FAO reconoce sistema agrícola ancestral de México

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoció como ejemplos vivos de resiliencia, sostenibilidad y sabiduría local frente a los desafíos actuales del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la seguridad alimentaria global a un sistema ancestral de producción alimentaria en Tlaxcala, México, y a un sistema agroforestal de cultivo de yerba mate en Brasil.

De esta manera, ambos sistemas fueron incluidos en su red de Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) por destacar como prácticas agrícolas ancestrales que armonizan con la naturaleza.

“Estos sistemas del patrimonio agrícola son ejemplos vivos de la armonía entre las personas y la naturaleza que han prosperado a lo largo de generaciones y tienen mucho para enseñarnos mientras nos adaptamos a un futuro incierto”, afirmó Kaveh Zahedi, director de la Oficina de Cambio Climático, Biodiversidad y Medio Ambiente de la FAO.

Con esta incorporación, la red global del SIPAM alcanza los 95 sistemas en 28 países. En América Latina y el Caribe, México suma ya tres sitios reconocidos, mientras que Brasil y Ecuador cuentan con dos cada uno, y Chile y Perú con uno.

Con respecto al reconocimiento a Brasil, la FAO explicó que en el estado de Paraná, al sur del país carioca, comunidades indígenas y tradicionales cultivan yerba mate bajo sombra desde hace siglos, mediante sistemas agroforestales profundamente arraigados en prácticas ancestrales y agroecológicas. Las hojas de este cultivo se consumen como chimarrão, tereré o mate, bebidas tradicionales compartidas en toda la región del Cono Sur.

El sistema no solo proporciona un producto de valor cultural y económico, sino que preserva la selva de Araucaria, uno de los ecosistemas más amenazados del planeta. A pesar de que solo queda el uno por ciento de su cubierta forestal original, este método de producción mantiene la biodiversidad y fortalece los medios de vida rurales sin recurrir a la deforestación.

Además, al integrar cultivos alimentarios, frutos nativos y otros productos forestales, el sistema promueve la soberanía alimentaria y la identidad cultural en una de las regiones más golpeadas por la expansión agrícola intensiva.

Con respecto al reconocimiento del sistema agrícola en México, describió que en las laderas montañosas y semiáridas de Tlaxcala, México, se ha preservado durante más de tres milenios el sistema agrícola del metepantle, un mosaico de parcelas aterrazadas con cultivos como maíz, agave, frijoles, calabazas y plantas silvestres.

Arraigado en los saberes de los pueblos indígenas nahuas, este sistema conserva más de 140 especies nativas, incluyendo 40 razas originales de maíz y 30 tipos de verduras comestibles. Además de alimentos, el sistema proporciona fibras, bebidas, estabilización de suelos y hábitat para polinizadores, en un entorno particularmente vulnerable a los efectos del cambio climático.

El metepantle destaca por su enfoque comunitario, con prácticas de conservación basadas en el intercambio de semillas, ferias tradicionales y el fortalecimiento del conocimiento local. Esta red de saberes y prácticas ha asegurado la continuidad de los medios de subsistencia rurales y la soberanía alimentaria local.

“Estos sistemas son puntos brillantes que muestran cómo las comunidades pueden recurrir a sistemas de conocimiento y prácticas ancestrales para llevar alimentos a la mesa, proteger empleos y mantener territorios agrícolas únicos y sostenibles”, agregó Zahedi.

Legado vivo e inspirador

La FAO lanzó el programa SIPAM en 2002 con el propósito de salvaguardar los sistemas agrícolas tradicionales junto a sus territorios, biodiversidad, culturas y conocimientos asociados. En América Latina, actualmente existen nueve sitios SIPAM distribuidos en cinco países. Además de reconocerlos, el programa fomenta políticas públicas, ingresos sostenibles y fortalecimiento de capacidades locales.

Junto con los sistemas de Brasil y México, también fueron reconocidos tres sitios en China –dedicados a la producción de mejillones perla, té blanco y peras– y uno en España, ubicado en la isla volcánica de Lanzarote, donde se ha desarrollado un sistema agrícola adaptado a su singular paisaje.

Estos reconocimientos destacan cómo el patrimonio agrícola, lejos de ser una reliquia del pasado, representa una alternativa viable y sostenible ante las crisis actuales, y una inspiración para el diseño de políticas agrícolas más inclusivas, resilientes y centradas en las personas.

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