La mujer invisible

Definitivamente, el presidente de la República, esposo de Beatriz Gutiérrez Müller, es un burro: una mezcla del terror con la ficción.


Las mujeres no se ven


Hay una novela muy famosa titulada: El hombre invisible, del escritor británico H. G. Wells; como en otros casos, no viene al caso reseñarla, excepto por dos datos: se trata de una mixtura de géneros y mezcla el terror con la ciencia ficción.

El lector atento podrá pensar que entre el párrafo anterior y el título de estas líneas media un abismo, algo así como el clásico: “Te vendo un marrano”. Pues no.

Resulta que para un importante sector de la sociedad, el del gobierno federal con su titular a la cabeza, las mujeres simplemente no existen, no están, no aparecen por ningún lado o simplemente no interesan, no importan.

Todo empezó cuando la esposa del presidente de la República, Beatriz Gutiérrez Müller, primero impulsó la idea de un “Día sin Mujeres” y el mismo día, sin pudor, sin recato ni vergüenza, se echó para atrás; importándole un pito lo que las mujeres dijeran, lo que las mujeres pensaran.

Ese fue el comienzo.

Luego siguió descalificar lo que una buena parte del sector mujeril creía, pensaba, quería; para ello, el presidente de la República, el esposo de Beatriz Gutiérrez Müller, advirtió sobre el riesgo de que “los conservadores” se apropiaran de las manifestaciones femeninas.

Por si alguien no tenía claras las prioridades del gobierno, estas quedaron de manifiesto cuando el presidente de la República, el esposo de Beatriz Gutiérrez Müller, se molestó porque pretendía priorizarse el tema de los feminicidios por sobre el de la rifa del avión presidencial.

De hecho, el presidente de la República, el esposo de Beatriz Gutiérrez Müller, pese a que ha hecho y deshecho las instituciones del país, se negó en redondo a impulsar la creación de una Fiscalía Especializada para atender feminicidios, pues a él, “no le correspondía el asunto”.

Firme en sus convicciones, el presidente de la República, el esposo de Beatriz Gutiérrez Müller, llegó al extremo, incluso, de tergiversar las implicaciones del asesinato de una niñita para volverlo un asunto de política económica “neoliberal” y sus secuelas.

Pues bien, el lunes 9 de marzo se llevó a cabo un paro nacional de mujeres; iniciativa que pretende visibilizar el peso social de las mujeres en el seno de la sociedad y exigir políticas públicas tendentes a impedir la ola de violencia de género. El antecedente fue la marcha del día 8, cuando cientos de miles de mujeres tomaron las calles de las principales ciudades del país.

Las perspectivas no son nada halagüeñas, en ambos casos, el presidente de la República, el esposo de Beatriz Gutiérrez Müller, de nuevo invisibilizó a las mujeres, con tres acciones innegables, palmarias y evidentes: ordenó que la venta de “cachitos” de la lotería para rifar el avión, empezara el mismo día del paro nacional (aunque después se “rajó”); “dio” permiso a las mujeres que trabajan en gobierno para faltar a sus labores, sin entender que se trata de una exigencia, no de una concesión gratuita otorgada por el paterfamilias; y concedió idéntico permiso a los hombres, situándolos de facto, en idéntica posición que a las mujeres sin entender que la propuesta pretende, como ya se dijo, visibilizar a la mujer, distinguiéndola del varón.

Definitivamente, el presidente de la República, esposo de Beatriz Gutiérrez Müller, es un burro: una mezcla del terror con la ficción.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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