Trastornos de ansiedad y depresión cuesta al país más de un millón de días de trabajo, un indicador que revela un severo impacto en la productividad nacional. Según datos de la Secretaría de Salud y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), uno de cada tres trabajadores en el país reporta altos niveles de estrés, pero sólo tres de cada 10 empresas cuentan con una estrategia formal para gestionar el bienestar emocional de sus equipos.
Esta problemática local es un reflejo de una tendencia global, según el informe Health on Demand 2025 de Mercer Marsh Beneficios, el 45 por ciento de los empleados en todo el mundo se sienten estresados la mayoría de los días. “Estas cifras no son únicamente estadísticas; reflejan una crisis silenciosa que impacta a las familias, la productividad nacional y el potencial económico del país”, afirmó Rosalinda Ballesteros, directora general del Instituto del Propósito y Bienestar Integral. Destacó que se ha superado la etapa de la concientización y ahora estamos en un momento donde la inacción tiene un costo tangible y medible para las empresas.

El informe destaca que el estrés crónico se manifiesta en síntomas físicos como dolores de cabeza y fatiga, cognitivos como la falta de concentración y dificultad para tomar decisiones, y emocionales como irritabilidad y ansiedad, deteriorando la calidad de vida y el desempeño profesional de los colaboradores.
Atender la salud mental se ha convertido en un pilar estratégico del negocio. Fomentar un entorno laboral psicológicamente seguro es, además de una responsabilidad ética, una inversión directa en la sostenibilidad. Sin embargo, existe una brecha significativa entre las expectativas de los colaboradores y la oferta corporativa: mientras que el 39 por ciento de los empleados valora el apoyo a través de herramientas virtuales o basadas en Inteligencia Artificial, solamente 15 por ciento de las compañías lo ofrece.
“Las empresas deben entender el bienestar integral como un pilar de su estrategia de negocio, no como un beneficio aislado”, indicó Ballesteros. Agregó que “invertir en programas de salud mental accesibles, confidenciales y basados en datos es invertir directamente en la resiliencia del equipo, la retención de talento y la capacidad de innovar en un mercado cambiante”.
El imperativo para el liderazgo empresarial es transitar de hacer conciencia a la acción medible. En un país donde se estima que 75 por ciento de los trabajadores experimenta estrés laboral y 27 por ciento padece estrés crónico, la falta de programas formales en siete de cada 10 empresas agrava la situación.
La preocupación de los empleados es clara: casi la mitad (46 por ciento) teme un deterioro cognitivo que afecte su memoria o concentración, y 39 por ciento valora activamente el apoyo virtual o con IA, una demanda que sólo 15 por ciento de las compañías satisface actualmente.

Esta desconexión es aún más crítica para los empleados remotos, quienes tienen menor conocimiento sobre los beneficios disponibles. Ignorar esta realidad, que posiciona a la salud mental entre las cinco principales preocupaciones de los colaboradores a nivel global, ya no es una opción; es una inversión estratégica con un retorno tangible en la reducción del ausentismo y la retención de talento.
Proteger el bienestar de los equipos es, en definitiva, proteger el activo más valioso de cualquier empresa y asegurar su crecimiento a largo plazo.
Finalmente, el estudio señala que la conversación sobre la salud mental debe ser permanente y visible en la cultura organizacional, trascendiendo fechas conmemorativas, como el Día Mundial de la Salud Mental. Proteger el bienestar de los equipos es, en definitiva, proteger el activo más valioso de cualquier empresa y asegurar su crecimiento a largo plazo.
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