El ahora Papa León XIV (Robert Francis Prevost) y el cardenal Christopher Pierre comparten una sintonía eclesial marcada por América Latina, la diplomacia vaticana y el estilo pastoral promovido por Francisco. Aunque no han trabajado juntos en una misma diócesis, sus trayectorias paralelas permiten vislumbrar una colaboración tácita y significativa en la selección de obispos y en la visión de una Iglesia cercana, dialogante y sinodal.
Raíces y misión en el continente americano
Ambos cardenales han sido profundamente marcados por su experiencia pastoral en América Latina. Robert Prevost, nacido en Chicago en 1955, se formó como agustino y fue enviado como misionero a Perú en 1985, donde desempeñó tareas de formación sacerdotal, dirección de seminarios y, posteriormente, fue nombrado obispo de Chiclayo (2015–2023). Su experiencia se entrelazó con comunidades profundamente católicas, marcadas por la pobreza, la migración y la esperanza popular. Como él mismo recordó en su saludo como Papa: “Un saludo, de modo particular, para todos aquellos de mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo y ha compartido su fe”.
Por su parte, el cardenal Christopher Pierre, también estadounidense, desarrolló su vocación en el cuerpo diplomático de la Santa Sede. Fue nuncio en Haití (1995–1999), Uganda (1999–2007), México (2007–2016) y finalmente en Estados Unidos, desde 2016, país que también vio nacer a Prevost. Su paso por México fue crucial, enfrentando la crisis de violencia e inseguridad que afectaba a obispos y laicos. Allí se convirtió en una figura respetada por su capacidad de escucha y mediación. En una entrevista con Vida Nueva, un obispo mexicano comentó: “Monseñor Pierre nunca impuso soluciones. Nos enseñó a ver con ojos del Evangelio los problemas de nuestro pueblo” (VN, 2016).
Esta trayectoria común en territorios diversos, pero con desafíos similares, los dotó de una visión eclesial empapada del “sensus fidelium” latinoamericano. Ambos conocen de primera mano las luchas sociales, la religiosidad popular, y el valor de una Iglesia que acompaña a los pobres. Como expresó el Papa León XIV en su homilía con los cardenales: “Este es el mundo que nos ha sido confiado, donde estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador”.
Cercanía a Francisco y posible colaboración
Tanto Prevost como Pierre han sido nombrados para cargos de enorme responsabilidad bajo el pontificado del Papa Francisco, lo que refuerza la percepción de una línea eclesial común. Pierre fue designado nuncio en Estados Unidos en 2016, en un momento especialmente complejo para la Iglesia norteamericana, atravesada por divisiones ideológicas y el escándalo de abusos. En 2023 fue creado cardenal como reconocimiento a su papel diplomático y pastoral.
Prevost, en cambio, fue llamado por Francisco en 2023 a asumir la prefectura del Dicasterio para los Obispos, uno de los cargos más delicados del Vaticano. Desde ahí coordina la selección de los nuevos obispos en el mundo entero, un proceso en el que la Nunciatura Apostólica juega un papel clave.
Aunque no hay registros públicos de encuentros formales entre ambos, es razonable suponer que han trabajado de forma coordinada en varios nombramientos episcopales en Estados Unidos. Según explicó el teólogo Thomas Reese: “La relación entre la Nunciatura y el Dicasterio es vital. El nuncio propone y el Dicasterio discierne. En muchos casos hay un diálogo constante” (National Catholic Reporter, 2023).
Voces dentro del episcopado estadounidense han señalado esta sintonía. Un obispo del medio oeste, que pidió el anonimato, comentó: “Muchos nombramientos recientes reflejan un perfil pastoral más cercano a Francisco. Se nota el sello de Pierre, pero también la mano discreta de Prevost” (America Magazine, abril 2024).
Visión eclesial común: una Iglesia en salida
Tanto Pierre como Prevost han sido considerados representantes de la “Iglesia del Papa Francisco”: una Iglesia sinodal, cercana, humilde, más preocupada por tender puentes que por trazar trincheras. En palabras del propio León XIV: “Ayudémonos los unos a los otros a construir puentes con el diálogo, el encuentro… para ser un solo pueblo, siempre en paz”.
El cardenal Pierre ha advertido en varias ocasiones sobre los peligros del sectarismo dentro del catolicismo norteamericano. En una carta pastoral de 2021 enviada a la USCCB, recordó que “la unidad no es uniformidad, pero exige comunión auténtica”. Esta idea resuena con la espiritualidad agustiniana que inspira a León XIV, cuyo lema episcopal —In illo uno unum— evoca la unidad en Cristo, según san Agustín: “En la medida en que uno se acerca a Cristo, también se acerca a los demás”.
Ambos eclesiásticos priorizan una mirada no ideológica de la fe, que combine fidelidad doctrinal con apertura al sufrimiento del pueblo. Para Prevost, “no hay evangelización sin escucha”, una frase que resume su acción como prefecto de los obispos, marcada por el discernimiento, la prudencia y la misericordia.
Una misma línea, ahora desde el pontificado
Si bien no existe una dependencia jerárquica entre Pierre y Prevost, ni un trabajo conjunto documentado, su colaboración indirecta —especialmente en el nombramiento de obispos y en la lectura pastoral de América— los convierte en parte del mismo “equipo pastoral” que ha delineado el Papa Francisco. Ahora, desde la Cátedra de Pedro, León XIV hereda y continuará esa línea.
Es posible que el cardenal Pierre, con su experiencia diplomática y conocimiento profundo de América Latina y Estados Unidos, juegue un papel relevante como consejero papal en los próximos años. Como señaló recientemente el analista vaticano Massimo Faggioli: “Pierre y Prevost representan lo que Francisco ha querido construir: una Iglesia continental, sinodal, más americana en su visión y más evangélica en su estilo” (La Croix, mayo 2025).
La relación entre León XIV y el cardenal Pierre es un ejemplo de cómo la Iglesia actual se teje a través de conexiones profundas más que de estructuras formales. Ambos han recorrido caminos distintos pero convergentes, configurando una visión eclesial que ahora se consolida con el inicio de un nuevo pontificado. Juntos, representan una esperanza concreta para una Iglesia reconciliadora, sinodal y en salida, en fidelidad creativa al Evangelio y al legado del Papa Francisco.
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