Frágil tregua entre EUA y China

Las relaciones entre Estados Unidos y China atraviesan una fase de alta tensión, marcada por una guerra arancelaria sin precedentes, disputas tecnológicas y esfuerzos diplomáticos para evitar una ruptura total. A pesar de una reciente tregua comercial, las diferencias estructurales entre ambas potencias siguen siendo profundas y complejas. 

A principios de mayo, delegaciones de alto nivel de Estados Unidos y China se reunieron en Suiza para iniciar conversaciones destinadas a desescalar la guerra arancelaria que ha sacudido los mercados globales. Como resultado, se acordó una reducción significativa de los aranceles durante un período de 90 días: las tarifas estadounidenses sobre productos chinos bajaron del 145% a un rango entre 30% y 50%, mientras que China redujo sus aranceles a aproximadamente un 10% para bienes estadounidenses. 

Sin embargo, esta tregua es vista por analistas como un paliativo temporal que no aborda los desequilibrios económicos subyacentes. La administración Trump busca corregir el creciente déficit de cuenta corriente de Estados Unidos, atribuido en gran medida al superávit comercial de China. No obstante, las políticas fiscales expansivas de Trump, incluyendo una propuesta de recorte de impuestos de 5 billones de dólares, contradicen los objetivos de reequilibrio económico. 

Paralelamente, las tensiones se han trasladado al ámbito tecnológico. El 19 de mayo, China criticó las recientes acciones de Estados Unidos que restringen el uso de chips avanzados de inteligencia artificial fabricados por empresas chinas, como los chips Ascend de Huawei. El Ministerio de Comercio chino instó a Washington a “corregir sus errores” y advirtió sobre contramedidas si sus intereses continúan siendo socavados. 

Estas restricciones se suman a las preocupaciones de Beijing sobre el uso de mecanismos de control de exportaciones por parte de Estados Unidos, que considera discriminatorios y perjudiciales para la competitividad industrial estadounidense. La disputa tecnológica refleja una lucha más amplia por la supremacía en sectores clave como la inteligencia artificial y la tecnología de punta. 

Protección arancelaria

En un movimiento que podría intensificar aún más las tensiones comerciales, China anunció el 19 de mayo la imposición de aranceles antidumping de hasta un 75% sobre importaciones de plásticos provenientes de Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y Taiwán. Esta medida busca contrarrestar prácticas de precios que China considera injustas y proteger su industria nacional. 

Estas acciones se producen en un contexto donde Estados Unidos ha elevado sus aranceles a niveles no vistos desde la década de 1930, con una tasa promedio del 13%. El presidente Trump ha manifestado su intención de que empresas como Walmart absorban los costos de los aranceles, evitando trasladarlos a los consumidores, una estrategia que algunos comparan con controles de precios estatales. 

La rivalidad entre ambas potencias también se manifiesta en el ámbito militar. Estados Unidos ha anunciado el desarrollo acelerado del F-47, un caza de sexta generación con tecnología avanzada de sigilo y capacidades superiores de velocidad y autonomía. Se espera que entre en operación entre 2027 y 2029, con más de 185 unidades en producción. Además, se presentó una nueva línea de cazas no tripulados, los YFQ-42 A y YFQ-44 A, con más de 1.000 unidades planificadas. Esta modernización responde al fortalecimiento del poderío aéreo chino, ejemplificado por los cazas J-36 y J-50. 

Aunque la tregua arancelaria ofrece un respiro temporal, las diferencias estructurales entre Estados Unidos y China persisten. La falta de avances significativos en las negociaciones y la continua escalada en áreas clave como la tecnología y la defensa sugieren que las tensiones podrían intensificarse nuevamente una vez concluido el período de 90 días.

Ambas naciones enfrentan el desafío de equilibrar sus intereses económicos y estratégicos en un entorno global cada vez más complejo. La comunidad internacional observa con atención, consciente de que la relación entre estas dos potencias tendrá implicaciones profundas para la economía y la seguridad global en los años venideros.

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