La respuesta solidaria ante los desastres naturales

Por su situación geográfica México se encuentra constantemente expuesto a una serie de fenómenos naturales que pueden causar desastres. En nuestra Nación en general tenemos una gran capacidad de reacción ante esos desastres, pero tenemos muy poca cultura de prevención hacia los mismos. Eso encarece las acciones y pone en mayor riesgo la vida e integridad de los ciudadanos. Hemos sufrido grandes catástrofes y aunque se ha avanzado en el aprendizaje de cómo trabajar, poco se ha logrado en perfeccionar la prevención.

Estamos constantemente en medio de una bomba de tiempo, por los sismos, por huracanes, por los volcanes, por el tránsito de materiales peligros entre otras situaciones. Esa bomba de tiempo debe siempre estar monitoreada y buscar la manera de que se haga el menor daño posible. Debe haber una educación y cultura de la prevención y de cómo actuar de manera ordenada al ocurrir la tragedia, y ojo no solo ser solidarios en el momento, debemos dar seguimiento a los damnificados por un largo tiempo. 

A finales de la década de los 90 siendo Diputado Local escribí un artículo basado en el discurso que di en tribuna después de un desastre en el norte de Veracruz que dejó inundaciones, caos y muerte. Lo que pasa siempre es que al paso de los días nos olvidamos de las víctimas y las consecuencias del desastre. Se necesita apoyo y ayuda en el momento agudo dela crisis pero igual a largo plazo.

Y en México las únicas instituciones que tenían planes y organización para desastres eran el Ejército y la Marina, el primero con el Plan DN III E fuera de eso no existía nada que pudiera organizar una ayuda para los damnificados y una institución capaz de ver los destrozos y dar seguimiento a la ayuda necesaria. Fue gracias a la tragedia del sismo del 19 de septiembre de 1985 y al ver la actuación heroica y humanitaria de la ciudadanía que el gobierno federal se pone las pilas y el 6 de mayo de 1986 se publica el Decreto por el que se crea el Sistema de Protección Civil.

En las investigaciones que realicé encuentro que la primera Ley General de Protección Civil data de mayo del 2000, siendo Presidente de México Ernesto Zedillo, ya se tenían intentos previos como en 1995 una iniciativa de Carmen Segura que la ponen a dormir el sueño de los justos y en el 2012 el 6 de junio se publica la ley actual que abroga la del 2000. 

La importancia del marco jurídico que tenemos es la regulación de las acciones que se deben realizar en casos de desastres naturales, todo es consecuencia de los actos solidarios de la ciudadanía en las respuestas para apoyar a las víctimas. Desafortunadamente no eran acciones del Estado Mexicano, eran ejemplo de la labor solidaria del pueblo. Por ende lo que se busca al reglamentar las acciones es una mayor coordinación y orden en los actos de apoyo.

Hoy después de ver la destrucción de OTIS en Guerrero, debemos analizar y debemos exigir nuevamente que los responsables de que funcione el Sistema Nacional de Protección Civil cumplan sus obligaciones. No es posible ver el comportamiento del Presidente en estos momentos. López Obrador se olvida que nosotros mandamos y que cuando los que mandan son desobedecidos deben pagar las consecuencias el empleado. ¿Qué patrón permite que su empleado lo insulte y lo ofenda? ¿Cómo se puede imaginar un empleado desobedeciendo e insultando sin consecuencias?

Pues ahora lo vivimos, nuevamente el presidente manda a volar la ley y no cumple las obligaciones que debe respetar. La ley es muy clara porque sirve para establecer las bases de coordinación entre los órdenes de gobierno y cómo deben actuar los sectores privado y social. En la ley se obliga a que se fomente la participación social en una actividad solidaria y subsidiaria para recuperar en el menor tiempo la actividad normal del lugar siniestrado. Para que entienda el Presidente y su Consejo de Protección Civil la ley los obliga a actuar con inmediatez, profesionalismo, con honestidad, con transparencia, con eficacia y eficiencia en la prestación del auxilio y la entrega de recursos.

La misma ley obliga a que los Poderes Legislativo y Judicial de la Unión, las entidades federativas, los municipios, las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, los organismos descentralizados, los organismos constitucionales autónomos y los sectores privado y social, así como la población en general, deberán coadyuvar para que las acciones de protección civil se realicen en forma coordinada y eficaz. Señor Presidente no tiene facultades legales para ordenar que solo las Fuerzas Armadas se encarguen del trabajo de apoyo.

Presidente le toca asegurar el correcto funcionamiento del Sistema Nacional de Protección civil  y por lo tanto recordar que el Sistema Nacional es un conjunto orgánico y articulado de estructuras, relaciones funcionales, métodos, normas, instancias, principios, instrumentos, políticas, procedimientos, servicios y acciones, que establecen corresponsablemente las dependencias y entidades del sector público entre sí, con las organizaciones de los diversos grupos voluntarios, sociales, privados y con los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, de los organismos constitucionales autónomos, de las entidades federativas, de los municipios y las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, a fin de efectuar acciones coordinadas, en materia de protección civil.

Salga de sus mañaneras y vaya al lugar de la destrucción, tenga el diagnóstico exacto y mande a realizar las acciones pertinentes, no se trata de que esté picando piedra, ni mucho menos en autos atascados, se trata de que esté al frente de las acciones y no insultando a los que reportan. Ya bastante daño hay para ocasionar aún más. Entienda que solo gobierno y ciudadanía juntos podrán sacar adelante a las víctimas.

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