El tejedor de calumnias

Siempre que se habla de la obra civilizadora de España y de la Iglesia en tierras del Mundo hispánico es muy común que, entre los grandes benefactores de los pueblos hispánicos, haya quienes mencionen el nombre del dominico español fray Bartolomé de las Casas.

Se realza de tal modo la figura de dicho personaje que en otras ocasiones llega a opacar a verdaderos gigantes como un Vasco de Quiroga, un Santo Toribio de Mogrovejo o un San Junípero Serra.

Hablaremos brevemente de dicho personaje.

Bartolomé de las Casas nace en Sevilla en 1474. Siendo ya clérigo viajó al Nuevo Mundo y en la Isla la Española ejerce el oficio de doctrinero.

Allí pudo ver los excesos cometidos contra los aborígenes por algunos encomenderos.

Esto le indigna, renuncia a su repartimiento ya partir de entonces se dedica a recorrer medio mundo hablando en contra de los abusos que se cometían contra los indios.

Bartolomé habla y escribe. Su obra principal es “BREVISIMA RELACION DE LA DESTRUCCION DE LAS INDIAS” en la cual vuelca toda su pasión en favor de la causa que defiende.

Lo designan Obispo de Chiapas, a donde llega en 1545. Permanece allí poco tiempo y sigue trotando mundos hasta que fallece en el convento de Atocha de Madrid en 1566.

Consideramos que durante toda su vida el Padre Las Casas tuvo una obsesión de la cual no se pudo librar ni en el momento de su muerte: Para el dominico los indios son unos ángeles en tanto que los españoles son unos demonios.

Al situarse en un maniqueísmo tan absurdo, Bartolomé se cierra a todo argumento razonable y –poseído por idea tan enfermiza- se dedica a viajar, predicar y, sobre todo, calumniar.

Fue así como escribió la obra antes citada en la cual se despacha a gusto atacando a España, al rey, al sistema jurídico hispano y a los españoles residentes en América.

Con el objeto de dar mayor énfasis a sus argumentos, recurre a un procedimiento que convierte su libro en una obra de nulo valor histórico: Exagera de una manera francamente increíble los acontecimientos lo cual nos hace pensar que dicho clérigo era un sujeto perturbado de sus facultades mentales.

Citamos algunos ejemplos de sus extravagantes exageraciones:

*Al hablar de la Isla Española (donde actualmente se encuentran las repúblicas de Santo Domingo y Haití) afirma que corren por allí treinta mil ríos y arroyos, doce de los cuales son tan grandes como el Duero, el Ebro y el Guadalquivir; por supuesto casi todo riquísimos en oro.

Viendo las cosas en su real proporción, observamos que en dicha isla solamente hay dos ríos importantes, cuyo curso tiene la mitad o la tercera parte de largo de cualquiera de los tres ríos mencionados.

*Cuando se refiere a la “maldad de los españoles”, el dominico sevillano nos dice que los indios muertos por los conquistadores suman muchos más de veinticuatro millones.

Hay que hacer notar que si dicha afirmación fuese cierta, actualmente no existiría ni un solo indígena en Hispanoamérica puesto que el exterminio habría sido total.

Al ver como fray Bartolomé es un mentiroso redomado…¿Puede ser su obra digna de crédito?

Ahora bien, las exageraciones de dicho personaje habrían pasado sin pena ni gloria de no ser porque los enemigos de España y de la Iglesia se basaron en sus afirmaciones para dar nacimiento a la Leyenda Negra.

A fines del siglo XVI, la obra del Padre Bartolomé gozó de gran fama en Europa. Desde la Unión de Utrecht en 1579 (alianza de protestantes contra España) hasta el final de la Guerra de los Treinta Años (1648) se hicieron de ella más de treinta ediciones.

Lo que se perseguía con tal propaganda era fomentar el odio a España y al catolicismo.

Los enemigos de España y de la Iglesia supieron aprovechar dicha obra a las mil maravillas, propagándola por millares e inundando los mercados de la Inglaterra anglicana y de la Europa protestante.

Cuando en el siglo XIX surge una vigorosa reacción contra el colonialismo, todas las baterías del odio y de la intriga se concentran contra España y contra la Iglesia, olvidando que la colonización inglesa en Norteamérica fue cien veces más cruel que la española.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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