Lo local es global: los CES y su papel en la gobernanza mundial

Aunque muchas veces se perciben como órganos nacionales encerrados en su propia legislación, los Consejos Económicos y Sociales (CES) son parte de una red internacional más amplia. Su eficacia y legitimidad no solo se refuerzan por su marco interno, sino también por su vinculación con organismos multilaterales como la ONU y la Unión Europea, y por su participación activa en plataformas transnacionales como la AICESIS. Lejos de operar en aislamiento, estos consejos se conectan a estructuras globales que fomentan la democracia participativa, el diálogo social y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Este entramado internacional permite compartir buenas prácticas, generar cooperación técnica y dar mayor peso a las recomendaciones de los CES en el escenario global. Para países como México, que buscan construir o fortalecer estos órganos, esta dimensión internacional ofrece tanto respaldo institucional como guía operativa.

Los consejos económicos y sociales nacionales no operan en aislamiento, sino que están conectados a redes internacionales y a marcos multilaterales que promueven la participación de la sociedad civil en las decisiones económicas. Una relación importante es con la Organización de las Naciones Unidas (ONU). A nivel de la ONU existe el Consejo Económico y Social (ECOSOC) –órgano principal de coordinación de políticas económicas y sociales internacionales–, y aunque este ECOSOC no está directamente vinculado estructuralmente a los CES nacionales, sí ha servido de inspiración nominal y conceptual. De hecho, muchos CES nacionales comparten los objetivos de desarrollo sostenible y el enfoque de cooperación que impulsa la ONU.

En 1999 se creó la Asociación Internacional de Consejos Económicos y Sociales e Instituciones Similares (AICESIS), que agrupa a los CES de diversos países para fomentar el intercambio de experiencias y la colaboración global. La AICESIS, con sede en Bruselas, incluye actualmente más de 70 consejos miembros de cuatro continentes. Sus prioridades incluyen estrechar lazos con organismos internacionales como la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y las Naciones Unidas (especialmente con el ECOSOC y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU). De hecho, la AICESIS obtuvo estatus consultivo ante el ECOSOC de la ONU en 2001, lo que le permite llevar la voz de los CES nacionales a foros internacionales. A través de esta asociación, los consejos nacionales comparten mejores prácticas en temas como erradicación de la pobreza, trabajo decente, juventud, desarrollo sostenible, etc., alineándose con las agendas globales (por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo del Milenio primero, luego los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030). La AICESIS también ha cooperado con la OIT para promover el diálogo social tripartito en países donde no existe, ayudando a crear nuevos consejos. Además, organiza conferencias bianuales y una Escuela de Verano internacional para jóvenes profesionales de los CES, fortaleciendo capacidades técnicas y redes transnacionales. Esta dimensión internacional legitima aún más a los CES nacionales como actores de la gobernanza participativa moderna.

En el contexto de la Unión Europea, la relación es especialmente estrecha. La UE cuenta con el Comité Económico y Social Europeo (CESE), instituido por el Tratado de Roma de 1957. El CESE europeo es un órgano consultivo comunitario compuesto por representantes de organizaciones de empresarios, trabajadores y diversos grupos de la sociedad civil de todos los estados miembros. Actualmente son 329 miembros en total, designados por los gobiernos nacionales y nombrados oficialmente por el Consejo de la UE (cada país aporta un número de miembros proporcional a su población; España, por ejemplo, tiene 21). El CESE emite dictámenes sobre las propuestas legislativas europeas dirigidos a la Comisión Europea, el Consejo de Ministros y el Parlamento Europeo, sirviendo de puente entre las instituciones de la UE y la ciudadanía organizada. Sus tareas incluyen asegurar que la normativa europea tenga en cuenta las condiciones económicas y sociales reales (buscando consensos que sirvan al bien común), y fomentar la participación dando voz a sindicatos, patronales y otros grupos en la construcción europea. Importante para nuestro tema: el CESE mantiene contacto regular con los CES nacionales y regionales de la UE para intercambiar información y debatir cuestiones específicas en común. Existe una red llamada CESlink auspiciada por el CESE justamente para conectar a los consejos económicos y sociales de los 27 países de la UE y facilitar sinergias. Además, muchos miembros del CESE europeo suelen provenir o formar parte también de sus respectivos CES nacionales, creando un flujo de ideas entre niveles nacional y europeo. La Comisión Europea y la AICESIS han colaborado para extender modelos de CES en países en desarrollo como parte del fortalecimiento institucional para la democracia participativa. En resumen, a nivel internacional los CES nacionales se apoyan en redes transnacionales: en el marco de la ONU (vía AICESIS-ECOSOC) como promotores de los valores de inclusión y diálogo, y en el marco de la UE (vía CESE) como parte integral del proceso consultivo supranacional.

Vale mencionar que el concepto mismo de Consejo Económico y Social tiene resonancia histórica en organismos multilaterales: por ejemplo, la OEA en América llegó a contemplar la creación de un consejo asesor hemisférico en temas de desarrollo (aunque no cuajó institucionalmente), y organizaciones regionales como la Unión Africana han alentado foros económicos y sociales consultivos continentales. Todo esto refleja un reconocimiento de que la participación de interlocutores sociales organizados en las decisiones económicas mejora la legitimidad, la calidad y la sostenibilidad de dichas decisiones.

La conexión de los CES con organismos internacionales no es decorativa: es estratégica. La participación en redes como la AICESIS, la interlocución con el ECOSOC de la ONU o el trabajo conjunto con el CESE europeo demuestran que estos consejos pueden y deben tener un papel más allá del nivel nacional.

Mientras más activos son en el intercambio global, más herramientas adquieren para fortalecer sus capacidades técnicas, para alinear sus agendas con los desafíos comunes —como la justicia social, la sostenibilidad o la digitalización— y, sobre todo, para legitimar sus voces como representantes sociales en el siglo XXI. Además, su pertenencia a estas redes los convierte en puentes entre las políticas nacionales y los compromisos internacionales asumidos por los Estados.

Como lo expresó el secretario general de AICESIS en 2022, durante una conferencia en Dakar:

“Un CES que no dialoga con el mundo está condenado a repetir sus propios errores”.

Para México, participar activamente en estas redes internacionales desde el momento de creación de su CES no solo permitiría aprender de los aciertos ajenos, sino también posicionarse como un actor de la gobernanza democrática global.

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