Bolivia deja el socialismo y abraza a la derecha

En un país marcado por dos décadas de gobiernos socialistas liderados por el Movimiento al Socialismo (MAS), Bolivia vive una sacudida histórica: en las elecciones del 17 de agosto de 2025, el MAS sufrió una caída abrupta, cediendo terreno a fuerzas de centro y derecha que prometen un cambio radical en el modelo económico, institucional y ético. Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano, y Jorge “Tuto” Quiroga, de orientación conservadora, avanzan a un balotaje inédito que podría redefinir el rumbo político boliviano.

Contexto histórico y colapso del MAS

El MAS, liderado históricamente por Evo Morales y luego por Luis Arce, gobernó Bolivia con una agenda que combinaba hegemonía indígena y expansión del Estado, financiada principalmente por exportaciones de gas y recursos naturales. Sin embargo, en esta elección, su derrumbe ha sido contundente: el candidato oficial, Eduardo del Castillo, apenas alcanzó cerca del 3 % de los votos, y MAS quedaría con solo un escaño en el Congreso 

Este desplome se explica por varios factores: la crisis económica (inflación elevada, escasez de combustible y divisas), las reservas agotadas de gas, los escándalos de corrupción y la fractura interna entre Morales y Arce. Además, el liderazgo de Morales se vio dañado por su intento fallido de retorno y su llamado al voto nulo, que en esta elección alcanzó cifras inéditas —el 19 %— y eclipsó incluso las votaciones de dirigentes opositores 

Las figuras del cambio: Paz y Quiroga

Rodrigo Paz Pereira (Partido Demócrata Cristiano) irrumpió en la escena de modo inesperado. Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, el senador logró cerca del 31–33 % de los votos, superando estimaciones iniciales que apenas le daban el 3 %. Su discurso centrado en la “limpieza” del Estado, la lucha anticorrupción y los valores cristianos cautivó a jóvenes urbanos y votantes desencantados con el MAS 

A su lado, Jorge “Tuto” Quiroga, expresidente y líder de la coalición Alianza Libre de tendencia conservadora, obtuvo entre el 26–28 %, consolidándose como la alternativa de derecha en el balotaje. Quiroga propone reformas profundas: privatización parcial de recursos, propiedad individual sobre gas y litio mediante fondos mutuales, recortes presupuestarios y una apertura hacia Estados Unidos (incluyendo un posible tratado de libre comercio). Su programa también incluye acciones judiciales contra Morales 

El impacto del voto nulo y el desencanto social

El voto nulo, impulsado por Morales, alcanzó un 19 %, una cifra invalidante que reconfiguró los resultados. Morales afirmó que ese porcentaje lo ubicaba en “tercer lugar”, superando a figuras como Samuel Doria Medina . Este fenómeno revela una ciudadanía agotada del ciclo político y resignada frente a opciones polarizadas, en un clima electoral marcadamente conflictivo 

Crisis ecológica e institucional bajo lupa

El contexto del cambio no está exento de desafíos críticos. Organizaciones indígenas y ambientalistas alertan que tanto Paz como Quiroga han sido vagos respecto a desafíos ecológicos urgentes. Bolivia enfrenta deforestación acelerada, contaminación por mercurio debido a la minería aurífera, incendios forestales, y escasez de agua, todo esto agravado por la fragilidad institucional del Estado 

La situación exige políticas integrales que no repitan errores del pasado. Pero mientras Paz apuesta por regulaciones e imagen moderada, Quiroga propone terminar con los títulos comunales indígenas, lo que podría agravar la tensión sobre el uso de territorios y recursos naturales 

En El Alto, bastión tradicional del MAS, el cambio también se siente en las calles. Carla Choque, cholet-empresaria de 32 años, comparte su experiencia: “Antes votaba sin dudar por Morales. Ahora tengo miedo del futuro, pero también esperanza de que el Estado deje de ser corrupto y vuelva el trabajo digno”. Su testimonio refleja el desencanto de la juventud y pequeños emprendedores, que ven en Paz o Quiroga una oportunidad de cambio real, aunque incierta.

Bolivia, al girar hacia modelos más individualistas o tecnocráticos, enfrenta el riesgo de perder equilibrios esenciales. Un enfoque que ponga en el centro la justicia social, la participación comunitaria, la persona al centro, el bien común como meta y la protección ambiental podría enriquecer cualquier ruta hacia la modernización.

Asimismo, desde los valores mexicanos —cultura democrática, pluralismo y justicia social—, es vital que el nuevo ciclo promueva estabilidad, diálogo y respeto a la legalidad. Bolivia, tras una elección tan polarizada, requerirá un liderazgo que inspire confianza sin caer en el autoritarismo o en el clientelismo populista.

Camino por delante

La elección de agosto de 2025 marca un punto de inflexión para Bolivia. El fin de la hegemonía del MAS abre la puerta a una era de centro derecha o derecha conservadora, con figuras nuevas como Paz y Quiroga en el epicentro. La segunda vuelta del 19 de octubre no solo definirá su liderazgo, sino también el estilo y la ética de una nueva etapa política.

Es imprescindible que cualquiera de los candidatos adopte una visión integral: crecimiento económico con equidad, legalidad con transparencia, desarrollo con justicia social, y modernidad con respeto al medio ambiente y a las identidades indígenas. Los jóvenes bolivianos, hartos de esquemas caídos, esperan no solo un cambio de partido, sino un cambio real en las estructuras y valores del Estado.

 

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