugar que ningún daño padeció fue precisamente la capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe.

Y es que desde que la Virgen Morena allí fue entronizada, nuestra Guadalupana tomó posesión para siempre de Notre Dame.

Una posesión que no solo implica veneración sino también protección.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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