El 19 de mayo de 2025, Ronald Douglas Johnson presentó sus cartas credenciales como nuevo embajador de Estados Unidos en México, marcando el inicio de una etapa diplomática compleja y, para muchos, preocupante. El nombramiento de Johnson, coronel retirado del ejército y exoficial de la CIA, parece reflejar una estrategia clara del gobierno estadounidense: endurecer su política hacia México, con un énfasis particular en los temas de seguridad, migración y comercio. Más allá de las formas diplomáticas, lo que está en juego son miles de vidas, millones de dólares y el frágil equilibrio de una relación histórica.
De la guerra encubierta a la diplomacia visible: la trayectoria de Johnson
Ronald D. Johnson no es un diplomático convencional. Su hoja de vida está marcada por cuatro décadas en las entrañas de la seguridad nacional de EE.UU. Fue parte de las Fuerzas Especiales del Ejército, luego oficial de alto nivel en la CIA y finalmente asesor en escenarios conflictivos como El Salvador durante la guerra civil, los Balcanes en la década de los 90, y más recientemente en Afganistán e Irak.
Entre 2019 y 2021, Johnson fungió como embajador en El Salvador, donde su cercanía con el presidente Nayib Bukele fue notoria. En ese tiempo, respaldó con firmeza las polémicas medidas de seguridad del mandatario salvadoreño, que incluyeron arrestos masivos, restricciones a la prensa y suspensión de garantías individuales, medidas que, según datos de Human Rights Watch, han vulnerado los derechos humanos de más de 60 mil personas.
Según la experta en relaciones hemisféricas, Cynthia Arnson, del Wilson Center:
“El nombramiento de Johnson muestra una tendencia creciente en Washington: militarizar la diplomacia en contextos donde se percibe descontrol o debilidad institucional”.
Una agenda cargada: migración, remesas y presión arancelaria
La llegada del embajador se da en un momento especialmente tenso. En solo tres semanas, han coincidido al menos tres medidas clave de Washington:
- Impuesto a las remesas – El Congreso estadounidense aprobó una propuesta fiscal que grava con un 3.5% las remesas enviadas desde EE.UU. por personas sin estatus migratorio legal. Esta medida —promovida por legisladores aliados de Donald Trump— podría impactar a más de 4 millones de mexicanos en EE.UU., cuya contribución anual en remesas supera los 63 mil millones de dólares, según cifras del Banco de México. Desde la Asociación de Bancos de México se ha advertido que “Gravar las remesas no solo es injusto, sino financieramente retrógrada. Castiga a los más vulnerables y alimenta la informalidad financiera”.
- Refuerzo militar en la frontera- El Pentágono desplegó otros 1,115 soldados en la frontera sur, elevando a casi 10 mil el número de efectivos en la línea divisoria. El pretexto es el control migratorio, pero grupos como la ACLU han denunciado la creciente presencia militar como un atentado a los derechos civiles de las comunidades fronterizas.
- Nuevos aranceles a autos mexicanos- El Departamento de Comercio de EE.UU. impuso un arancel del 15% a vehículos ensamblados en México, reduciendo el 25% inicial pero generando alarma en el sector automotriz. Según la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), esta medida podría costar al país más de 30 mil empleos y comprometer la inversión extranjera.
Reacciones desde México
Desde el gobierno de Claudia Sheinbaum, la recepción fue diplomática pero firme. En su primera reunión con Johnson, la presidenta le expresó “preocupación legítima” por el impuesto a las remesas, y reiteró que “no se puede castigar el vínculo familiar y solidario entre pueblos”.
La canciller mexicana Alicia Bárcena, en entrevista con La Jornada, afirmó:
“Nos enfrentamos a una lógica de presión unilateral. México debe insistir en el diálogo y en mecanismos multilaterales para proteger a nuestros connacionales”.
La angustia detrás de una transferencia
María López, migrante michoacana radicada en Los Ángeles desde hace 15 años, cuenta: “Mando 300 dólares cada mes para que mis padres compren medicinas. Si me quitan 10 o 15 dólares con este impuesto, ya no alcanza. Nos hacen sentir como criminales por trabajar honradamente”.
Historias como la de María no son excepción. Según el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, 7 de cada 10 hogares en regiones rurales mexicanas dependen de remesas para sobrevivir.
¿Diplomacia o disuasión?
La figura de Johnson se inserta en una lógica de realpolitik dura, donde el músculo militar y la presión fiscal reemplazan a los canales diplomáticos tradicionales. Analistas como Jorge Schiavon, del CIDE, observan con preocupación el sesgo del nuevo embajador:
“No estamos frente a un diplomático negociador, sino ante un operador de seguridad nacional. Eso cambia radicalmente el tipo de relación bilateral que podemos esperar”.
La embajada de Ronald Johnson en México no será una travesía diplomática convencional. Su perfil de inteligencia y su respaldo a políticas de mano dura en Centroamérica anticipan un enfoque centrado en la seguridad, la migración y la contención. Pero en el camino quedan millones de personas que viven entre dos países y dos mundos, cuyos derechos y bienestar podrían verse afectados.
Será tarea del gobierno mexicano —y de la sociedad civil— mantener una postura firme, realista y defensiva frente a una relación cada vez más asimétrica, donde la diplomacia parece inclinarse más por las botas que por los puentes.
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