“A los sistemas de gobierno -dependiendo de la óptica con la que se les mire- se les puede catalogar como de variable dependiente o independiente dentro del proceso político, en al menos dos dimensiones: 1) si se considera que determinan o que están determinados por el sistema electoral o de partidos (Nohlen, 1996); y 2) si se les entiende como causa o efecto de los cambios en el sistema social (Apter: 173-186). De acuerdo con esta clasificación, si a los gobiernos se les considera como de variable independiente, éstos asumirían un carácter autoritario o totalitario; en tanto que, si son vistos como de variable dependiente, serán gobiernos pluralistas y democráticos.”
“Sin embargo, más allá de estas apreciaciones, a los sistemas de gobierno se les puede considerar como el punto neurálgico de todo sistema político en el que confluyen interacciones mutuamente determinantes entre los sistemas de partidos, electoral y cultural y el propio sistema de gobierno, haciendo que tanto el funcionamiento como las reformas en uno de estos componentes afecte a los demás. Es decir, un gobierno de tipo democrático es, y debe ser, sensible a los cambios y demandas del tejido social y, al mismo tiempo, debe moldear o incidir sobre éste en función del interés público.”
Nos señala el documento denominado Sistemas de Gobierno y Democracia, de la autoría del Lic. Javier Hurtado González, en el número 19 de los Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática, publicado por el Instituto Federal Electoral (IFE), hoy Instituto Nacional Electoral (INE).
Pues bien, de ahí que hemos de entender, que para el tipo de gobierno que se busque tener es necesario contar con una serie de principios básico de comportamiento y ejecución del gobierno, solo así se pueden definir los objetivos a trazar.
En el sistema de partidos políticos con que cuenta la política mexicana, cada uno de ellos van expresando, y registrando ante la autoridad electoral, sus documentos básicos, mismos en los que se detalla la visión de gobierno que se pretende en caso de ser favorecidos con el voto popular.
Para el caso del movimiento que gobierna nuestro país, se nos ha recitado como mantra la frase que definiría el comportamiento “humanista” de los cuatroteros en el gobierno: “no mentir, no robar, no traicionar”.
Pero después de casi 7 años en el gobierno de la Nación, ese compromiso ha sido pisoteado y burlado infinidad de veces por los propios gobernantes emanados de esa tendencia política.
No mentir, nos dijeron, pero lo hacen un día sí y el otro también. Y para darnos una idea de la cantidad de mentiras presidenciales dichas a los mexicanos, la información presentada por Manuel López San Martín y Luis Estrada, socio y director general de Spin-Taller de Comunicación Política, empresa de comunicación que dio seguimiento puntual a todas y cada una de las llamadas “mañaneras” de López Obrador, se dijeron un promedio de 100 mentiras en cada una de esas apariciones y mensajes presidenciales, y si las multiplicamos por las 1,436 que se dieron, las mentiras alcanzaron la cifra de 143 mil 600.
Hoy en día, la cosa no ha cambiado, la presidente Sheinbaum ha mentido en muchos temas, como en la promesa de que ya habrá medicamentos e insumos médicos para el sistema de salud en México.
No robar, se dijo, pero la realidad es otra, ahí están los grandes ejemplos de SEGALMEX, BIRMEX, los negocios de los amigos de Andy López y sus hermanos, la compra de insumos chafas a precios de primera calidad para la construcción de las vías del Tren Maya, el robo de hidrocarburos en el que están involucrados funcionarios públicos de los 3 órdenes de gobierno morenista, y en Baja California el emblemático caso de la Planta Fotovoltaica. Y que a nadie le quede duda, el robo ha sido al presente y al futuro de los mexicanos.
No traicionar, fue la tercera pieza de esa promesa de forma de gobierno, pero la gran traición ha sido al pueblo de México, a esos 30 millones de ciudadanos que creyendo en las promesas del líder los dejaron gobernar, y seguiremos siendo traicionados, pues nadie pidió tener un gobierno antidemocrático, totalitario y corrupto.
Pero hemos de admitirlo, no pretendo ser un miope de la política, también en otros gobiernos se traicionaron los principios con que se dijo se gobernaría. En muchas prácticas y políticas públicas de los gobiernos del PAN los responsables olvidaron los cuatro pilares del humanismo político que da sustento a la doctrina de este partido, no siempre se ha buscado el bien común, no siempre se ha actuado con el debido respeto a la dignidad de la persona humana, no se fue solidario y mucho menos subsidiario.
Hoy todos pagamos las consecuencias de esos comportamientos, no solo en la falta de los servicios públicos adecuados, sino en el monto de la deuda pública que se habrá que pagar por generaciones. Si preguntas al ciudadano común, sin duda que el concepto en que se tiene a los políticos no tiene nada que ver nada con alguien que actúa con principios éticos y doctrinales básicos, al contrario, el concepto de político es una persona corrupta, mentirosa y gandalla, por ello lo desprestigiado de la función política.
Es mi opinión, al final de cuentas esa falta de principios que hoy se tiene al gobernar habrá de marcar el sello de la 4t una vez concluido su tiempo en la historia, las próximas generaciones habrán de señalar la forma de gobierno que tuvimos en estos años y estoy convencido que la calificación no será aprobatoria.
Es tiempo de que políticos con principios sólidos, honestos y comprometidos con el bien común refuercen su presencia en la sociedad, México necesita un gobierno que se ejerza con esas características.
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