En la penumbra solemne de la cripta vaticana, frente a la tumba de san Pedro y acompañado por sus hermanos, el papa León XIV celebró este domingo una misa íntima pero cargada de simbolismo. Horas más tarde, salió al balcón central de la basílica de San Pedro para dirigir el rezo del Regina Coeli ante decenas de miles de fieles, reiterando las líneas maestras de su incipiente pontificado: escucha, valentía, unidad y una fe profundamente encarnada en la historia y los desafíos del presente.
Misa en la cripta: entre tumbas y futuro
Con el Evangelio del Buen Pastor como centro litúrgico, el Papa vinculó su misión con la figura de Cristo que “conoce a sus ovejas y da la vida por ellas”. En una homilía que osciló entre la emoción íntima y el compromiso pastoral, León XIV evocó el amor materno —celebrando el Día de las Madres— como expresión palpable del amor de Dios, e hizo un llamado urgente a revitalizar las vocaciones con el testimonio alegre de la fe:
“Busquemos formas de animar a los jóvenes a escuchar la voz del Señor… no desanimando, sino con alegría del Evangelio”.
La homilía incluyó un pasaje en italiano para subrayar la universalidad de su ministerio, recordando el impulso misionero de Pablo y Bernabé. Pero el corazón del mensaje estuvo en una palabra: escuchar. Escuchar a Dios, a los otros, a los signos de los tiempos. Un Papa que escucha para guiar.
Regina Coeli: sin miedo, con puentes
La tarde trajo consigo otro momento decisivo. Salió al balcón, por primera vez en domingo, para dirigir la oración mariana del Regina Coeli. Ante una Plaza de San Pedro colmada, habló de la paz como el don más urgente y más frágil del mundo, y rindió homenaje explícito a su predecesor:
“Todavía conservamos en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente, del papa Francisco… que Dios los quiere mucho, Dios ama a todos y el mal no prevalecerá”.
Insistió —como ya lo hiciera desde su elección— en construir puentes, caminar sin miedo, abrazar a todos. Su estilo sobrio pero contundente deja ver una clara filiación espiritual con Francisco, pero con tono propio: más reservado, quizá, pero igual de radical en la opción por el Evangelio.
De Francisco a León XIV: continuidad en misión
Desde sus primeras palabras como Papa, León XIV ha insistido en el legado de una Iglesia sinodal, abierta al diálogo y atenta a los pobres. Su formación agustiniana se percibe no solo en sus citas —“Con ustedes soy cristiano y para ustedes, obispo”— sino en el fondo de su visión eclesial: una comunidad que camina unida, buscando la verdad en el corazón de Dios y en la escucha mutua.
Como prefecto del Dicasterio para los Obispos, Robert Prevost ya había demostrado sensibilidad hacia los desafíos sociales contemporáneos y un estilo de liderazgo profundamente pastoral. Ahora, como León XIV, su reto es proyectar esa escucha a escala global.
Una nueva Rerum Novarum en la era digital
Aunque aún no ha pronunciado un discurso programático, las alusiones a temas sociales como el desempleo, la migración, la polarización y la inteligencia artificial comienzan a perfilar una agenda. La elección de su nombre papal sugiere una referencia clara a León XIII, autor de Rerum Novarum, la encíclica fundacional de la Doctrina Social de la Iglesia. Hoy, los “nuevos asuntos” (rerum novarum) podrían incluir el impacto de la automatización en el trabajo, la ética del desarrollo tecnológico y la exclusión digital.
En su homilía, León XIV habló de ser “valientes en el testimonio, con la vida y con sacrificio”. Todo indica que su magisterio buscará tocar las heridas de este siglo con la misma pasión pastoral con la que san Agustín llamó a amar la verdad sin imponerla, y con la que Francisco predicó el “cuidado de la casa común”.

Un comienzo con sabor de Evangelio
A unos días de haber sido elegido, León XIV no ha levantado muros. Ha hablado con el tono bajo de quien ama, con la palabra sencilla de quien sirve, con la hondura de quien ha escuchado. Si el inicio marca el rumbo, este domingo ha sido un punto de inflexión: el inicio de un pontificado que se anuncia humilde, pastoral y profundamente humano.
TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA DEL DOMINGO 11 DE MAYO
El Evangelio que acabamos de escuchar en este Domingo del Buen Pastor: Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen.
Pienso en el Buen Pastor, especialmente en este domingo, que es tan significativo en el tiempo de Pascua. Mientras celebramos el inicio de esta nueva misión del ministerio al que la Iglesia me ha llamado, no hay mejor ejemplo que Jesucristo mismo, a quien entregamos nuestra vida y de quien dependemos. Jesucristo, a quien seguimos, él es el Buen Pastor, y él es quien nos da la vida: el camino, la verdad y la vida. Así que celebramos con alegría este día y apreciamos profundamente su presencia aquí.
Hoy es el Día de la Madre. Creo que solo hay una madre presente: ¡feliz Día de la Madre! Una de las expresiones más maravillosas del amor de Dios es el amor que derraman las madres, especialmente hacia sus hijos y nietos.
Este domingo es conocido por ser especial por varias razones diferentes: una de las primeras que mencionaría son las vocaciones. Durante el reciente trabajo de los Cardenales, antes y después de la elección del nuevo Papa, hablamos mucho sobre las vocaciones en la Iglesia y cuán importante es que todos busquemos juntos. Primero y ante todo, dando [un] buen ejemplo en nuestras vidas, con alegría, viviendo la alegría del Evangelio, no desanimando a otros, sino buscando formas de animar a los jóvenes a escuchar la voz del Señor y a seguirla y a servir en la Iglesia. “Yo soy el Buen Pastor”, nos dice.
Ahora añado solo una palabra también en italiano, porque esta misión que llevamos adelante ya no es para una sola diócesis sino para toda la Iglesia: este espíritu universal es importante. Y lo encontramos también en la primera Lectura que hemos escuchado (Hch 13,14.43-52). Pablo y Bernabé van a Antioquía, van primero a los judíos, pero ellos no quieren escuchar la voz del Señor, y entonces comienzan a anunciar el Evangelio a todo el mundo, a los paganos. Van, como sabemos, en esta gran misión. San Pablo viene a Roma, donde al final él también la [cumplió]. Otro ejemplo del testimonio de buen pastor. Pero también hay en ese ejemplo una invitación muy especial para todos nosotros. Lo decía también de una manera muy personal, lo que es anunciar el Evangelio a todo el mundo.

¡Ánimo! ¡Sin miedo! Tantas veces Jesús dice en el Evangelio: “No tengáis miedo”. Es necesario ser valientes en el testimonio que damos, con la palabra y sobre todo con la vida: dando la vida, sirviendo, algunas veces con grandes sacrificios para vivir precisamente esta misión.
He visto una pequeña reflexión que me hace pensar mucho, porque también en el Evangelio aparece. En este sentido, alguien preguntó: “Cuando piensas en tu vida, ¿cómo explicas dónde has llegado?”. La respuesta que dan en esta reflexión en cierto sentido es también la mía, con el verbo “escuchar”. ¡Qué importante es escuchar! Jesús dice: “Mis ovejas escuchan mi voz”. Y pienso que es importante que todos nosotros aprendamos siempre más a escuchar, para entrar en diálogo. Ante todo con el Señor: siempre escuchar la Palabra de Dios. Luego también escuchar a los demás, saber construir puentes, saber escuchar para no juzgar, no cerrar las puertas pensando que nosotros tenemos toda la verdad y nadie más puede decirnos nada. Es muy importante escuchar la voz del Señor, escucharnos, en este diálogo, y ver hacia dónde nos está llamando el Señor.
Caminemos juntos en la Iglesia, pidamos al Señor que nos dé esta gracia de poder escuchar su Palabra para servir a todo su pueblo.
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