En su libro Autocracy, Inc., la historiadora y periodista Anne Applebaum advierte sobre un fenómeno que ya no es hipotético: la consolidación de una red transnacional de autocracias que, sin compartir necesariamente una ideología, cooperan estratégicamente para perpetuarse en el poder y debilitar la influencia de las democracias liberales.
“Funcionan como una corporación global. No hay un CEO ni un consejo directivo. Pero comparten proveedores, herramientas y manuales de operación”, afirma Applebaum. Cada país mantiene su autonomía política, pero intercambia tecnología, prácticas represivas, recursos y legitimidad diplomática para blindar sus regímenes ante sanciones internacionales o movimientos internos de oposición.
Datos duros: el mapa actual del autoritarismo
El avance es tan amplio como alarmante. De acuerdo con el reporte 2024 del Instituto Variedades de Democracia (V-Dem), con sede en la Universidad de Gotemburgo, el 72% de la población mundial —aproximadamente 5.700 millones de personas— vive bajo regímenes autoritarios o en democracias en retroceso. Esto representa el mayor nivel de autocratización global desde 1989.
En términos económicos, los países con regímenes no democráticos concentran hoy el 46% del PIB mundial, comparado con menos del 25% en 1992. Entre estos destacan:
- China (segunda economía global): con un PIB de 17.8 billones USD, tecnología de vigilancia masiva y un control total del Partido Comunista.
- Rusia: con más de 20 años de autoritarismo, ha expandido su influencia militar y mediática en África, América Latina y Europa del Este.
- Arabia Saudita: régimen monárquico con inversiones geoestratégicas en medios, tecnología y clubes deportivos.
- Irán, Turquía, Venezuela, Hungría y Emiratos Árabes completan una red que, aunque diversa, muestra patrones convergentes.
Mecanismos de colaboración: tecnología, censura y represión
Los vínculos no son formales, pero sí funcionales. Un informe de Freedom House 2025 identifica tres principales áreas de cooperación:
- Transferencia tecnológica: China ha exportado sistemas de reconocimiento facial, vigilancia de redes sociales y censura digital a al menos 36 países, incluyendo Uganda, Uzbekistán y Ecuador.
- Asistencia financiera o energética: Rusia ha ofrecido petróleo subsidiado a Cuba, Nicaragua y Venezuela, a cambio de apoyo diplomático o presencia militar.
- Represión coordinada: El régimen de Bielorrusia ha intercambiado métodos de espionaje y hackeo con servicios de seguridad rusos, mientras que Irán entrena milicias afines en Siria, Yemen y Líbano con apoyo logístico chino.
América Latina: laboratorio del autoritarismo híbrido
La región no está ajena a esta red. En Nicaragua, Venezuela, Cuba y más recientemente El Salvador, los gobiernos han avanzado hacia modelos autoritarios donde se concentran poderes, se reforman constituciones para perpetuar mandatos y se reprime con dureza a periodistas y opositores.
En Nicaragua, el régimen Ortega-Murillo ha clausurado más de 50 medios, confiscado universidades y forzado al exilio a más de 150.000 ciudadanos. En Venezuela, la Misión de la ONU ha documentado torturas, desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha militarizado la seguridad, encarcelado sin juicio a más de 75,000 personas bajo un estado de excepción y bloqueado la transparencia informativa.
La prensa libre: primer objetivo de las autocracias
El informe 2025 de Reporteros Sin Fronteras revela que en el 56.7% de los países del mundo, el periodismo enfrenta niveles de amenaza “altos, muy altos o extremos”. China es la mayor cárcel de periodistas del planeta, con más de 100 comunicadores presos. En Nicaragua, medios como La Prensa y Confidencial fueron allanados y confiscados.
El periodista turco Can Dündar, exiliado en Alemania, afirma: “El mensaje es claro: quien cuente la verdad pone en riesgo su libertad y su vida. Pero hay que seguir resistiendo, porque el silencio es lo que estas redes buscan imponer”.
Testimonio humano: María, desde el exilio
María López, reportera de investigación en Nicaragua, tuvo que huir a Costa Rica en 2021. “Una noche llegaron a mi casa con una orden falsa de arresto. Logré escapar por una ventana trasera. Mis colegas han sido detenidos, golpeados o desaparecidos. Ahora trabajo desde el exilio, pero cada día temo por mis padres, que siguen allá”, cuenta con voz entrecortada.
“Informar se ha vuelto un acto de valentía extrema. Pero la gente tiene derecho a saber”, agrega.
Conclusión: la urgencia de una respuesta democrática global
La red transnacional de autocracias no es una hipótesis conspirativa, sino una realidad tangible, documentada y en expansión. Su poder económico, tecnológico y político desafía a las democracias tradicionales, especialmente cuando estas se debilitan por polarización interna, desinformación y populismos.
Frente a ello, Anne Applebaum propone no solo denunciar, sino construir un nuevo internacionalismo democrático. Es urgente fortalecer la colaboración entre democracias, invertir en educación cívica, apoyar a la sociedad civil en los países oprimidos y garantizar la libertad de prensa como antídoto frente a la oscuridad informativa.
Como advirtió Vaclav Havel: “El mayor peligro no es la represión violenta, sino la resignación silenciosa ante ella”.
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