Medio Oriente en llamas

Mientras las cámaras del mundo giran de crisis en crisis, hay una región donde el conflicto no se apaga. Israel, Gaza e Irán, nombres que resuenan con ecos antiguos y amenazas modernas, condensan buena parte de las tensiones más explosivas del siglo XXI. Religión, territorio, petróleo, poder nuclear, fanatismo, nacionalismo y geopolítica se entrelazan en un nudo que parece imposible de desatar. Pero entender sus raíces y su presente es indispensable para imaginar un futuro diferente.

“En Gaza no vivimos, sobrevivimos”, resume Aya Mansour, una joven de 23 años que estudia medicina en condiciones de escasez crónica. “Un día haces tareas y al siguiente estás corriendo con tu hermano para que no caiga una bomba cerca”. Su testimonio no es aislado: representa el rostro humano de un conflicto estructural, marcado por décadas de violencia cíclica, promesas incumplidas y potencias que juegan a mover piezas sobre tableros humanos.

Orígenes de una tragedia anunciada

Israel y Gaza: un siglo de tensiones

El conflicto entre israelíes y palestinos se remonta al mandato británico sobre Palestina (1917–1948), pero se intensifica con la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948, día que los palestinos recuerdan como la “Nakba” o “catástrofe”. Más de 700,000 palestinos fueron desplazados y se desató la primera guerra árabe-israelí.

Desde entonces, siguieron guerras (1956, 1967, 1973), ocupaciones, intifadas (1987 y 2000) y fallidos procesos de paz. Gaza, una franja costera de apenas 365 km², es uno de los territorios más densamente poblados del mundo. Está gobernada desde 2007 por el grupo islamista Hamas, considerado terrorista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea.

“Las condiciones en Gaza son inhumanas”, afirma el Dr. Michael Lynk, exrelator de la ONU sobre derechos humanos en Palestina. “Israel controla fronteras, aire, mar y suministros. La gente vive en una prisión a cielo abierto”.

Irán: del Imperio Persa al eje de tensión

Por su parte, Irán tiene un papel protagónico en la configuración actual del conflicto. Tras la Revolución Islámica de 1979 que derrocó al Sha prooccidental, el país se convirtió en una república teocrática chiita con fuerte hostilidad hacia Israel, Estados Unidos y Arabia Saudita.

Además de desarrollar su programa nuclear —supuestamente con fines pacíficos—, Irán financia y arma a milicias como Hezbollah en Líbano, Hamas en Gaza y a los hutíes en Yemen, consolidando su influencia en el llamado “Eje de la Resistencia”.

En palabras del analista político Karim Sadjadpour, del Carnegie Endowment for International Peace: “La estrategia iraní no es solo militar, sino ideológica. Busca erigirse como la potencia antiimperialista y defensora de los oprimidos en la región, mientras reprime internamente a su población”.

Conflictos actuales: Gaza arde, Irán desafía

El nuevo frente Israel-Gaza

El año 2023 y lo que va de 2025 han estado marcados por una nueva ola de violencia en Gaza. El ataque sorpresa de Hamas el 7 de octubre de 2023 dejó más de 1,400 israelíes muertos, en su mayoría civiles, lo que provocó una respuesta militar sin precedentes de Israel que ha cobrado la vida de más de 30,000 palestinos, según el Ministerio de Salud de Gaza.

El secretario general de la ONU, António Guterres, ha denunciado una “catástrofe humanitaria”. Los corredores de ayuda han sido bloqueados, y organizaciones como Médicos Sin Fronteras reportan hospitales destruidos, escasez de medicinas y miles de heridos sin atención adecuada.

“Perdí a mi madre, mi padre y mi hermano en un bombardeo”, cuenta Salim, un joven palestino de 17 años desde Rafah. “No tengo odio en mi corazón, solo quiero vivir sin miedo”.

Irán: entre sanciones, misiles y diplomacia fallida

El programa nuclear iraní sigue siendo un punto de quiebre. Aunque el acuerdo internacional de 2015 limitó su enriquecimiento de uranio, el retiro de EE.UU. en 2018 bajo Trump y las sanciones posteriores empujaron a Irán a retomar su programa con mayor ambición. Hoy se estima que tiene suficiente uranio enriquecido al 60% para fabricar varias bombas atómicas en pocos meses.

Además, Irán ha sido acusado de orquestar o apoyar ataques contra buques en el Golfo Pérsico, de armar a los rebeldes hutíes en Yemen y de reforzar su presencia militar en Siria, a escasos kilómetros de la frontera israelí.

“No podemos ignorar el riesgo de una conflagración mayor”, advierte Josep Borrell, Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores. “Irán no solo es un actor regional, es una potencia que desafía el orden internacional”.

¿Religión, petróleo o geopolítica?

Aunque muchos asocian estos conflictos a la religión (judíos, chiitas, sunitas), los expertos coinciden en que el trasfondo es más complejo. Hay disputas territoriales, acceso a recursos, rivalidades históricas y protagonismo de potencias globales.

Estados Unidos apoya a Israel con asistencia militar multimillonaria, mientras que Rusia y China se acercan a Irán. Turquía y Arabia Saudita también juegan su propio ajedrez.

“Estamos ante conflictos profundamente arraigados, donde el sufrimiento civil se utiliza como ficha geopolítica”, denuncia el padre Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa. “Pero incluso aquí, hay espacio para la esperanza si hay voluntad de diálogo”.

Caminos hacia la paz: ¿ficción o posibilidad?

La ONU, la Liga Árabe, el Vaticano y mediadores como Noruega o Qatar han impulsado múltiples iniciativas de paz. Pero ninguna ha logrado resolver las causas de fondo: el estatus de Jerusalén, el retorno de refugiados palestinos, la seguridad de Israel o la contención del programa nuclear iraní.

La Doctrina Social de la Iglesia enseña que “la paz no es solo ausencia de guerra, sino el fruto de la justicia” (Compendio de la Doctrina Social, n. 494). Y justicia, hoy por hoy, falta para ambos lados.

“La única salida es la diplomacia multilateral y el compromiso sincero con la vida humana”, plantea María Fernanda Espinosa, expresidenta de la Asamblea General de la ONU. “No hay solución militar posible en Gaza o Irán sin agravar el sufrimiento civil”.

Una región que nos interpela a todos

Gaza, Israel e Irán son más que puntos en el mapa: son heridas abiertas que reflejan los fracasos de la comunidad internacional, pero también los anhelos más profundos de justicia, libertad y reconciliación.

Entender sus historias, sus pueblos y sus dolores no es un lujo: es un deber moral. Y como enseña la Doctrina Social de la Iglesia, “la dignidad de cada ser humano es la base de una paz auténtica”.

Como jóvenes, como ciudadanos del mundo, como creyentes o simplemente como humanos, no podemos permanecer indiferentes. Porque mientras unos lanzan misiles y otros mueren bajo los escombros, el silencio del mundo también se convierte en cómplice.

La paz no llegará sola. Hay que construirla.

 

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