El vapeo está creando una nueva generación adicta a la nicotina, y podría revertir décadas de avances en la lucha contra el tabaco, alertó la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Lo que comenzó como una alternativa “menos dañina” se ha convertido, según el organismo, en una epidemia silenciosa entre los adolescentes. Los últimos datos revelan que al menos 15 millones de jóvenes de entre 13 y 15 años usan cigarrillos electrónicos en el mundo, y en algunos países los menores tienen nueve veces más probabilidades de vapear que los adultos.
Las cifras, presentadas por la OMS, revelan que más de 100 millones de personas ya utilizan estos dispositivos. Aunque el consumo de tabaco convencional ha disminuido en los últimos años al pasar de mil 380 millones de fumadores en el año 2000 a mil 200 millones en 2024, el auge del vapeo amenaza con borrar el progreso logrado en salud pública.

El problema, según la OMS, no es casual. Los cigarrillos electrónicos son el nuevo rostro de una industria que busca sobrevivir cambiando de piel, disfrazando la adicción bajo el marketing de la innovación.
Colores llamativos, dispositivos con diseños minimalistas y sabores dulces –menta, fresa, caramelo– son la puerta de entrada a la nicotina para millones de adolescentes. “Estos productos están fabricados para atraer a los jóvenes. No es un accidente: es una estrategia deliberada”, advirtió Etienne Krug, director del Departamento de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS.
Los sabores, que antes parecían un detalle inofensivo, se han convertido en un factor decisivo: el 80 por ciento de los adolescentes que vapean eligen líquidos saborizados, de acuerdo con los datos del organismo.
Para la OMS, esta tendencia configura una nueva ola de adicción que amenaza con consolidarse si los gobiernos no actúan de inmediato.
El discurso de la “reducción del daño” ha sido el principal argumento de quienes defienden los cigarrillos electrónicos. Sin embargo, la OMS insiste: vapear no es seguro.
El aerosol que producen estos dispositivos contiene metales pesados, compuestos tóxicos y sustancias que irritan el sistema respiratorio. Aunque no produce humo, sí libera partículas finas que penetran profundamente en los pulmones.
Investigaciones recientes de la Universidad Johns Hopkins alertan que el uso dual –combinar vapeadores y cigarrillos tradicionales– eleva el riesgo de cáncer pulmonar y enfermedades cardíacas más que fumar únicamente tabaco. Además, el consumo de nicotina en etapas tempranas altera el desarrollo cerebral, afectando la memoria, el sueño y la capacidad de concentración.
“No existe un nivel seguro de exposición a la nicotina”, recordó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Estos productos no son una solución, son una nueva trampa”.

Ante el crecimiento exponencial del vapeo, la OMS pidió una respuesta global coordinada. Entre sus recomendaciones más urgentes están:
Prohibir los sabores en todos los productos con nicotina; restringir la publicidad, especialmente aquella dirigida a adolescentes y redes sociales; regular los contenidos químicos y exigir etiquetados claros sobre riesgos; equiparar las restricciones del vapeo con las del tabaco tradicional.
Hasta ahora, 46 países han prohibido totalmente los cigarrillos electrónicos, pero en otros más de cien aún se venden libremente o bajo regulaciones ambiguas. Esa falta de control, señala la OMS, es la grieta por la que la industria del tabaco mantiene viva su presencia bajo una nueva forma.
México: señales de alerta
En México, el avance del vapeo empieza a notarse. Entre 2020 y 2023, el uso de cigarrillos electrónicos creció de 0.7 por ciento a tres por ciento entre hombres, y de 0.4 por ciento a 0.8 por ciento entre mujeres, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición.
Aunque el gobierno federal prohibió su comercialización en 2022, los dispositivos siguen disponibles en redes sociales, tiendas electrónicas y espacios informales. En muchos casos se venden sin etiquetas, sin advertencias sanitarias y con líquidos de origen desconocido.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que más del cinco por ciento de los adolescentes en América Latina ya vapea, una tendencia que podría derivar en un aumento de enfermedades respiratorias y nuevos casos de dependencia a la nicotina.
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