El papa León reformula las finanzas del Vaticano

El 29 de septiembre de 2025 —en la solemnidad de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael—, el Papa Leo XIV firmó un motu proprio titulado Coniuncta Cura, con el cual lanza una reforma de gran calado al sistema financiero del Vaticano. Esta decisión no solo modifica las reglas del juego, sino que marca una reorientación del modelo de centralización heredado de su predecesor, el Papa Francisco.
Al permitir que distintas oficinas vaticanas recurran a instituciones bancarias externas cuando lo juzguen “más eficiente”, Leo busca un modelo basado en la “co-responsabilidad en comunión”. Pero detrás de esa fórmula rutilante emergen tensiones: entre la transparencia y el riesgo, entre la flexibilidad y el control, y entre la tradición de poder vertical y una nueva ética de corresponsabilidad.

Para México y los jóvenes católicos en América Latina, este episodio no es remoto: convoca preguntas sobre cómo la Iglesia administra sus bienes, cómo responde a escándalos del pasado y qué modelo de Iglesia propone para el siglo XXI.

Contexto histórico: de Francisco a Leo en el crisol financiero

Para comprender el salto que Leo da, conviene repasar lo que venía antes:

  • Durante el pontificado de Francisco, la reforma de la Curia plasmada en la constitución Praedicate Evangelium (marzo de 2022) introdujo como principio rector la “co-responsabilidad en comunión” en la gobernanza eclesial. 
  • En agosto de 2022, Francisco emitió un Rescriptum ex Audientia SS.mi que centralizaba la gestión de los activos financieros del Vaticano bajo APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica) —ordenando que otras oficinas transfirieran sus fondos a cuentas administradas por ese órgano. 
  • Esta centralización buscaba uniformidad, control y transparencia ante los escándalos financieros que habían golpeado al Vaticano en años recientes. En 2021, por ejemplo, Francisco ya había emitido un motu proprio con normas más rígidas contra la corrupción en el ámbito curial. 
  • No obstante, diversos informes y críticas internas señalaban que esa acumulación de poder en APSA e IOR (el llamado “banco del Vaticano”) generaba rigideces y obstáculos operativos. Algunas oficinas se quejaban de no tener autonomía para efectuar inversiones que consideraban oportunas.
  • Además, el Vaticano ha estado bajo escrutinio internacional: el organismo Moneyval, encargado de evaluar la capacidad del Vaticano para prevenir el lavado de dinero, reconoció avances, pero las tensiones sobre transparencia persistieron. 
  • En 2024, el Vaticano reportó que los informes de actividad financiera sospechosa cayeron en alrededor de un tercio, y que algunas cuentas fueron congeladas por valores millonarios. 
  • Aun así, el Vaticano enfrentaba un déficit estructural anual estimado entre 50 y 60 millones de euros, en parte por obligaciones de pensiones y costos operativos crecientes. 

Ese contexto era, en esencia, el campo de batalla al que arribó el nuevo Papa: heredaba una Iglesia que deseaba la limpieza financiera y esperaba rendición de cuentas, pero que también se enfrentaba a tensiones institucionales profundas.

¿Qué cambia Coniuncta Cura? Principales ejes de la reforma

El motu proprio Coniuncta Cura —publicado oficialmente el 6 de octubre de 2025— introduce modificaciones notables y, en algunos casos, rupturistas frente al modelo anterior. Aquí los puntos clave:

1. Supresión del Rescriptum de 2022. Leo XIV deroga el Rescriptum ex Audientia SS.mi de 2022 que obligaba la concentración de fondos bajo APSA. Con ello, disuelve una de las piedras angulares de la centralización impulsada por Francisco. 

2. Flexibilidad para inversiones externas. Aunque APSA sigue siendo el órgano competente para administrar bienes del Vaticano, ahora puede usar al IOR o instituciones externas si los entes responsables lo consideran más eficiente o conveniente. Eso abre la puerta a bancos internacionales o intermediarios financieros externos. 

3. Enfoque de corresponsabilidad. El documento invoca explícitamente la “co-responsabilidad en comunión” como principio rector para que las oficinas curiales colaboren y compartan funciones, en lugar de que una sola concentre el poder. Cada institución tendrá roles más definidos, evitando solapamientos o incertidumbres.

4. Supervisión ética y normativa consolidada. Las inversiones estarán sujetas a la política del Comité de Inversiones, creado con base en reformas de 2022. El motu proprio enfatiza que todo movimiento financiero debe evaluarse con criterios éticos y configurarse dentro de normas claras. 

5. Vigencia inmediata y fuerza normativa. La reforma entra en vigor tan pronto como es publicada en L’Osservatore Romano, y será incorporada al Acta Apostolicae Sedis, lo que le otorga carácter jurídico permanente dentro de la estructura vaticana. 

En suma, Coniuncta Cura no abandona por completo la presencia del IOR o la idea de institucionalidad central, pero rebaja el control absoluto, distribuye competencias y busca institucionalizar un modelo más colaborativo.

Implicaciones internas y reacciones en el Vaticano

La promulgación de esta reforma no ocurre en el vacío. Internamente se advierten tensiones, expectativas y críticas latentes:

  • Algunos sectores eclesiásticos expresaron que la reforma de Francisco excedió los límites del poder de APSA, y que ciertas decisiones habían sido motivadas más por ideologías que por criterios técnicos. Un prelato citado en un análisis comentó que se habían presentado “distorsiones de ciertas decisiones ideológicas recientes”. 
  • En medios católicos críticos se analiza si esta reforma será un nuevo renacimiento institucional o la repetición de viejos ciclos: ¿volverá a haber concentración abusiva en otra oficina? ¿Seguirá prevaleciendo la opacidad en operaciones complejas? 
  • Algunos expertos financieros vaticanos han recibido con prudencia la apertura, señalando riesgos de fragmentación o debilidad del control. Si cada oficina puede recurrir a bancos externos, se abriría la posibilidad de arbitrariedad o inconsistencias en inversiones.
  • No obstante, el Papa indica que la decisión se apoyó en evaluaciones del Consejo para la Economía, órgano creado por Francisco para monitorear y orientar la gestión financiera. La reforma no sería un acto improvisado, sino respaldado por consenso técnico. 
  • Como parte del giro reformador, Leo también ha comenzado a reordenar otros puestos clave dentro del Vaticano, ya desplazando figuras cercanas al gobierno anterior. 

Así, Coniuncta Cura es parte de un cambio de estilo de gobierno que busca apartarse del modelo muy vertical que caracterizó el papado de Francisco en ciertos ámbitos.

Aunque el cambio puede parecer técnico o distante, afecta la credibilidad de la Iglesia ante millones de católicos, especialmente jóvenes que demandan coherencia ética y transparencia institucional. Para ilustrar: María, de 28 años, católica de Ciudad de México, comenta: “Como creyente activo, no me basta que la Iglesia hable de justicia y solidaridad, si detrás de escena hay manejos opacos de dinero. Ver un Papa que firma reformas para abrir espacios de corresponsabilidad me da esperanza, pero también me obliga a vigilar y pedir cuentas.”

Ese sentir es compartido por muchos jóvenes laicos que colaboran en parroquias, movimientos sociales o iniciativas comunitarias: no es sólo lo que la Iglesia predica externamente, sino cómo administra lo interno lo que le da autoridad moral. Si el Vaticano es percibido como una caja negra, se aleja del ideal de servicio al más necesitado.

La Doctrina Social de la Iglesia enseña que los bienes económicos deben orientarse al bien común, a la opción preferencial por los pobres y a la subsidiariedad. En ese sentido, una reforma financiera no es un asunto técnico más, sino parte esencial de la misión eclesial en el mundo contemporáneo.

En el horizonte de esta reforma hay luces prometedoras, pero también nubes que requieren vigilancia:

Oportunidades

  • Mayor flexibilidad operativa: oficinas curiales podrán adaptarse a condiciones locales de mercado sin estar atadas rígidamente a una sola institución.
  • Distribución del poder: al evitar la concentración absoluta, se estimula la corresponsabilidad institucional y se reducen tentaciones autoritarias.
  • Refuerzo de confianza pública: si se aplica con claridad, la reforma podría recuperar la credibilidad de muchos fieles que esperaban una limpieza profunda.
  • Armonización normativa: al integrar al Comité de Inversiones y criterios éticos, podría generarse mayor coherencia entre la misión espiritual de la Iglesia y sus decisiones financieras reales.

Riesgos

  • Desorden o fragmentación: si no hay coordinación fuerte, el modelo puede derivar en decisiones desalineadas entre oficinas.
  • Tentaciones de discrecionalidad: la apertura a bancos externos puede abrir puertas a prácticas opacas si no hay controles rigurosos.
  • Resistencia interna: funcionarios acostumbrados a concentrar el poder pueden obstaculizar la implementación.
  • Reversión futura: esta reforma podría ser objeto de reversiones si un nuevo pontificado decide restablecer la centralización.

Desafíos

  • Establecer mecanismos efectivos de auditoría interna y externa.
  • Educación institucional: que los cargos eclesiásticos comprendan que el papel financiero es tan parte de la misión como el espiritual.
  • Transparencia proactiva: hacer públicos informes, balances y criterios de inversión para que los laicos puedan seguir el proceso.
  • Evaluación de impacto social: las inversiones deben responder también no solo a rentabilidad, sino a criterios éticos de justicia, sostenibilidad y desarrollo humano.

La firma del motu proprio Coniuncta Cura es mucho más que un ejercicio técnico: es un acto simbólico y práctico que define el estilo del papado de Leo XIV. Lejos de un simple ajuste menor, representa una apuesta clara por un modelo de gobierno eclesial más distribuido, participativo y transparente.

Para los jóvenes católicos, este momento es una invitación a no ser espectadores pasivos. Algunas líneas de acción posibles:

  1. Vigilancia crítica laica: exigir que la información financiera sea accesible, clara y confiable.
  2. Formación en ética social y financiera: comprender los principios de la Doctrina Social de la Iglesia aplicados al mundo económico.
  3. Participación institucional: promover la presencia de laicos con conocimiento profesional en las estructuras de control.
  4. Comunicación eficaz: traducir estos cambios a un lenguaje que se entienda en las comunidades parroquiales para que no permanezcan ocultos en la Curia.

Si este esfuerzo se consuma con coherencia entre palabra y acción, la Iglesia católica puede fortalecer su credibilidad ante un mundo hastiado de corrupción y simulacros. Como decía san Juan Pablo II: la Iglesia tiene que «ser creíble en lo que dice y en lo que hace». Coniuncta Cura puede ser una piedra de ese camino, pero dependerá del seguimiento, la valentía institucional y el compromiso de toda la comunidad católica.

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