En un mundo donde el modelo económico tradicional (extraer–producir–desechar) se desgasta cada día más, la economía circular surge como una luz: un modelo que busca cerrar ciclos, reducir residuos, regenerar recursos y transformar el desperdicio en oportunidad. Pero más allá de la teoría, lo que hoy inspira y mueve a Millennials y Centennials es ver acciones reales con impacto palpable. Este artículo muestra ejemplos concretos en Latinoamérica y México, donde empresas grandes y startups están adoptando modelos innovadores como “producto como servicio” o “uso compartido” para mostrar que circular no solo es posible… ¡también rentable!
Contexto y urgencia. ¿Por qué hablar hoy de economía circular?
La economía global apenas aprovecha el 7.2 % de los materiales que produce, según el Circularity Gap Report 2023. En América Latina, apenas el 4 % de los residuos urbanos se reciclan eficazmente. Estos datos reflejan una urgencia: no podemos seguir viviendo como si los recursos fueran infinitos. La economía circular es urgente, pero también una oportunidad real de regeneración económica, social y ambiental.
México lidera con ejemplos tangibles de circularidad
PetStar (Toluca): reciclaje masivo de PET grado alimenticio
Esta planta mexicana, surgida en 2006, es hoy la recicladora más grande del continente, con capacidad para procesar decenas de miles de toneladas de botellas plásticas y convertirlas en resina PET apta para alimentos. Con certificaciones ISO, Industria Limpia y LEED Platinum, PetStar representa cómo la economía circular puede —y debe— ser industrial y de alto impacto.
ECOGUT (Tabasco): asfalto hecho de neumáticos reciclados
ECOGUT, nacida como proyecto universitario en 2019 en Tabasco, reutiliza neumáticos para producir carreteras de asfalto resistentes y sostenibles. Su innovación no es solo técnica sino social: un estudiante hizo de un residuo difícil de gestionar un recurso valioso. ECOGUT ha sido ampliamente premiada por su aportación a la sustentabilidad.
Banco de Tapitas: solidaridad circular con propósito humano
Desde 2015, esta ONG recolecta tapitas de plástico en ciudades mexicanas como Ciudad de México, Monterrey y Querétaro para financiar tratamientos de niños con cáncer. Aquí la circularidad no solo reduce plástico, sino que enlaza comunidad, empatía y justicia social con impacto real.
3. Modelos de negocio circulares que funcionan: “producto como servicio” y uso compartido
“Producto como servicio”
Este modelo rompe con la lógica de venta tradicional: en lugar de comprar, el cliente paga por el uso del servicio y la empresa retiene la propiedad, incentivando durabilidad, mantenimiento y reciclaje.
- Signify (antes Philips): ofrece “light as a service”, donde brinda iluminación como servicio, manteniendo equipo e infraestructura circulares.
- Xerox: continúa siendo dueña de sus impresoras, que rentan con mantenimiento —un clásico que demuestra sostenibilidad rentable.
Uso compartido / economía colaborativa
- Plataformas que promueven el acceso en lugar de la propiedad son ejemplos exitosos de circularidad:
- Alquiler de tecnología y electrodomésticos como lo hace Grover.
- Bibliotecas de cosas en España: comunidades donde puedes rentar desde taladros hasta cunas, ahorrando residuos y recursos. La coordinadora Laia Tresserra dice: “el taladro se usa en promedio 13 min durante toda su vida… está mejor en manos de muchos que en el desuso”
Estos modelos despiertan especial motivación en jóvenes urbanos que valoran el acceso, la sostenibilidad y la comunidad.
“Mi trabajo en el Banco de Tapitas me hace sentir más que recolectora: soy puente entre solidaridad y medicina real. Cada tapita es una historia que salva vidas,” comparte Andrea García (28, Ciudad de México), voluntaria desde hace cinco años. Su testimonio revela cómo lo circular puede ser profundamente humano: unir reciclaje con empatía y esperanza.
Propuestas finales: cómo escalar lo que ya aporta
- Impulsar políticas públicas circulares que reconozcan infraestructura como centros de reciclaje (como PetStar) y agentes comunitarios (como Banco de Tapitas) como contribuciones sectoriales clave.
- Fomentar “producto como servicio” en otros sectores, como tecnología, movilidad o mobiliario, donde la durabilidad y el mantenimiento sean aliados circulares.
- Estimular redes comunitarias de uso compartido, como bibliotecas de cosas, en universidades, barrios o colonias: movilidad, bricolaje, hospedaje ocasional podrían operar en modelo circular.
- Apoyar startups circulares con capital y mentoría, como ECOGUT, que integran innovación técnica con impacto local y valores humanistas.
- Educar desde valores sociales como los de la Doctrina Social de la Iglesia: cuidado de la creación, solidaridad con los más vulnerables y respeto a la dignidad de cada persona, para que lo circular sea más que rentable: ético y transformador.
La economía circular ya está sucediendo en México y América Latina: desde plantas industriales como PetStar, pasando por la innovación tech-social de ECOGUT, hasta ONG que articulan justicia social y reciclaje como Banco de Tapitas. Modelos efectivamente circulares —desde “producto como servicio” hasta plataformas comunitarias— no solo reducen residuos, también reconstruyen vínculos, economías y esperanzas. Para las generaciones que vienen, lo circular no es utopía: es una práctica viable, rentable y profundamente humana.
La transición es real, está pasando y, sobre todo, la construimos entre todos.
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