Cuando con la sola psicología, no nos alcanza

A mí, todo me sucede por virtud Providencial. Un día escucho en mi conciencia: llámale a este o márcale a aquél; y yo obedezco. Las cosas salen siempre como Dios quiere y poco a poco voy comprendiendo cómo se ordenan siempre para mi bien. 

El caso es que estando en una conversación, comencé a explicarle a una buena amiga, cómo había comprendido yo la psicología o la dinámica de cómo las famosas heridas de la infancia son determinantes de nuestro comportamiento, limitantes y sufrimientos en la adultez… Y ella me invitó a escribirlo a pesar de que creo que hay miles de expertos que lo harían mucho mejor que yo. Pero para gloria de Dios y por si en algo nos suma… aquí va. 

Imagínate un diagrama con 6 círculos concéntricos. Al centro, un pequeño círculo que representa la herida de tu infancia… tus padres, tus maestros, los adultos a tu alrededor, tus hermanos… sin querer o desafortunadamente a veces intencionalmente; hacen algo ante lo cual tu percibes que no puedes sobreponerte. No puedes manejar. No tienes los recursos para comprenderlo. Te supera. Te bloquea. Y reconfigura el mundo como hasta ese momento lo concebías: Un ejemplo… si tu pensabas que el mundo era un lugar hermoso y seguro; y tu percibes que estás ante un peligro eminente (por ejemplo te estás ahogando en una alberca… o lo que sea)… comenzarás a albergar la posibilidad de que el mundo no sea seguro ni hermoso. Y se comienza a formar el segundo círculo concéntrico. 

A partir de que percibimos que un evento nos sobrepasó, el mundo, las personas, Dios y los demás conceptos que tenemos en nuestra mente se reconfiguran y comenzamos a modelar CREENCIAS. Ahora creemos, siguiendo con el ejemplo; que el mundo es inseguro. Que los adultos a mi cargo no me cuidan y por lo tanto no puedo confiar. Que estoy sol@. Que me abandonaron. Que no soy importante ni digna de ser amada, escuchada, vista… etc. Y comienza a formarse un tercer círculo concéntrico. 

Entonces, para mi protección y supervivencia, formo juramentos o promesas para mí misma que serán inconscientes, muchas veces e inquebrantables si no las hago conscientes en algún momento de mi vida. Un ejemplo: Como el mundo es inseguro y nadie me cuida; jamás volveré a confiar en nadie más que en mi misma. Y damos vida y dientes al cuarto círculo… 

Nuestra IDENTIDAD. Ahora, años después, cuando nos preguntan: ¿Y tú quién eres?… tranquila y asumidamente respondemos: una mujer que no depende de nadie. Todo lo tomo. Todo lo hago cuando y como quiero. Una mujer amazónica. A quien nada ni nadie detiene. Y el último círculo… lo que hacemos. 

Nuestra conducta. Nuestras decisiones. Nuestras acciones. Aquello en lo que enfocamos nuestra atención… y ahí si hay todo tipo de consecuencias de colores y sabores distintos que la mayoría de las veces parecen todas inconexas… Seguimos con el ejemplo: Esta, será una mujer imparable. Trabajadora e industriosa a la que le mueve, demostrar a los demás que nada la detiene y que no necesita de nadie. Que ella es su propia fuente de fuerza y de amor. Que supera a los demás y a sus padres y a Dios. Incapaz, en el fondo, de recibir amor, cariño o un abrazo. La vulnerabilidad no forma parte de su lenguaje emocional y le motiva casi siempre ser la salvadora de los demás. Puede meterse mucho más profundo que lo que le permiten para resolver los problemas y las vidas ajenas porque ella todo lo puede. Y así… nada parece estar conectado, pero muchas de estas situaciones y comportamientos son las fuentes de nuestra alegría, pero también de nuestro sufrimiento. Son fuente de nuestro éxito y al mismo tiempo son motores inadecuados que al movernos, nos hacen sentir que vamos perseguidos por el mismo peligro que un día nos hirió. Te lo explico… 

En palabras de Efrén Martínez: Correr a lo largo de un túnel, se puede ver igual para quien huye de algo, que para quien va en persecución de su sueño. Se ve igual y no es lo mismo. Continuamos con el ejemplo: nada de “malo” tiene ser industriosa y trabajadora… cuando te mueve el profundo amor al trabajo, a tu familia, a Dios y a los demás. Y cuando te mueve, el dolor y la necesidad de ser reconocida… el mismo trabajo industrioso te provoca un vacío y un sinsentido. Porque vas huyendo de algo. De esa herida, de esa creencia, de ese juramento, de esa identidad que construiste para sobrevivir; y que no es lo que Dios soñó de ti. 

Hay DOS fuerzas que influyen fuertemente en cómo las heridas van determinando nuestra conducta. Una de ellas la aborda la psicología y la otra la espiritualidad. 

Cuando se hace una herida, nuestra psicología la interpreta y le da sentido. Porque nuestro cerebro tiene una sola función que es lograr nuestra supervivencia. Psicológicamente comienzan a formarse los famosos mecanismos de defensa, conductas compensatorias y más. Y a la herida también le comenzamos a llamar Trauma… (Yo no soy psicóloga by the way)… Y un psicoterapeuta intentará, con todas sus herramientas y recursos ir arrojando luz para ir traspasando las capas o círculos concéntricos hasta llevar al paciente a descubrir su herida para poderla hacer consciente para poderla “trabajar”. 

Y hay algunas puntualizaciones que me gustaría mucho hacer… y esto es SOLO mi punto de vista. El terapeuta, comenzará mirando la conducta: lo que hacemos, lo que decimos, lo que sentimos, nuestras relaciones etc. (la terapia conductual por ejemplo). Luego, incide en el siguiente nivel, intentando comprender esa identidad que nos formamos. Todo aquello que vamos describiendo como “yo soy”… Hay terapias que influyen es la resignificación de esa identidad e intentan entrar todavía más profundo para retar las creencias y los juramentos que hayamos hecho acerca de nosotros mismos (la terapia cognitiva por ejemplo). Intenta derramar esa luz e ir descubriendo qué creemos acerca de nosotros mismos que nos construye o que nos limita. Y habiendo pasado tiempo, resistencia, la barrera de la confianza y mucho dolor para quienes llegan con situaciones más delicadas; por fin llegan a conocer el trauma o la herida. 

La pregunta es: ¿hasta dónde puede llegar un terapeuta en el trabajo de reconfigurar el trauma y sanar la herida? Muchos de ellos son verdaderos héroes y maestros y logran darle la vuelta. Cada vez hay más ciencia al respecto y es maravilloso ver cómo una vez que comprendemos a la persona desde esa perspectiva, le podemos mirar con compasión y comenzar a transformarle. Una ovación de pie a los terapeutas, psicólogos y especialistas. Al final, el gran trabajo de todos quienes nos dedicamos a la salud mental es lograr una vida expandida y hermosa habiendo traspasado el dolor y el sinsentido que emerge desde el momento de la herida – trauma. 

Ahora… y aquí es donde comienza lo que no sabemos o que ignoramos. Una segunda fuerza mucho más poderosa que el mismo trauma, es la acción del enemigo. el enemigo de Dios que ha jurado destruir su corazón pisoteando lo que Dios más ama que somos nosotros. Enemigo que desde el jardín del Edén conoció cómo manipular nuestro corazón para alejarnos fundamentalmente de Dios y de nuestra vocación al amor. Fíjate bien. 

Tomemos la misma herida. Un pequeño se estaba ahogando. Percibió que el evento le sobrepasaba por mucho. Llamó a sus padres con todas sus fuerzas. Sus padres estaban distraídos desafortunadamente. No le escucharon. Un extraño, milagrosamente le salva. El pequeño sale llorando buscando a sus papás quienes comen papas fritas en el asoleadero quitados de la pena. Llega este chiquito y sus papás le dicen: “que mal lo que sucedió, pero gracias a Dios estás bien; no pasó nada. Sécate esas lágrimas”… Comienza la psicología de la herida a trabajar PERO comienza el enemigo a dictarle nuevas sentencias de muerte… 

“¿ves? Tus papás son unos estúpidos. Inútiles. Ni siquiera pudieron preocuparse por ti. Ve como reaccionaron. Yo creo que no te quieren. El mundo es así ¿eh? Hay peligros de los cuales nadie te puede salvar. No les importas. Ni siquiera te vieron. Eres tan poco que ni haberte muerto hubiera hecho que se levantaran de su lugar. No te quieren ni te cuidan. Yo creo que tampoco son dignos de tu amor y de tu confianza. Ojo en quién confías ¿eh?…”  Y así sigue… años y años y años sembrando pacientemente división, muerte, mentira y pecado. 

Y cada situación que se parece a aquella primera que detonó miedo o abandono; el miserable enemigo la aprovecha para confirmar esas mentiras… “te lo dije… pero serás idiota… cuántas veces tendrá que sucederte lo mismo para que te des cuenta de que el mundo es inseguro y solo te tienes a ti. No ames. No sirvas. No te vulneren. No te dejes amar. No recibas. No confíes. Mucho menos en Aquél que te dice que te ama y te cuida…”  ¿Te suena a algún “pecado”? Repasemos la lista… Orgullo. Soberbia. Autosuficiencia. Desconfianza (en Dios primero). Desesperanza. Etc. 

En catecismo, les llamamos pecados; y en esta psicología de las heridas yo los he llegado a comprender como ese “modus operandi” de un maldito enemigo que toma nuestras heridas más dolorosas y las llena de mentira y podredumbre para alejarnos definitivamente del amor. Dime porfavor, si éste pequeño crecerá cerca del amor. Del amor de Dios, de sus padres, sus hermanos o sus semejantes. ¿Dime si es “su culpa” o siquiera su decisión libre? ¿Dime si el enemigo no es el padre de la esclavitud? A un bebito, en peligro, lo esclaviza y le priva del amor para toda su vida. 

Y entonces llega Dios. No con la intención de iluminar, como nosotros humanos; sino con el sol mismo detrás. Iluminando, pero deslumbrando. Sin tirar muros brusca o ruidosamente… pero iluminando determinado. Decidido a liberarte de la esclavitud de la mentira que te creíste porque cuando lo logre; cambiará TODO… TODO LO HACE NUEVO… todo comienza a modificarse, desde dentro, hasta afuera. 

Dios te revela tu herida PERO no te deja que te la quedes para “trabajarla y resolverla” tu sola. Te da un salvador y te da la gracia… y Dios llega, con infinito amor y ternura y abre y limpia y besa y cura esa herida. Y extirpa y se la da a su Madre quien la lleva con Jesús y se la entrega porque El ya venció ese y todos los pecados… El ya venció esa y todas las mentiras. El ya asumió esa y todas las heridas. El ya lo hizo por ti y por mi. Una vez y para siempre. 

Dios te revela tu herida – trauma y luego comienza a hablar VERDAD. Ya no eres más responsable de darte todo el amor y la seguridad tu sola. Te dice que estás segura. Que eres hija amadísima de El y de tus padres. Que eres digna de amor, cuidado, abrazo, seguridad, felicidad, paz. Que el mundo lo creó hermoso y seguro para ti. Que lo puedes usar y gozar. Que todo lo que ahora hagas, creas, crees y decidas, tendrá profundo sentido… que dejes de huir de “algo” y comiences a perseguir Su sueño para ti. 

Y todo se transforma desde dentro. Remueve tu herida. Te habla de verdades. Transforma tus creencias. Renueva tu juicio. Y comienzas a ver frutos que la Iglesia les llama frutos del Espíritu Santo: paz, gozo, paciencia, misericordia, bondad, compasión, amor, alegría. 

La famosa sanación que desciende de Dios, se aleja tremendamente del esoterismo, la magia o lo aleatorio y oculto de todas las “sanaciones” presentadas por el mundo. Esta es la profunda, divina y pedagógica intervención de un Dios que no opera con criterios humanos pero Quien tampoco los ignora. Más alla… El vivió los criterios humanos, les dio un nuevo significado… 

Esta es la sanación definitiva. La sanación – salvación. La sanación que aunque a veces no se puede explicar con palabras, es completamente comprensible y atribuíble solo y todo a Dios Creador, Dios salvador y Dios Espíritu divino. No hay nada en la sanación de Dios que quede a la suerte o incompleto. Si bien, como dijimos, no siempre se da súbita, se da siempre completa en el tiempo y en forma. Y luego… no la quita. No se va. No se esfuma ni se olvida. El también se encarga, si nosotros seguimos cerca, de crecer esa sanación y hacerla impactar en familiares, amigos, enemigos, trabajo o apostolado. 

Esta es la historia de salvación. Esta es la historia de sanación. Bendito sea mi Gran Dios.  

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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