México enfrenta rezagos en detección de hepatitis

Cada año, más de 1.3 millones de personas mueren en el mundo a causa de hepatitis virales, de acuerdo con información de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque se trata de enfermedades prevenibles y tratables, las hepatitis B y C se han convertido en causas principales de enfermedades hepáticas crónicas, cirrosis y cáncer de hígado, superando incluso al VIH, la tuberculosis y la malaria en número de muertes anuales.
Con más de 350 millones de personas viviendo con hepatitis B o C crónicas, el problema representa una crisis global. Sin embargo, menos del 10 por ciento de quienes viven con hepatitis B están diagnosticados, y sólo el 3 por ciento recibe tratamiento adecuado. En el caso de la hepatitis C, solo una de cada cinco personas infectadas recibe atención médica.


La hepatitis es una inflamación del hígado provocada, en la mayoría de los casos, por una infección viral. Existen cinco tipos principales de virus que la causan: A, B, C, D y E. Cada uno tiene características distintas:
Hepatitis A: se transmite por alimentos o agua contaminados; suele ser aguda y se resuelve sin tratamiento específico.
Hepatitis B: se transmite por contacto con sangre o fluidos corporales; puede ser crónica y causar daños hepáticos graves.
Hepatitis C: también se transmite por sangre; muchas veces es asintomática hasta que provoca enfermedad avanzada.
Hepatitis D: sólo afecta a personas con hepatitis B; agrava el daño hepático.
Hepatitis E: se transmite por agua contaminada; peligrosa especialmente en embarazadas.
Cada 28 de julio se conmemora el Día Mundial contra la Hepatitis, en memoria del doctor Baruch Blumberg, quien descubrió el virus de la hepatitis B y desarrolló la primera vacuna contra este virus, contribución que le valió el Premio Nobel de Medicina en 1976.
La OMS estableció la conmemoración en 2010 con el fin de promover la prevención, detección y tratamiento de las hepatitis virales. Este año, el lema global es el de Rompamos el silencio, que tiene la intención de visibilizar la urgencia de actuar ante una epidemia que se desarrolla fuera del foco mediático y político.
Hepatitis en México
En México, la hepatitis también representa un desafío sanitario importante. Según cifras del Instituto Nacional de Salud Pública, la prevalencia estimada de hepatitis C en adultos es de 0.38 por ciento, lo que equivale a unas 46 mil personas con infección activa. Sin embargo, la mayoría desconoce su estado serológico.
Durante 2023, la Secretaría de Salud realizó más de 670 mil pruebas de detección de hepatitis C, de las cuales 36 mil resultaron positivas a viremia activa y 22 mil personas recibieron tratamiento con antivirales de acción directa, según datos oficiales del Informe Técnico sobre Hepatitis Viral Crónica.
La hepatitis B tiene una prevalencia estimada del 0.51 por ciento, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2018), aunque la cobertura de diagnóstico es aún baja, particularmente en adultos mayores. La vacuna contra hepatitis B fue incorporada al esquema nacional en 1999, pero las personas nacidas antes de ese año no cuentan con protección sistemática.
Además, las hepatitis A y E continúan siendo comunes en zonas con bajo acceso a agua potable y saneamiento, especialmente en comunidades rurales y periurbanas. En 2022, se registraron más de 15 mil casos notificados de hepatitis A en México, de acuerdo con la Dirección General de Epidemiología.
Medidas de prevención dependen del tipo de virus:
Hepatitis A y E: evitar agua y alimentos contaminados, mejorar las condiciones de saneamiento.
Hepatitis B y C: usar preservativos, no compartir jeringas ni objetos punzocortantes, y exigir condiciones seguras en procedimientos médicos.
Vacunación: existe una vacuna eficaz contra la hepatitis A y otra altamente efectiva contra la hepatitis B. No hay vacuna para hepatitis C, pero sí tratamientos curativos.
La hepatitis A y E generalmente se resuelven sin necesidad de tratamiento antiviral. La hepatitis B puede controlarse con medicamentos antivirales que reducen la carga viral, pero no siempre se cura.


En cambio, la hepatitis C tiene cura en más del 95 por ciento de los casos mediante antivirales de acción directa, que eliminan el virus en tratamientos de ocho a 12 semanas. No obstante, el costo y la disponibilidad son aún obstáculos importantes en muchos países.
En 2016, la OMS propuso la meta de eliminar la hepatitis viral como amenaza de salud pública para 2030, lo que implicaría reducir en 90 por ciento las nuevas infecciones y en 65 por ciento las muertes relacionadas. Pero el informe más reciente advierte que, con el ritmo actual, esa meta no se cumplirá.
“Las cifras no sólo no mejoran, en algunos países incluso empeoran por falta de inversión en prevención y diagnóstico”, advirtió en mayo pasado la doctora Meg Doherty, directora de programas de hepatitis y VIH de la OMS. El organismo pidió a los gobiernos priorizar estas infecciones en sus agendas sanitarias.
El Día Mundial contra la Hepatitis busca justamente eso: romper el silencio que rodea a una enfermedad que avanza sin ruido, pero con consecuencias devastadoras. La prevención, el diagnóstico temprano, la vacunación y el acceso al tratamiento deben dejar de ser privilegios para convertirse en estrategias universales. Porque mientras millones viven con hepatitis sin saberlo, la ventana para actuar se cierra un poco más cada año.


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