Ante el incremento de la inseguridad y la violencia en nuestro país, y dada la incompetencia o complicidad de las autoridades responsables de garantizar paz y seguridad a los mexicanos, la Iglesia católica ha dado un paso adelante para enfrentar, en la medida de sus posibilidades, estos problemas que preocupan a la sociedad.
Para tener un poco de contexto sobre la situación en materia de seguridad en México basta decir que en 2023 se dieron 30 mil 523 homicidios, así lo reportó el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública; igualmente el organismo oficial señaló que las denuncias realizadas por la comisión de delito contra la libertad personal y la seguridad sexual se incrementó el año pasado en un 1.37% para alcanzar la cifra de 83 mil 865 casos; por otro lado, la organización de la sociedad civil Índice de Paz en México señala que la tasa de delitos cometidos por la delincuencia organizada ha ido en aumento desde el año 2016 para alcanzar un impresionante 64.2% .
Por eso, ante la ausencia de las autoridades responsables, es de destacar y reconocer los esfuerzos que desde la alta jerarquía de la Iglesia Católica se hacen para de alguna manera ayudar a resolver este grave problema.
En abril de 2023, los Obispos de México convocaron a las diferentes Diócesis a iniciar un intenso diálogo entre los católicos del país, así es que Parroquia por Parroquia, comunidad por comunidad, fuimos convocados a realizar más de 1000 conversatorios y 50 foros para un análisis de la situación y a la formulación de propuestas para solucionar la violencia por la que nuestra sociedad atraviesa.
Es así como en el mes de septiembre del mismo año en la ciudad de Puebla de los Ángeles se llevó a cabo la reunión plenaria nacional para conocer las conclusiones. En su documento final se hizo hincapié en que “construir la paz, implicará la suma de voluntades, la coordinación de esfuerzos y la generosidad de todos para vencer el miedo ante la indolencia y la ineficacia de las autoridades, que no se han ocupado de su principal tarea de procurar unidad, seguridad, justicia y paz”.
Así mismo, la Iglesia Católica se comprometió a conformar la Red Nacional de Paz, un acuerdo ciudadano, que sea incluyente para seguir caminando en la construcción de paz, y desde entonces nos convoca a:
· Ser parte de la Red.
· A privilegiar el diálogo.
· Erradicar la indiferencia y la violencia, adoptar los principios de cultura del cuidado, el respeto a la dignidad de cada ser humano y la ética del diálogo y la colaboración.
· Apropiarse de la Agenda Nacional de Paz y promover acciones que permitan implementarla en las familias, escuelas, comunidades, instituciones, empresas, universidades y otros.
· Buscar la vinculación que propicie esfuerzos sostenidos para construir la Paz.
· Exigir a los gobiernos que cumplan con su función con eficacia y transparencia.
Más información en la página: https://cem.org.mx/acuerdo-ciudadano-por-la-paz-en-mexico/
En seguimiento de los acuerdos, para este próximo domingo 18 de febrero, la Conferencia del Episcopado Mexicano ha convocado como cada mes a la Jornada de Oración por la Paz en nuestra Nación, llamando a todos los católicos a “Orar por una mejor política puesta al servicio del verdadero bien común”. En lo personal espero sinceramente que este esfuerzo coadyuve a un cambio de actitud tanto en quienes integramos la sociedad mexicana como en los responsables de las acciones de gobierno.
No puedo concluir estas líneas sin externar por un lado mi reconocimiento a los Obispos del estado de Guerrero que en forma valiente y comprometida se dieron el espacio para buscar y entrevistarse con los líderes del crimen organizado en ese estado para solicitarles una tregua en sus actos delictivos para buscar la paz y la tranquilidad en sus comunidades, pero también expreso mi preocupación porque con esto se vuelve a demostrar que los gobiernos han sido rebasados o simple y sencillamente son socios de los delincuentes y por ello no los combaten.
Es mi opinión, que solo con la participación ciudadana, solo con un compromiso de todos y cada uno de nosotros podremos lograr un cambio de rumbo en nuestro país, que permita la paz y la tranquilidad de nuestra sociedad.
Sigamos el ejemplo que nos pone la Iglesia católica y hagamos la parte que nos toca.
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