Quieren hacer abono con cadáveres

Muchas personas que no creen en la resurrección intentan prolongar la vida convirtiéndose en árbol, teniendo su resucitación como árboles, indicó Sergio David Clavijo, teólogo y maestro en formación.


 Árbol después de la muerte


La muerte tiene diferentes significados en todas las culturas y religiones; la mayoría de ellas proclama la existencia de una vida espiritual después de la muerte. Contra esa creencia, los avances tecnológicos y la evolución mundial han dado origen a los entierros orgánicos, que argumentan que convierten a quien fallece en un árbol.

Este supuesto avance ha abierto un nuevo debate. Hasta hace relativamente poco tiempo, incluso la idea de convertir el cuerpo de una persona en cenizas era lejana. Sergio David Clavijo, sacerdote con estudios teológicos y maestro en formación, explicó que anteriormente la religión cristiana, que es mayoritaria en México, no permitía la cremación debido a que esa práctica era utilizada por los no católicos como un rechazo a la resurrección.

“Para el católico, el cuerpo es el templo del Espíritu Santo; por ello, antes y después de la muerte se debe respetar al cuerpo, que es sagrado”, recalcó Sergio Clavijo, y explicó que años más tarde, cuando la iglesia aceptó la cremación, dejó claro que sólo se permite cuando el difunto tuvo una enfermedad contagiosa y puede ser un foco de infección o por razones económicas, pues resulta más barato incinerar a una persona que enterrarla.

Sin embargo, Clavijo subrayó que “la cremación nunca debe ser efectuada por motivos estéticos o banales, pues sería similar a rechazar la resurrección que prometió Cristo al final de los tiempos”.

La idea de los entierros orgánicos es básicamente convertir el cuerpo o cenizas del difunto en abono que ayudará a que una semilla pueda germinar. En esa nueva práctica se han hecho populares 2 procedimientos de germinado: con cenizas y con el cuerpo entero del difunto.

Entierros orgánicos, ruptura con la tradición

El entierro orgánico con cenizas consiste en una urna fabricada con materiales totalmente biodegradables, que en su interior tiene dos compartimentos. En la parte de arriba se pone la semilla que germinará, y en la parte inferior se colocan las cenizas del difunto junto con tierra, otros tipos de abono y nutrientes. Una vez que la urna contiene todos esos elementos, incluidas las cenizas, se debe enterrar en suelo fértil para esperar la germinación y el crecimiento del árbol.

Mientras tanto, otras empresas ofrecen convertir el cuerpo del difunto en abono para un árbol que crecerá alrededor de los restos y tomará sus nutrientes. Cuando una persona fallece se deposita el cuerpo en posición fetal dentro de la urna, posteriormente se entierra el recipiente, que es semejante a un huevo, y se ponen semillas en la parte superior de la urna, para que el árbol nazca y pueda crecer.

Pese a que la práctica contraviene las enseñanzas católicas, para Angélica Martínez Cantú, ambientalista desde hace 24 años, los entierros orgánicos podrían sustituir a los cementerios comunes, pues “en vez de tener cientos de lápidas y ataúdes que utilizan material natural como la madera, se puede tener miles de árboles”.

Martínez Cantú sostiene que “no hay mejor manera de convertirte en legado que volverte parte del planeta”, y explica que en el caso de Cápsula Mundi, los cuerpos pueden ser aprovechados completamente por la tierra y unirse al proceso natural en su totalidad.

Al respecto de los entierros orgánicos, el padre Sergio Clavijo indicó que el problema que hoy enfrenta la humanidad, a causa del culto a la ecología, es que la sociedad ha perdido las bases religiosas. “En nuestros días parece más grave matar a un animal que a un nonato en el vientre de su madre, o recurrir a la eutanasia”, aseguró Clavijo.

Sergio David Clavijo recalcó que todas esas ideas vienen de una corriente panteísta, creencia nacida en oriente, según la cual Dios no solo está en todas partes, sino que Dios mismo es todo. “Muchas personas que no creen en la resurrección, pretenden prolongar su vida convirtiéndose en árbol, ‘fabricando’ su propia resucitación como árboles”, y por ello optan por ser convertidos en abono, finalizó Clavijo.

 

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