El mundo del siglo XXI ha estado marcado por nuevos tipos de conflictos: guerras asimétricas, crisis migratorias, terrorismo, hambre, xenofobia y extremismo ideológico. Frente a esta realidad fragmentada, el Papa Francisco (2013–2025) ha emergido como un líder espiritual y político global, renovando el perfil del papado como mediador, consolador y denunciante de las estructuras de violencia.
Primer pontífice latinoamericano, Francisco ha llevado al escenario internacional la “diplomacia de la misericordia”: una acción política basada en gestos concretos de reconciliación, cercanía con las víctimas y denuncias frontales a los poderes que perpetúan la guerra.
El restablecimiento de relaciones entre EE.UU. y Cuba: el mayor logro diplomático vaticano en décadas
Uno de los mayores hitos diplomáticos de Francisco fue su intervención en el deshielo entre Estados Unidos y Cuba en 2014. Como latinoamericano, gozó de una confianza especial con ambas partes. Envió cartas personales al presidente Barack Obama y al líder cubano Raúl Castro, instándolos a superar décadas de enemistad y abrir “una nueva fase en sus relaciones”.
El Vaticano albergó reuniones secretas entre emisarios de ambos gobiernos, y el 17 de diciembre de 2014, día del cumpleaños número 78 del Papa, se anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas tras 54 años. Fue un gesto histórico de reconciliación continental que muchos calificaron como “el mayor éxito de la diplomacia vaticana en décadas”.
Ambos países agradecieron públicamente al Papa, reconociendo su rol como puente creíble, imparcial y humanitario. La mediación fue también un paso hacia mejorar las condiciones de derechos humanos dentro de Cuba, manteniendo el principio vaticano de unir diplomacia y justicia.
Sudán del Sur: un gesto profético que conmovió al mundo
En abril de 2019, Francisco invitó al Vaticano a los líderes enfrentados de Sudán del Sur. Al concluir el retiro espiritual, realizó un gesto desconcertante e inolvidable: se arrodilló y besó los pies del presidente Salva Kiir y de los jefes rebeldes.
“Les pido como hermano: quédense en paz”, imploró entre lágrimas.
Ese acto de humildad desarmante, pese al dolor en sus rodillas, marcó el alma de los presentes. Muchos lo compararon con el gesto de Jesús al lavar los pies de sus discípulos. Cuatro años después, en 2023, Francisco visitó Sudán del Sur acompañado por líderes anglicanos y presbiterianos, consolidando un proceso de paz aún frágil, pero profundamente marcado por la autoridad moral de un pastor dispuesto a arrodillarse por su pueblo.
Un Papa con mirada desde las periferias: refugiados, migrantes y civiles en guerra
Francisco ha insistido en que la paz no se construye desde los despachos sino desde las víctimas. Ha sido llamado “el Papa de los refugiados” por su constante defensa de migrantes y desplazados. Su primer viaje papal fue a Lampedusa (2013), donde lloró por los ahogados en el Mediterráneo y denunció la “globalización de la indiferencia”.
Respecto a Siria, Irak, Yemen y Ucrania, no solo ha exigido el cese de hostilidades, sino también la protección a civiles, el respeto del derecho humanitario y la creación de corredores seguros. En 2016 convocó una jornada mundial de oración y ayuno por Siria, coincidiendo con una pausa armada.
Tras la invasión rusa de Ucrania en 2022, se ofreció a viajar a Moscú para mediar. Aunque el Kremlin no lo recibió, Francisco ha mantenido incesantes llamados al diálogo y la tregua, calificando el conflicto como “una guerra sacrílega que destruye lo más precioso de la creación: la vida humana”.
En 2019, en Abu Dhabi, firmó junto al Gran Imán de Al-Azhar el Documento sobre la Fraternidad Humana, un manifiesto islámico-cristiano contra el extremismo, que ha sido considerado un hito interreligioso global.
Denuncia profética del comercio de armas y la “tercera guerra mundial en pedazos”
Francisco no ha dudado en nombrar a los responsables estructurales de la guerra. Ha denunciado con claridad a las potencias que promueven la paz con discursos mientras exportan armas letales, y ha llamado esto “una de las grandes hipocresías del mundo moderno”.
En su encíclica Fratelli Tutti (2020), cuestionó la teoría de la guerra justa y afirmó: “Con las armas nucleares y destructivas actuales, ya no podemos pensar que la guerra sea solución, nunca”.
Propuso redirigir los gastos militares hacia el desarrollo de los pueblos, y repitió en la ONU: “Si quieren ser hermanos, dejen caer las armas de sus manos”.
Francisco ha popularizado la expresión “tercera guerra mundial en pedazos”, aludiendo a los múltiples conflictos regionales (Siria, Ucrania, Sahel, Palestina), actos de terrorismo, limpieza étnica y explotación armada que desgarran silenciosamente al mundo.
El mensaje central del Papa Francisco es claro: todos somos hermanos, y la paz comienza cuando reconocemos esa verdad y actuamos en consecuencia. Su visión de fraternidad universal implica derribar muros, construir puentes y actuar en favor de los últimos, los migrantes, los pobres y los heridos por la guerra.
Con sus visitas a lugares como Hiroshima y Nagasaki, la frontera México–EE.UU. o Sudán del Sur, Francisco ha demostrado que el Evangelio puede ser una fuerza geopolítica si se vive con radicalidad y verdad.
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