El reciente alto al fuego entre Israel y Hamás, mediado por Estados Unidos, vuelve a poner en evidencia la fragilidad de los acuerdos de paz en Medio Oriente. Aunque la tregua fue presentada como un avance hacia la estabilidad en la región, las denuncias mutuas de violaciones, los ataques aéreos y el agravamiento de la crisis humanitaria en Gaza demuestran que el conflicto sigue lejos de resolverse.
A casi ocho décadas de la creación del Estado de Israel, las tensiones entre israelíes y palestinos persisten en una espiral de violencia marcada por enfrentamientos, desplazamientos masivos y una crisis humanitaria que continúa cobrando vidas civiles. El cese de fuego, anunciado a mediados del presente año, parecía abrir una oportunidad para aliviar el sufrimiento de la población gazatí y encaminar a las partes hacia el diálogo. Sin embargo, el resurgimiento de los ataques ha vuelto a colocar a la región al borde de una nueva escalada.
Un conflicto que no cesa
El conflicto entre israelíes y palestinos continúa siendo uno de los más prolongados y complejos del siglo XX y XXI. Su origen se remonta a la declaración de independencia de Israel en 1948 y al mandato británico que, desde 1922, buscaba establecer una patria judía en Palestina. Las tensiones entre la población árabe autóctona y los colonos judíos crecieron con el tiempo, generando disturbios y propuestas fallidas de partición del territorio.
Durante décadas, las disputas territoriales, los desplazamientos forzados y los enfrentamientos han marcado la historia de Medio Oriente. La primera Intifada, iniciada en 1987, supuso un levantamiento masivo palestino contra el gobierno israelí, con miles de muertos y heridos. Los Acuerdos de Oslo de 1993 pusieron fin temporal a la violencia y dieron esperanza a una solución de dos Estados, aunque la paz duró poco.
Más de 30 años después, el ciclo de ataques y treguas sigue repitiéndose. Los intentos de mediación internacional no han logrado estabilizar la región, donde la desconfianza entre Israel y los grupos armados palestinos continúa siendo el principal obstáculo para la paz.
Un alto el fuego frágil y cuestionado
El martes 28 de octubre de 2025, Israel acusó a Hamás de una “clara violación” del reciente acuerdo de alto el fuego, pactado con la mediación del presidente estadounidense Donald Trump. El plan contemplaba la liberación de rehenes, la retirada parcial de las tropas israelíes y la entrega de prisioneros palestinos, en un intento de sentar las bases de una tregua prolongada.
El acuerdo fue presentado como un “logro histórico” en una ceremonia internacional en El Cairo. Sin embargo, apenas semanas después de su implementación, la violencia regresó. Turquía, uno de los mediadores del pacto, denunció a Israel por “violar abiertamente” el cese de los combates.
El 29 de octubre, las Fuerzas de Defensa de Israel atacaron un depósito de armas en Beit Lahia, alegando que se trataba de un punto destinado a un “ataque terrorista inminente”. El bombardeo se produjo tras una noche de intensos ataques aéreos que dejaron más de 110 muertos en Gaza y el fallecimiento de un soldado israelí.
Pese al aumento de las tensiones, tanto Estados Unidos como Qatar, otro mediador regional, han insistido en mantener el alto el fuego. Organismos internacionales, entre ellos la ONU y la Unión Europea, han reiterado su llamado a evitar una nueva escalada.
Gaza bajo asedio: la crisis humanitaria se agrava
Mientras las negociaciones políticas siguen en suspenso, la situación humanitaria en Gaza se deteriora rápidamente. Hamás no ha entregado los cuerpos de 12 rehenes, lo que ha retrasado la aplicación completa del acuerdo. Según las autoridades gazatíes, los ataques israelíes han dejado casi un centenar de muertos y más de 230 heridos solo en las primeras dos semanas de la tregua.
Más de un millón de personas permanecen desplazadas, viviendo en condiciones precarias. Tiendas improvisadas, edificios derruidos y la falta de agua potable reflejan la magnitud de la crisis. La ONU ha solicitado la reapertura de los pasos fronterizos de Ráfah, Zikim y Erez, esenciales para el ingreso de ayuda humanitaria al norte de Gaza.
El acuerdo de alto el fuego preveía el ingreso de 600 camiones diarios con suministros básicos, pero los cruces permanecen parcialmente cerrados. Israel ha bloqueado el paso de Ráfah “hasta nuevo aviso”, en represalia por lo que considera violaciones de Hamás al pacto.
Organizaciones como Oxfam Intermón y la Cruz Roja denuncian que millones de dólares en ayuda humanitaria permanecen retenidos en los cruces fronterizos. Más de 40 ONG’s internacionales han pedido a Israel que permita el acceso libre de alimentos, medicinas y materiales de refugio.
De acuerdo con la UNRWA, más de 54,000 niños presentan desnutrición severa y requieren atención médica inmediata. La misma agencia estima que hay 58,000 mujeres embarazadas o lactantes en condiciones críticas de salud. La falta de infraestructura sanitaria y el colapso de los hospitales complican aún más la atención a los heridos y desplazados.
Riesgo de una nueva escalada
Organismos internacionales advierten que la reanudación de los ataques por parte de Israel podría derivar en una nueva escalada del conflicto. Amnistía Internacional ha pedido el cese inmediato de las operaciones militares en la Ciudad de Gaza, calificando la situación de “insostenible para la población civil”.
En los últimos meses, los bombardeos israelíes han destruido barrios enteros como Sheikh Radwan, Zeitoun y Shejaiyah. Según el Comité Internacional de la Cruz Roja, las condiciones actuales impiden cualquier evacuación masiva conforme al derecho internacional humanitario.
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) informa que más del 86% de la Franja de Gaza se encuentra bajo control o restricciones militares israelíes. La orden de desplazamiento emitida el 26 de agosto afecta a más de 200,000 personas, muchas de las cuales carecen de agua, atención médica o refugio seguro.
Amnistía Internacional ha instado a la comunidad internacional a actuar ante lo que describe como un “plan de aniquilación de la Ciudad de Gaza”. Erika Guevara Rosas, directora global de la organización, pidió a los Estados miembros de la ONU tomar medidas concretas para detener las operaciones y permitir la entrada de ayuda humanitaria.
Mientras tanto, el futuro del alto el fuego sigue siendo incierto. El plan de posguerra promovido por Estados Unidos, que implicaría el desplazamiento forzado de miles de gazatíes, ha generado preocupación entre organismos internacionales y gobiernos regionales, que advierten que una medida de ese tipo podría reavivar el conflicto y agravar la crisis humanitaria.
Paz lejana, crisis persistente
El alto el fuego entre Israel y Hamás, más que un punto de inflexión, se ha convertido en un reflejo de la profunda desconfianza que domina el conflicto. La inestabilidad del acuerdo, las operaciones militares en curso y las denuncias de violaciones al derecho internacional humanitario impiden vislumbrar una solución duradera.
Mientras los líderes internacionales renuevan sus llamados al diálogo y a la moderación, la población civil sigue siendo la principal víctima. La falta de acceso a ayuda humanitaria, la destrucción de infraestructura básica y el desplazamiento forzado de miles de personas acentúan una crisis que no encuentra alivio.
La comunidad internacional enfrenta ahora el desafío de mantener la presión diplomática y garantizar el cumplimiento de los compromisos humanitarios. Sin una acción coordinada y sostenida, el cese de fuego corre el riesgo de convertirse en un episodio más dentro de una historia marcada por promesas incumplidas y una paz que, una vez más, parece cada vez más distante.
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