En 2003, Sibongile Sambo soñaba con surcar los cielos. Desde niña imaginaba la vida entre nubes, con un uniforme azul y la sonrisa profesional de una azafata. Pero al solicitar empleo en South African Airways, su ilusión se estrelló con una regla: no cumplía con la estatura mínima exigida para las sobrecargos. Tenía el corazón preparado para volar, pero no la talla.
Lejos de rendirse, aquella negativa fue el despegue de algo mucho más grande. En lugar de cambiar de sueño, cambió de estrategia. Con apenas un pequeño capital y una gran visión, fundó SRS Aviation, la primera empresa de aviación en Sudáfrica totalmente dirigida por una mujer negra.
“Cuando me rechazaron, no lo tomé como un fracaso. Lo tomé como una redirección. Si no podía ser parte de una aerolínea, fundaría una”, declaró Sambo en una entrevista con CNN Africa.
Hoy, dos décadas después, su historia se estudia en escuelas de negocios y universidades africanas como un ejemplo de resiliencia, visión emprendedora y liderazgo ético, demostrando que la dignidad personal y la fe en el talento pueden romper incluso las barreras más altas.
Un contexto que no favorecía el vuelo femenino
Sudáfrica a inicios de los 2000 seguía marcada por las cicatrices del apartheid. Aunque la Constitución de 1996 garantizó la igualdad racial y de género, los datos contaban otra historia: menos del 10% de los altos cargos empresariales estaban ocupados por mujeres, y en sectores como la aviación —profundamente masculinos y técnicos—, la representación femenina apenas alcanzaba el 3%, según el South African Civil Aviation Authority.
En ese escenario, el hecho de que una mujer negra fundara una aerolínea privada era casi impensable. Y sin embargo, Sibongile Sambo no solo lo hizo: lo hizo con éxito. SRS Aviation obtuvo licencia en 2004, con un portafolio de servicios que incluía vuelos charter, transporte de mercancías, evacuaciones médicas y apoyo logístico para empresas mineras y gubernamentales.
“Su historia representa un salto cualitativo en la presencia de las mujeres en la economía africana. No es solo un caso de emprendimiento, sino de justicia y transformación cultural”, afirma la profesora Thandi Mhlongo, especialista en liderazgo femenino en la Universidad de Pretoria.
Del techo de cristal al cielo abierto
Sibongile comenzó su empresa con apenas una oficina alquilada en Johannesburgo y el apoyo moral de su madre. Vendió su automóvil y usó sus ahorros para tramitar permisos y pagar la capacitación técnica. “No tenía inversores, pero tenía propósito”, recuerda.
En un mundo empresarial dominado por hombres y grandes capitales, su mayor capital fue la confianza en su propia dignidad y en la de otras mujeres. Sambo creó programas de formación para jóvenes interesadas en la aviación y promovió la contratación de mujeres piloto y técnicas, campos en los que la presencia femenina era casi nula.
“Una mujer que levanta a otra multiplica el impacto social de su empresa”, dijo en una conferencia de Women in Aviation Africa 2019.
El trabajo humano no es solo un medio de subsistencia, sino un camino de realización personal y contribución al bien común. El Papa Francisco lo resume así: “El trabajo nos dignifica, y toda persona debe tener la posibilidad de realizar su vocación en libertad y justicia.”
Una lección de dignidad y propósito
Más allá de los contratos o la rentabilidad, Sambo entiende su empresa como un proyecto con alma. En sus palabras: “Mi meta no era solo volar, sino hacer que otras personas —especialmente mujeres jóvenes— se dieran cuenta de que ellas también pueden hacerlo.”
En un país donde el desempleo juvenil ronda el 45% y las oportunidades laborales para mujeres negras siguen siendo escasas, su mensaje tiene un poder particular. “Sibongile me dio trabajo cuando nadie más lo hizo. Hoy soy técnica de vuelo y la primera en mi familia con empleo formal”, cuenta Lerato Dlamini, una joven de Soweto de 27 años que forma parte del equipo de mantenimiento de SRS Aviation.
Historias como la de Lerato son las que dan profundidad humana al éxito empresarial. No se trata solo de romper techos de cristal, sino de abrir puertas a otras personas.
El liderazgo como servicio
En un entorno donde muchas veces se confunde el éxito con el poder o la riqueza, la historia de Sambo recuerda que el liderazgo auténtico se mide en servicio. Ella misma lo resume así: “No soy solo una mujer que fundó una aerolínea. Soy una mujer que quiere ver volar a otras.”
Su ejemplo se alinea con el principio de solidaridad que promueve la Doctrina Social de la Iglesia: el éxito personal cobra sentido cuando se traduce en oportunidades para los demás.
Además, Sambo ha insistido en que el liderazgo no requiere copiar modelos masculinos, sino redefinir la autoridad desde la empatía y la cooperación. En 2022 fue reconocida por el Forbes Africa Women Summit por su aporte a la inclusión y su impacto en el desarrollo económico del continente.
Mujeres que conquistan los cielos
El ejemplo de Sibongile Sambo ha inspirado a toda una generación de mujeres africanas en sectores tradicionalmente masculinos. En Nigeria, Captain Irene Koki Mutungi se convirtió en la primera mujer piloto de Kenya Airways; en Etiopía, Asegedech Assefa lidera el programa de ingeniería aeronáutica de Ethiopian Airlines; y en Ghana, Melody Millicent Danquah fue homenajeada póstumamente como pionera de la aviación militar femenina.
Según el informe 2023 de la International Air Transport Association (IATA), la presencia de mujeres en la aviación comercial africana se ha duplicado en diez años, alcanzando el 8% en puestos de liderazgo y el 12% en áreas técnicas. Aunque el camino aún es largo, las historias de mujeres como Sambo están cambiando la percepción del continente sobre lo que significa volar alto.
La mirada mexicana: dignidad, esfuerzo y oportunidad
El mensaje de Sambo no solo resuena en África. En México, donde las mujeres representan el 43% de la fuerza laboral formal pero enfrentan una brecha salarial del 14% y una escasa participación en sectores STEM, su historia invita a reflexionar sobre cómo la exclusión puede convertirse en oportunidad cuando se apuesta por la preparación, el trabajo ético y la confianza en uno mismo.
“Me inspira saber que una mujer en otro continente convirtió el rechazo en un proyecto. Aquí en México muchas también luchamos por un lugar en industrias dominadas por hombres”, comparte Mariana Ríos, ingeniera aeronáutica mexicana de 30 años que trabaja en Querétaro para una empresa de componentes aeroespaciales.
Historias paralelas como la de Mariana y Sibongile recuerdan que la dignidad humana no depende de la altura ni del género, sino de la capacidad de servir, crear y transformar.
Conclusión: volar más alto que el miedo
El rechazo que alguna vez dolió se convirtió en motor. Sibongile Sambo no solo cambió su destino: cambió el rumbo de la aviación africana. Su historia no trata de aviones, sino de cómo un sueño puede reescribirse con coraje, fe y propósito.
En tiempos donde las crisis económicas, sociales o culturales empujan a muchos jóvenes al desaliento, Sambo recuerda que los límites no siempre están fuera, sino dentro. Su ejemplo encarna la esperanza activa: una sociedad donde cada persona pueda realizar su vocación, aportar al bien común y elevarse sin dejar a otros atrás.
O, como dice ella misma antes de cada vuelo: “No esperes a que te den alas. Constrúyelas tú.” ✈️
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